Le llaman laicismo cuando no es más que anticatolicismo
La mochila de los preregrinos de la JMJ |
Llevamos una temporada que a cuenta de la visita del Papa y de la Jornada Mundial de la Juventud, evento conocido por sus siglas como la JMJ, los posos más oscuros del anticlericalismo militante que la izquierda de este país lleva impreso en su particular ADN ideológico, se han removido y han salido a la luz.
Entiendo que haya gente a la que no le guste la presencia del Papa en Madrid, entiendo que se puede estar frontalmente en contra de esa visita, entiendo que a esas personas les asiste el derecho de manifestar sus opiniones al respecto con total libertad, pero también creo firmemente que los que piensan exactamente lo contrario que estas personas tienen exactamente el mismo derecho a desear que el Papa venga a Madrid, que se celebre la JMJ y a expresarlo en el mismo plano de libertad que los que están en contra.
Todos sabemos que significa lo de laico y laicismo, pero yo me he ido al DRAE. Dice nuestro diccionario que laico significa “Que no tiene órdenes clericales” y también que es “Independiente de cualquier organización o confesión religiosa”. Por tantos los que no somos clérigos, somos laicos. Tan laico es el que se prepara para manifestarse contra el Papa y su visita, como los peregrinos que no siendo clérigos, vienen a participar de esta semana.
Hago esta aclaración, que alguien tachará de prolija u obvia, pero debe quedar claro qué quiere decir exactamente alguien, cuando se declara laico. Yo soy laico, católico pero laico, mientras que aquel que pretende declararse no creyente utilizando el término se equivoca, los manifestantes anti papa serán o no laicos, no en función de si son ateos, agnósticos o simplemente anticlericales, sino por no haber recibido orden clerical alguna y por ser independientes, si lo fueran, de cualquier organización o confesión religiosa.
Nuestra constitución consagra unos principios que conviene recordar: “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. Y añade: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”
Bueno creo que está claro que todos aquellos que se han opuesto a la visita del Papa por el supuesto laicismo de España se equivocan y creo que queda claro que la Constitución avala en la letra y en el espíritu la visita del Papa. Por tanto cabe preguntarse ¿por qué se opone la izquierda de este país a la visita papal?, no por ser laicos, que se puede serlo y ser un “meapilas” de aquí te espero, sino porque son unos anticlericales de tomo y lomo, porque todavía están instalados en posturas y acciones más propias del siglo XIX que de estos tiempos.
Resulta que los que se apellidan progresistas, están en las mismas ideas que defendían hace más de cien años, siguen empeñados en destruir la iglesia… católica, ahora por las buenas y cuando han tenido la oportunidad, por las malas. Basta leer la Constitución de la II República para percatarse del anticlericalismo militante de aquellos que la escribieron y aprobaron, aquella norma convertía a los clérigos, por el simple hecho de serlo, en ciudadanos de segunda división.
Esa fue la base legal desde la que se impulsó la feroz persecución religiosa que las fuerzas republicanas llevaron a cabo en su zona. Más de 7.000 clérigos fueron asesinados, muchos de ellos previamente torturados y los procedimientos para acabar con sus vidas fueron, en muchos casos, más propios de los mongoles de Gengis Khan que de aquellos que ahora son definidos como “defensores de la libertad y de la democracia”, a esa escalofriante cifra habría que añadir a los laicos que murieron por profesar su fe religiosa.
Así que aquí no merece la pena llamarse a engaño, la izquierda en este país ha sido anticlerical por definición y por ser más preciso y sobre todo más veraz la izquierda española es profundamente anticatólica. De ahí nacen muchas de las posiciones radicales con las que nos han obsequiado a lo largo de estas últimas semanas.
Y desde ese feroz anticatolicismo se han opuesto a la visita, han falseado la realidad, han mentido a boca llena y están dispuestos a lo que haga falta para echarle agua al vino de la visita y las jornadas, todo ello con un entusiasmo y una dedicación, que si los utilizaran para fines más prácticos y sobre todo dirigidos al interés general, mucho mejor nos iría a todos. No voy a explicar lo del gasto de dinero público por un motivo muy claro. La organización del evento ha explicado hasta la saciedad cómo se financia éste y como quiera que no existe peor sordo que el que no quiere oír, no merece la pena que insista.
Las Jornadas se llevarán a cabo porque muchísimos españoles así lo desean y porque, lo que pretenden llevar a cabo, está protegido por nuestra Constitución, me parece reprobable que se autoricen manifestaciones en contra de la JMJ, paralelas en el espacio y el tiempo, si fuera al revés las autoridades socialistas no las hubieran autorizado.
Los que sintieran la necesidad de expresar su “laicismo” tenían a lo largo del presente año, nada más y nada menos que 358 días para hacerlo, pero no, lo que les interesa es oponerse en vivo y en directo; hay que hacerlo precisamente esta semana y si consiguen que se produzca algún incidente, enfrentamiento o violencia, miel sobre hojuelas. Decía un portavoz de una de las organizaciones que se van a manifestar, que el Estado estaba sufriendo un serio peligro de recatolización y que ante ese peligro debían manifestarse. Con estos mimbres mal se puede hacer un cesto.
Todos tenemos derecho a expresar lo que pensamos, a manifestarnos, a organizar actos públicos, mientras la ley lo autorice. Esto es precisamente lo que se pretende hacer desde las organizaciones católicas, no son nadie las izquierdas para oponerse a ello, sobre todo porque como adalides de las libertades deberían preocuparse de que cualquier ciudadano pudiera ejercer la suya con total naturalidad. Presentar a la JMJ como un peligro público, al que hay que oponerse en la calle, sólo puede nacer de mentes gobernadas por la ignorancia o simple y llanamente por la mala fe.
Así que desde aquí, modestísimamente, doy la bienvenida a los peregrinos y al Pontífice, que desde siempre en este país hemos presumido, con razón, de hospitalarios. Ahora parece que la izquierda se desmarca de esto también, otra gratuita deserción de gente que se empeña en ver la realidad de la vida a través del cristal del odio, el engaño, la ignorancia y el revanchismo. ¡Qué le vamos a hacer!
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