El pasado sábado podíamos escuchar a D. José Blanco manifestar que el respeto que el PP tiene por los ciudadanos consiste en presentar un equipo "lleno de acusados e imputados" a los comicios autonómicos del 22 de mayo en la Comunidad Valenciana. No era una afirmación debida a uno de esos calentones a los que nos tiene acostumbrados el señor Blanco, bastaba observar las declaraciones en el mismo sentido de distintos miembros de la cúpula socialista, para saber que era algo organizado.
El día 3 del pasado mes de febrero comentaba en este blog, la ocurrencia magnífica de Antonio Hernando, Secretario de Ciudades y Política Municipal del PSOE, que anunciaba “urbi et orbe” en Sevilla que en las listas a las elecciones municipales del PSOE no habría ningún garbanzo negro, ninguna persona imputada ni "mucho menos" condenada por los tribunales.
Como sea que la realidad demostraba que las listas socialistas estaban trufadas de imputados, y así se le hizo ver, el amigo Hernando en una pirueta circense se inventó los imputados de primera y segunda división, los imputados del PP eran malos de solemnidad, mientras que los “suyos” merecían la presunción de inocencia. Para que nadie se llame a engaño, comentaba aquel ya lejano 3 de febrero que lo del socialista Hernando “podría haberlo protagonizado cualquiera de los portavoces de las distintas organizaciones políticas que pululan en nuestro país”.
Nos es un problema del PSOE, es un problema de todos y cada uno de los partidos de este país empeñados en defender a los suyos al precio que haga falta y denostar a los de enfrente sin reparar en los medios utilizados. Creo que ha llegado el momento que todos los partidos dejen de utilizar de forma torticera, acomodaticia y partidista la figura jurídica de la imputación.
La imputación es una medida garantista que permite al, hasta entonces, testigo en una Instrucción y por tanto obligado a decir verdad, que declare con asistencia letrada y sin la obligación legal de respetar la veracidad. No es una situación deseable, el Juez tiene indicios o sospecha que las cosas pudieran complicarse para el testigo y lo protege a la vez que protege su investigación. El problema radica en que la ley, por lo de la presunción de inocencia, permite a los imputados presentarse a las elecciones.
Y habrá quien me diga, con toda la razón del mundo, que una cosa es la ley y otra muy distinta la moral o la ética. Que un imputado, por tanto tachado por la sombra de la sospecha, no debiera presentarse a unas elecciones, sigo estando de acuerdo y la solución es sencilla. Bastaría que los políticos, los que se desgañitan denunciando a los imputados ajenos y cubriendo a los propios, se pusieran de acuerdo y firmaran un pacto, por el que obligaran a no presentar a ningún imputado en sus listas, aunque si vemos el resultado del Pacto contra el Transfuguismo, mejor sería dejarlo correr.
Bien, ahora les toca el turno a los que piensan que hay que ser muy prudentes con las medidas a adoptar, toda vez que sería relativamente sencillo eliminar del panorama electoral a algún adversario, buscándole alguna imputación ad hoc. Así que ya ven que no es tan sencillo, de hecho sabemos que existen personas condenadas en primera instancia, que han recurrido, y que mientras no exista sentencia firme, pueden seguir presentándose con absoluta tranquilidad.
Por tanto la posible solución al asunto sólo puede descansar en la decidida voluntad de los Partidos de confeccionar sus listas de acuerdo a un exigente paradigma ético, por encima de los intereses partidarios y demás monsergas.
Sobran los discursos y las denuncias, en estas cosas no hay nada mejor que el ejemplo, aquél que denuncie que lo haga apoyado en unas listas limpias y transparentes y si no calle para siempre. Creo que hay pocas dudas sobre la conducta de los partidos, denuncian la corrupción ajena, mientras ignoran la más cercana.
Es lamentable pero es así, lo del camello y la corcova para los canarios y lo de la viga en el ojo ajeno para peninsulares, hay que exigir que se acaben estas exhibiciones hipócritas que solamente buscan ganar ventaja electoral. Somos los ciudadanos los llamados a implementar esa exigencia, pero resulta curioso que todos denostamos la corrupción, pero –sálvese quien pueda – después votamos a listas en las que participan corruptos o sospechosos de serlo.
La corrupción es una enfermedad gravísima que acabará con nuestro sistema. O somos los ciudadanos los que acabamos con ella o ella acabará con nosotros. Este es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de los políticos, hay que ponerse en marcha ya, cuestión de supervivencia.
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Habrá llegado el momento en que los ciudadanos votemos en masa " EN BLANCO " para demostrarle a la clase política, que estamos cansados de todos ellos, de sus corrupciones, de su falta de respeto, de sus personalismos, de sus ansias de vivir del cuento durante toda la vida, de su afán de trabajar por los ciudadanos por los siglos de los siglos, de su empeño de perder dinero en sus negocios privados por amor al prójimo, de su dominio de la cosa pública en beneficio propio,de sus mentiras, de sus manipulaciones,de sus incumplimientos del programa electoral, de su etc, etc, etc.
ResponderEliminarPOR TODO ELLO: VOTEMOS EN BLACO.