Fuenteovejuna aeronáutica
Hoy quiero tocar un tema que nos atañe a todos, creo que hay que aportar algo de veracidad a la historia y evolución de los problemas con los controladores aéreos. No busco culpables, pretendo describir la génesis del problema que arranca allá por los años 80 del siglo pasado y que nadie ha solucionado de manera satisfactoria, hasta la fecha.
Y nadie lo ha hecho, porque no creo que pueda considerarse una solución satisfactoria establecer el estado de alarma y militarizar las torres de control. Creo que esa fue una medida extraordinaria adoptada ante una situación que desbordaba cualquier expectativa; taponó la vía de agua, pero no ha solucionado el asunto. El problema está ahí, no creo que nadie dude sobre ello.
Vamos a lo nuestro, no quiero entrar en disquisiciones que puedan llevar a debate y que nadie piense que hago un papel similar al de aquel Bertrand Duguesclin el que dijo aquello de “ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi Señor”. He leído y escuchado tantas versiones de este asunto que no sabía a qué carta quedarme y les supongo a ustedes tan confusos como yo. Vamos pues a ver qué es lo que sucedió, cronológicamente hablando.
Corría el año 1981 de la era de nuestro Señor cuando, a cuenta de un plante muy duro, los controladores conseguían imponerse por vez primera al gobierno de turno. El gobierno de UCD aceptaba reducir a 1584 horas por año la jornada laboral de los controladores, el resto tendrían la consideración retributiva de extraordinarias.
Dos años después -1983-, siendo el responsable de los controladores Enrique Barón, ministro de Transportes del gobierno socialista que presidía Felipe González, tuvo que resolver, bajo presión, los problemas legales que tenían los controladores para cobrar las horas extraordinarias.
Era Barrionuevo ministro, cuando en el año 1989 se produce una amenaza de huelga, en un intento de pacificar al sector, el gobierno firma un protocolo con los controladores, que es el padre, la madre y la tía abuela de todos los problemas que ahora vivimos. El gobierno de Felipe González les concedía una jornada laboral de 1200 horas anuales, un período vacacional de cuarenta y cinco (45) días y la concesión del derecho a percibir sus emolumentos, sin trabajar, a partir de los 55 años. Un “chollito” conocido como Licencia Especial Retribuida.
Y llegamos al año 1992, les sonará entre otras cosas por la olimpiada, ¡si hombre Barcelona’92!. Nuestros amigos los controladores aprovechan la situación y negocian con José Borrell, ministro socialista, padre de lo que se conoce como el Estatuto del Controlador Aéreo, ya que fue el responsable que lo firmó con los levantiscos controladores.
Les concedía el Estatuto la consolidación de la jornada 1200 horas por año, con un añadido, no podrían ser más de 120 horas las trabajadas mensualmente, de hacerlo, todas tendrían la consideración de extraordinarias. Ahí no acababa la cuestión. El Estatuto consagraba la “Licencia Especial Retribuida” y además y, aquí empiezan las madres mías, el control por parte de los presuntos trabajadores del sector (los controladores) al acceso a la profesión y a la formación necesaria para ejercerla, además de reconocerles el derecho a organizar su trabajo. Ellos se lo guisaban, ellos se lo comían.
Así que en el año 1992 los controladores conseguían una jornada de 1200 horas/año, el derecho a retirarse y cobrar sus emolumentos completos a los 55 años, y el control decisivo al acceso a la formación , con lo que se convertían en un sector monopolista de facto. Son ellos los que deciden como trabajan y quién puede trabajar y quiénes y cuantos pueden acceder a la formación profesional exigida. Corría el año 1992, Barrionuevo era ministro.
Llega el año 1999, gobierna Aznar y el responsable del tráfico aéreo es el ministro Arias-Salgado que suscribe el único convenio colectivo que se ha firmado con estos ciudadanos. En ese convenio, se recogen los privilegios obtenidos en el Estatuto de 1992 y a cambio se comprometen los controladores a aceptar las creación de setecientos y pico nuevas plazas y se crean los módulos que rigen las jornadas extraordinarias, un sistema que se mantuvo vigente hasta el año 2003.
Bien este es el célebre convenio colectivo, diría yo que por ahora el convenio unigénito; toda vez que ha sido el único que se ha firmado hasta la fecha. Sólo un gobierno ha sido capaz de firmar un convenio colectivo con estos señores.
Desde la fecha de caducidad, año 2004: sin novedad señora baronesa. En el año 2008, la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez en una comparecencia en el Congreso, presentó una imagen de AENA y de los controladores, que se podría calificar de idílica, para quién tenga dudas que es además de lícito, muy sano; ahí están la actas del Congreso.
Lo demás, lo sabemos, extraña como puede enconarse tanto algo que en diciembre del año 2008 era una balsa de aceite, Malena Álvarez dixit. Pero sea por la cuestión que sea la situación en dos años ha devenido en explosiva. ¿Qué quién tiene la culpa?, tengo naturalmente opinión. Me inclino a pensar que en esto no hay buenos y malos; en todo caso: malos y peores. Pero esa es una cuestión que excede a la intención de la presente entrada.
No ha habido ningún gobierno que haya solucionado el problema, todos se han inclinado a “pastelear” y solucionar los problemas a base de parches y cesiones vergonzantes cuando no vergonzosas. Y que quede claro que cuando digo todos, esto incluye al gobierno de Zapatero que llevaba desde el 2004, pasteleando, hasta febrero del presente año.
Después Blanco se fue de cruzada y la situación le explotó al gobierno, pero lo que son las cosas, en la cara de los ciudadanos.
genial miguel, fantastico resumen. Agnadiria esto que nos decian nuestros abuelos :la avaricia rompe el saco. Y , ademas, al gobierno las cortinas de humos para tapar sus verguenzas le viene muy bien, si no las hay las crean, y esta se la han servido en bandeja de plata, pepigno, suelta el hueso ya, cogno!!!. gema
ResponderEliminar