Rubalcaba I “El recaudador”

Rubalcaba le quitará el dinero a los ricos para dárselo a los pobres

Ayer comentábamos en el post una de las múltiples personalidades con las que nos está sorprendiendo Rubalcaba en esta precampaña: La de nacionalista acérrimo encantado con la inmersión lingüística, la prelación de las leyes catalanas sobre lo que determine el Constitucional y lo que haga falta. Hoy le toca a esa afición que, repentina, ha invadido el pensamiento rubalcabiano y que le convierte en un auténtico recaudador al viejo estilo,  conviene no confundir esta figura con la de los pobres inspectores de Hacienda, que bastante tienen con lo suyo como para que encima los comparen con Alfredito.

No se recordaba entre los más viejos del lugar, a nadie tan empeñado en imponer impuestos nuevos y viejos con la decidida vocación de asar a los ciudadanos con  nuevas exacciones y gabelas. Bastante “perjudicada” anda la economía de los ciudadanos como pensar siquiera en castigarla ni una “mijita” más. Pero dice Alfredito que él es de la escuela de Robin Hood, aunque a mí me recuerda más al Pernales que quieren que les diga y está empeñado el hombre en afirmar que si consigue la confianza de los ciudadanos se va a encargar en compañía de Carme Chacón de sacarle los cuartos a los ricos para dárselos a los pobres.

Claro está que esta es una nación muy antigua, la más antigua de Europa, que a lo peor  se le ha olvidado el detalle en ese viaje electoralista a Barcelona; una nación y unas gentes que han visto pasar por sus calles y plazas a los mejores cuentistas y correveidiles del universo. Una nación que ha sido cuna y patria de los más afamados pillos, arrebatacapas, trileros, cortabolsas y tomadores del dos que en el mundo han sido. Una nación que ha disfrutado con las aventuras de sus pícaros, capaces con sus hazañas de merecer la creación de un subgénero literario – la novela picaresca - para que ahora este avejentado portavoz del gobierno de los GAL, venga a comernos dulcemente la orejita en un impúdico y falaz intento de llevarnos al huerto o a la urna que para el caso, es lo mismo.

Pero como si digo lo que pienso, mis amigos zurdos me acusarán de manipulador, simplificador, demagogo dialéctico, sofista y unas cuantas cosas más que no vienen a cuento, me voy a amparar en la vieja figura de la “auctoritas”, que como saben ustedes es el reconocimiento que disfrutaban en la vieja Roma aquellas personas o instituciones que tenían una destacada capacidad moral para emitir opinión cualificada sobre cosa u opiniones en disputa.

Así que para evitarme problemas, me acojo a la reconocida auctoritas de César Molinas un caballero que, entre otras cosas, es licenciado en Matemáticas y Doctor en Económicas por la Universidad de Barcelona, MSC en Econometría y Matemáticas Económicas por The London School of Economics and Political Science y que trabajó durante diez años para el Gobierno de España. En esta etapa fue Director General de Planificación y responsable de la gestión de Fondos Estructurales. Ha sido Director de Análisis Económico y Relaciones Institucionales de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y  Consejero de numerosas compañías públicas españolas y se ha dedicado a la investigación y a la docencia. Pero además de todas estas singularidades, sin duda maravillosas e incluso algo misteriosas para el común de los mortales, reúne dos condiciones que resultan fundamentales para mi argumentación.

Una, publica de forma habitual en El País y  dos, hoy lo ha hecho con un artículo en el que le da a Rubalcaba un repaso de primera categoría, un repaso que no se lo saltaría un torero checoslovaco con alpargatas.

Así que si es el propio rotativo, fuente de la que beben todos los  progresistas que en este país pululan, si es El País el que me pone en bandeja los argumentos, gracias al artículo de D. César Molinas, para que voy a decir lo que pienso sobre las cositas de Rubalcaba, que siendo exactamente las mismas que describe nuestro experto, si lo digo yo, los zurdos se van a poner como panteras y si lo dice D. César, guardarán un resignado silencio y quizás salvemos a alguno, si lo movemos a reflexión.

En primer lugar nos explica Molinas como fue lo de “cargarse” el Impuesto sobre el Patrimonio, que también tiene su guasa. Nos cuenta D. Carlos que allá por el año 2008,  a Zapatero, que había invitado a una cena a los principales empresarios españoles, se le ocurrió preguntar a sus invitados si pagaban el impuesto sobre el patrimonio. Se vio sorprendido por un hecho que a ZP le  pareció asombroso, ninguno de los ricos, pero ricos de verdad que habían cenado en Moncloa, pagaba el dichoso impuesto. Y no lo pagaban  cumpliendo con la legalidad vigente, en ese mismo momento decidió suspenderlo. Que ya ven ustedes como se toman algunas decisiones importantes en este país.

Nuestro experto califica al impuesto que ahora se ha recuperado a instancias de Rubalcaba como una anomalía fiscal que afectaba fundamentalmente a las clases medias, sólo existe en España y de una manera muy distinta y parcial en Francia. Continúa César Molinas en su artículo, cuya lectura recomiendo, explicando como sabemos, que el impuesto se suspendió en 2008, por su falta de equidad, y ahora se ha recuperado. Y se pregunta ¿Significa esta restauración que los comensales del banquete de Zapatero van a comenzar a pagar el impuesto sobre el patrimonio? Contesta contundente ¡Por supuesto que no, faltaría más! El impuesto no ha cambiado, solo se ha elevado el mínimo exento: sigue siendo un impuesto sobre las clases medias.

Y continúa ¿Mienten Rubalcaba y Blanco cuando dicen que "el PP intenta ahorrar esfuerzos a los patrimonios más grandes", o también que "no es justo recortar la educación sin pedir un esfuerzo a los que más tienen"? Responde Molinas: Si se les supone un cociente de inteligencia superior a la temperatura ambiente, y creo que eso hay que hacerlo, hay que concluir que sí. Mienten bellacamente.

Y para rematar afirma que “Lo que sí sé es que el tema central de la campaña (los impuestos para los supuestos ricos) es un insulto a la inteligencia”. Y no contento con lo hasta aquí expuesto, hace una afirmación que a mí me parece muy importante: Los 160.000 “ricos” que se supone van a pagar el impuesto son en realidad “el chivo expiatorio que oculta la enorme responsabilidad del Gobierno saliente por su frívola gestión de la crisis”.


Lo dice un experto, un hombre que ha trabajado en la Administración, un colaborador de El País, así que yo prudentemente callo. ¿Para qué voy a añadir nada? todo ha quedado meridianamente claro.


Rubalcaba nos miente como un bellaco, nos lo dicen desde El País. Ya no hay más que hablar.

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