Uno de los acérrimos defensores que le salieron el martes a la Constitución
El debate en
el Congreso de los Diputados del pasado martes en el que se debatía la reforma
constitucional que consagrará la estabilidad presupuestaria y el control del
déficit, incluyendo la medida en el texto de nuestra norma fundamental, nos ha
vuelto a enfrentar a un problema que debiera preocuparnos profundamente y que
tal como están las cosas habría que solucionar de una vez por todas. El
problema no es otro que la obscena insolidaridad de los nacionalistas, que
aprovechan cualquier ocasión por grave que ésta sea, para mercadear con sus
votos aprovechando las debilidades del gobierno de turno y conseguir
ventaja para sus particulares intereses.
Una política
irresponsable y egoísta, además de suicida, porque esta gente de CiU, PNV, ERC,
CC o el BNG, no quieren entender que en
la situación en la que nos encontramos, o nos salvamos juntos o no hay
salvación. Que se nos exige desde Europa que seamos capaces de dar una imagen
de estabilidad, que implementemos medidas de control del déficit y eso nos
alcanza a todos sin excepción.
Ayer veíamos
defender el proceso constituyente con un ardor digno de mejor causa a los que
han estado desde siempre empeñados en saltarse la Constitución a la torera, los
que son incapaces de aceptar el contenido del art. 2 de nuestra Carta Magna,
los mismos que han atacado y desobedecido el texto y el espíritu de nuestra norma
fundamental que dice: “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la
autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad
entre todas ellas.
Pudiera
parecer que sorprendentemente habían visto la luz, pero lo único que hacían era
defender sus particulares intereses, pretextando la defensa de lo
constitucional, cuando son sus verdaderos enemigos. Creo que estaremos todos de
acuerdo, independientemente si nos gusta o nos disgusta el hecho, que esta
reforma nos viene impuesta desde Europa, que Zapatero nos ocultó esa exigencia,
que fue ZP quien marcó los tiempos en este asunto, de tal manera que hiciera
imposible la reflexión, el debate político y mucho menos la intervención popular
en el presente proceso; ha sido voluntad de Zapatero que esto sucediera como ha
sucedido.
De nada sirve
llorar sobre la leche derramada, existe un responsable de la decisión y de su
resultado, pero eso no justifica la obscena exhibición que han llevado a cabo
los distintos nacionalismos, que de inmediato pusieron condición a su voto, y
que de haber sido aceptadas sus peticiones hubieran defendido el martes la reforma con el mismo ardor y
convencimiento impostado, que el portavoz del PSOE defendió el abandono al culto
del “santo déficit”.
Se anunció la
reforma y de inmediato se puso en marcha el automatismo político nacionalista
de condicionar su sentido de voto, en función de lo que “cobraran” a cuenta de
su ayuda. Los de Coalición Canaria se mostraron inclinados a votar
afirmativamente, siempre y cuando se añadiera a la Constitución un texto que
garantizara su especial financiación, los del PSC y CiU, se mostraban de
acuerdo siempre y cuando a ellos no les alcanzara la medida que pretende fijar
el límite de endeudamiento, los del PNV querían que, aprovechando que el
Támesis pasa por Londres, se incluyera en la Carta Magna el derecho a la
autodeterminación de los vascos. Todo un ejemplo de responsable preocupación
por el interés general de España y los españoles.
Todas estas
exigencias que se hubieran atendido o cuanto menos negociado en cualquier otra
ocasión, se han podido ignorar ante el acuerdo previo entre el PP y el PSOE que necesitaban de la obligada mayoría reforzada que exige
cualquier reforma constitucional.
El poder
insolidario de los nacionalistas nada ha podido porque por primera vez en mucho
tiempo las dos fuerzas políticas más importantes con representación en el
Parlamento estaban de acuerdo, eso y no otra cosa fue lo que descolocó ayer a
los distintos nacionalismos que se encontraron como gallinas sin nidal, ante
una realidad a la que no está acostumbrados: No tenían a nadie a quién
chantajear.
Se nos ha
indicado el camino; para poder gobernar España con garantías es necesario que
los partidos de ámbito nacional se ocupen, lejos de partidismos estériles, de
la defensa del interés general sin que la representación nacionalista pueda
torcer las medidas necesarias y ya de paso "aligeren" las arcas públicas en
beneficio de políticas excluyentes, profundamente insolidarias.
No podemos
permitir que los que no creen en España, los que no aceptan la España que
consagra nuestra Constitución, sean los que decidan con sus votos, políticas de
interés nacional. No tiene sentido y habrá que apelar al patriotismo de los
partidos con mayor representación para que lleven a cabo una profunda
reflexión, nuestra Constitución nació del consenso y ésta es la virtud que
deben aplicar, al menos, en asuntos de importancia capital para todos.
Hay que abrir una
puerta a la colaboración puntual entre socialistas y populares, porque los
nacionalistas que se llevarán un correctivo a lo largo del presente debate, se
van a cobrar con intereses leoninos cualquier “colaboración” que necesite un
futuro gobierno que no cuente con mayoría absoluta y necesite de sus votos. Que
nadie olvide que todos van a cobrarse con intereses este fiasco que ayer se
puso de relieve en el Congreso de los Diputados, para eso los nacionalistas
tiene una memoria muy larga.
Hablo del
obligado consenso que a todos nos alcanza cuando se tratan asuntos importantes
para el interés general, a los que temen el presunto bipartidismo que pudiera producirse, les
animo a conseguir que el resto de partidos de implantación nacional, IU pudiera
ser el ejemplo, conciten las voluntades
suficientes que les permita adquirir el peso específico suficiente como para
tener influencia en la política nacional.
Hay que acabar
con el poder nacionalista en el Congreso de los Diputados, hay que terminar con
la presente situación, en la que nacionalistas de toda laya y condición saquean
de manera reiterada y contumaz las arcas del Estado, aprovechando las
debilidades del sistema, no para servir al interés general que nada les
preocupa, sino para fortalecer sus posiciones insolidarias e inaceptables.
Lo pudimos ver el pasado martes,
ahora el patriotismo de todos debe hacer el resto.
|
Muy bueno su articulo sin desperdicio sinceramente es usted claro con sus opiniones saludo
ResponderEliminarMuchas gracias,eso pretendo, decir lo que pienso con la máxima claridad posible.
ResponderEliminarLa futura CiU pidio cosas que recoge el Estatuto catalan. Si aceptaron la Constitución actual no es por creer en ella. Es por convenirles. Luego dicen la ley es la ley cuando les conviene. Cuando les jode. Que el pueblo decida aunque sea ilegal.
ResponderEliminar