El paripé de la huelga de AENA
Puedo comprender que resulte mezquino y molesto eso de “ya lo dije yo”; así que me van a perdonar, pero ciertamente tal y como anuncié desde el principio, la huelga de AENA va a ser desconvocada. Una huelga, ilegal por definición, artificial por innecesaria y que sólo ha servido a los intereses del ministro de Fomento, Pepe Blanco, y al de los dirigentes sindicales de AENA.
Ahora el Sr. Blanco aparece como el decidido y eficiente muñidor del pacto que ha solucionado la huelga, cuando realmente lo que ha hecho es buscar una solución a un problema inexistente y que sin la caja de resonancia de los sindicatos, con su aviso de huelga, habría seguido su camino natural sin molestar ni sobresaltar a nadie.
El Consejo de Ministros anunció que se iba a crear una empresa ad hoc para administrar los aeropuertos, vendiendo el 49% de AENA y permaneciendo en manos del Estado el 51% de la sociedad, por lo que podían afirmar, como hicieron, que se iban a mantener a los trabajadores las condiciones laborales vigentes.
Nada había pues que reivindicar, pero animado Blanco por el éxito que tuvo aquella ampliación temporal del Estado de Alarma, cuando realmente nada hacía pensar que los controladores, convenientemente militarizados, pudieran repetir el plante del fin de fin de semana de la Constitución. Digo que animado por ese éxito, pensó que los sindicatos – todo se pega menos la hermosura – podrían anunciar una huelga que aunque intranquilizara a la opinión pública, serviría por una parte para dar lustre al desgastado prestigio de las organizaciones sindicales y a él le permitiría presentarse como el superhéroe salvador de la situación.
Y así se ha hecho y en un par de reuniones de verdadero paripé se ha llegado al “acuerdo salvador”. Claro que algún daño se ha producido. Ha sufrido la tranquilidad de los ciudadanos, ha sufrido la industria turística de nuestro país, de manera muy especial la de las Baleares y Canarias, ya que se han producido anulaciones, porque las reuniones se han dilatado de manera deliberada en el tiempo, para que la amenaza que pendía sobre los ciudadanos, obtuviera el peso específico suficiente para intranquilizarlos de manera importante.
Y la farsa ha costado dinero a los empresarios turísticos y frustración a los ciudadanos, que otra vez nos hemos sentido prisioneros y víctimas, de aquellos que supuestamente defienden unos derechos, que insisto no estaban en peligro, y en ese más que dudoso ejercicio, se creen autorizados a condenarnos a ser rehenes de este obsceno paripé.
Los socialistas tienen experiencia en este tema, recordarán ustedes que los controladores aéreos eran funcionarios de la Dirección General de Aviación Civil, hasta que a un iluminado se le ocurrió transformarlos en trabajadores por cuenta ajena. Para conseguirlo se les dio todo lo que pidieron y un poquito más; no creo que haga falta explicarles como terminó este asunto. Lo del personal de AENA ofrece un clarísimo paralelismo con lo de los controladores, por tanto bien sabe el ministro de Fomento lo que está haciendo y conoce perfectamente que está creando un foco de inestabilidad laboral que vamos a terminar pagando todos.
Pero para aquellos que sostienen que bien está lo que bien acaba, advertirles que esto no ha hecho más que empezar, lo veremos todos. En este asunto sólo han ganado Blanco y los liberados sindicales en AENA que han vendido la huelga y su solución, como el resultado de la difícil tarea de su sacrificado trabajo en pro de los demás, lo que es una mentira como la copa de un pino.
Y ya por finalizar como a todo pastel le corresponde al menos una guinda, allá va nuestro inefable Paulino Rivero que en unas declaraciones, que no pueden justificar ni el presunto trastorno mental transitorio que produce el celo electoral, en las que solemne afirmó: “La posición de firmeza de Canarias, exigiendo medidas especiales, ha facilitado la firma del preacuerdo”, y se quedó tan tranquilo oiga, da vergüenza ajena ver al Presidente de los canarios haciendo el ridículo más espantoso con esa solemnidad,. Por el contrario desde las patronales canarias se disentía, acusando a los sindicatos de falta de responsabilidad y de haber causado un daño innecesario a la industria turística canaria.
Por resumir, los sindicatos, azuzados por sus dirigentes anuncian una huelga que nada podía reivindicar pues el Consejo de Ministros ya concedía lo que supuestamente reclamaban, Blanco sale a la palestra y soluciona el asunto en un pis pás. Y Rivero anuncia solemne y convencido, urbi et orbe, que gracias a la reclamación de Canarias se han arreglado las cosas.
¿Y los ciudadanos?, pues como siempre esperando resignadamente a que les suban los impuestos y ya de paso les recorten prestaciones, además de sufrir con resignación viendo como insultan a su inteligencia con asuntos tan turbios y declaraciones tan disparatas como estas y las que nos quedan hasta las elecciones.
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