Para lo que me queda en el convento…

Salgado en Washington

Esta gente del actual gobierno sigue instalada en el disparate, porque aunque cueste tenerlo presente, es cierto que todavía Zapatero y sus ministros, siguen a cargo del gobierno de la nación. Comprendo que la situación resulte extraña, está claro que ni al que asó la manteca se le hubiera ocurrido anunciar la fecha de disolución de las Cortes con la antelación que lo hizo ZP, supongo que se empeñó en finalizar su mandato imponiendo su desastrado y desastroso estilo.

El problema está en que esta agonía voluntaria solo ha servido para que Zapatero y sus ministros se pusieran a las órdenes de Rubalcaba, lo que ya supone una barbaridad y para que llevaran a cabo la difícil misión de empeorar, más aún, el panorama que todos contemplamos y además sufrimos. Estoy convencido que están jugando premeditadamente al inicuo juego del “cuanto peor, mejor”, al objeto de dejar tras de sí una espacio político y social absolutamente desolado.

Y todo lo que antecede viene a cuento porque hace dos o tres días Elena Salgado, nuestra aún vicepresidenta económica, viajó a Washington para asistir a las asambleas generales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial; lo hacía por última vez, ante la inminencia de las elecciones generales. Una visita que debiera haberse saldado con eso tan socorrido de “… bueno pues hasta aquí hemos llegado, ha sido un placer, muchas gracias por todo y ya saben dónde nos tienen para lo que ustedes quieran…”. Una visita protocolaria que debiera haberse cerrado sin pena ni gloria.

Pero en esa política de tierra arrasada, en la que parece están instalados los miembros del gobierno zapateril, nuestra dilecta ministra de Economía y Hacienda, se ha permitido montar un numerito en los medios de comunicación ¡al propio FMI! He de suponer que cómo en la reunión la ministra pintaba poco, tirando a nada y esas reuniones deben ser un tostón de los de alivio;  aburrida, harta de todo y de todos, decidió poner los focos de la atención mediática sobre su persona y declaró en una rueda de prensa, que entendía que España no tenía razón alguna para encargar una auditoría externa sobre su sistema financiero, para devolver la confianza a los mercados.

La pregunta de los medios a Salgado y su respuesta viene dada por unas declaraciones anteriores del director para Europa del Fondo Monetario Internacional, que debe andar el hombre preocupado por nuestra situación y  que había afirmado durante el transcurso de las sesiones que “Sería positivo que alguien de fuera hiciera una valoración de la situación de la banca española, como se hizo con éxito en Irlanda”

Bueno yo no voy a entrar en la oportunidad de esas declaraciones, porque no son demasiado oportunas, pero creo que la  ministra debiera procurar estar a bien con el FMI a cualquier precio. Habrá quien mantenga que Elena Salgado lo que ha hecho es defender el prestigio de nuestra banca ante los mercados, yo lo que digo es que es tarde para acordarse de la dignidad, hace mucho tiempo que no estamos en situación de ponernos “dignos”. Al fin y al cabo esta ministra es la misma que cuando la crisis de la deuda el pasado mes de agosto, aceptó humildemente que “Europa” – léase Merkel y Sarkozy -  nos impusiera una modificación constitucional como condición para llevar a cabo la compra de deuda española y se la comió con papas.

Nuestra situación me recuerda irremisiblemente a la del “cliente” en la antigua Roma, un figura a la que se acogían ciudadanos libres que voluntariamente se ponían bajo la protección de una persona rica. Una figura, la de la clientela, que en los primeros tiempos suponía una relación íntima y casi sagrada entre patrón y cliente, pero que se convirtió durante el Imperio en una relación de alquiler: el cliente pasó a ser una figura decorativa, mal pagada y peor tratada, en el séquito de su señor.

Bueno pues cambien ustedes al patrón romano,  por el FMI y “Europa” y al cliente, por España y ahí tienen perfectamente definida cuál es nuestra situación actual. No digo que debamos aceptar mansamente todo lo que se nos imponga, pero estas cosas no se discuten en los titulares de los periódicos, si lo que realmente se persigue es defender los intereses nacionales. De hecho ya se ha filtrado a la prensa que en el FMI no ha gustado nada la salida de pie de banco de Elena Salgado en su despedida oficial, claro que a ella y a su gobierno les va a dar igual, el que venga detrás que arree.

Habrá quién pretenda que Elena Salgado ha defendido el honor nacional, otros creemos que se niega a lo de la auditoría externa de nuestros bancos, porque conoce su situación y prefiere que ésta no se sepa, que la cosa ya no está para demasiados líos.

De todas maneras tal y como estamos, listos de papeles en mitad una “tormenta perfecta”, con una crisis que no perdona a nadie, creo que resulta imprudente darle en la boca en público al FMI, estas cosas se pagan y nosotros francamente no estamos ya para pagar nada.

Así que ya ven ustedes como están las cosas, hemos pagado un viaje a Washington a Elena Salgado y a su séquito para que la ministra se haya dado el regalado gusto de hacerle un feo a los de la pasta. Supongo que pensaría aquello de Luis XV “après moi, le déluge” – después de mí el diluvio – porque con lo fina y educada que es, me resulta imposible sospechar que pensara eso tan escatológico de “para lo que me queda en el convento, me c… dentro”.

Aunque pensara lo que pensara, el resultado ha sido el mismo, “mosqueo” importante del FMI y problemas añadidos para el relevo que llegue el 20 N.


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