Al final va a ser que, son todos de Acción Católica
Pepiño, ahora un santo laico |
A pesar
de que uno tiene ya una edad considerable y de la presunta experiencia que eso
me pueda aportar, no puedo por menos que reconocer que me han dejado
boquiabierto las explicaciones que ha dado Pepiño Blanco sobre el asunto de
Dorribo, lo de la cita clandestina en la gasolinera ¿qué clandestina es
exagerado?, pues vale la cita discreta
en la gasolinera y los 400.000 euros que dice su colega que se le ha dado, al
objeto de que pasara al terreno de los hechos el pensamiento que Blanco parece le
trasladó: “Si tú te portas bien con nosotros, nosotros nos portaremos bien
contigo”.
El asunto
pinta mal; Dorribo no le ha contado sus cositas a un periodista o a un amigo
deslenguado que se haya ido de la mui, el amiguete del ministro se lo ha contado
a una juez, con asistencia letrada y ha ratificado su declaración y la ha
ampliado, a lo largo de otra deposición en la que durante horas ha hablado y
aportado documentación, que es de suponer, apoya la veracidad de sus asertos.
El asunto ha olido mal desde el principio. Lo más extraño –para que vamos
a engañarnos – no es la acusación de la comisión del cohecho, a eso por
desgracia estamos muy acostumbrados, lo que llama la atención ha sido la
conducta de Blanco que lleva dando largas cambiadas al negocio, desde que éste
saltó a los medios. Como primera medida se mantuvo en un sorprendente silencio,
todo el mundo hablaba, pero Pepiño que de golpe había perdido su marcado
interés por los micrófonos y cámaras de televisión, permanecía silente.
A los
cuatro días, tras que se conociera la comisión de unos extraños robos, que se
habían llevado la documentación y los discos duros en los que estaba guardada
la contabilidad de las distintas empresas de Dorribo, el presunto “pagano”, se
decidió a hablar. Se me dirá que hacer coincidir la declaración de Blanco con
el robo, es una maldad, yo digo que en todo caso fue una imprudencia cuya
responsabilidad recae sobre quien la cometió, es decir Pepiño.
Dijo el
ministro básicamente dos cosas, una que había dado orden a sus abogados para
que interpusieran una querella contra Dorribo y dos que “no había caso ni lo habrá”, se cerró en banda
y se limitó a repetir la frase, con una sonrisa y una expresión en su rostro,
que a mí irremediablemente me recordó a la del gato que se ha zampado la leche,
lo siento pero es así.
Bien,
al final y por no cansarles, escudándose en excusas de mal pagador, Blanco
todavía no se ha querellado contra su presunto calumniador, que además se ha
hecho fuerte y por boca de su abogado ha advertido que está esperando que
Blanco se querelle, porque tiene documentación que acredita que lo que ha
denunciado es cierto y le va a dar con ella hasta en el cielo de la boca.
El
problema es grave y lo es mucho más si consideramos que el acusado de percibir
dinero mal habido es un ministro del gobierno, concretamente el ministro que
más presupuesto maneja , que además es el número tres del PSOE y que sería muy
libre de no defender su honra, presuntamente mancillada, si fuera un ciudadano
particular. Siendo el que es y representando lo que representa, nos debe a
todos una explicación lo más detallada posible y desde luego si consideramos
que en circunstancias parecidas protagonizadas por cargos públicos del PP,
Blanco exigió desde el primer segundo la dimisión del popular de turno, sería
bueno que se aplicara la misma medida, que tan indignadamente exigía para los
demás.
Y si
resulta que, como el PSOE sostiene, Dorribo es un chorizo, que está empapelado
y tiene una mala fama que niega credibilidad a sus declaraciones, habrá que
preguntarse qué coño hacía un ministro reuniéndose a escondidas con un elemento
sospechoso, en una gasolinera, a solas, sin otra presencia que la de un escolta
y el chófer.
Bueno,
todo esto es viejo y ya lo hemos comentado aquí, aunque seguimos esperando la
querella y una explicación plausible. Pero Blanco sigue sin querellarse, sabrá
él cuáles son los motivos que le aconsejan esa extremada y delatadora prudencia
y se ha negado a dar explicaciones en sede parlamentaria, aunque haya que
reconocer que Pepiño ha hecho un esfuerzo y ha dedicado parte de su valioso
tiempo para explicarse con los ciudadanos; aunque me parece que ha sido peor el
remedio que la enfermedad.
Y como
es un ceporro que no sabe lo que se lleva entre manos, ejerciendo de portavoz
del gobierno, se le ocurrió decir urbi et orbi – nunca mejor dicho – que él era
creyente y que todas las noches hace su examen de conciencia y que no tiene
nada de lo que arrepentirse. Es que fue decir eso y la jauría de periodistas se
quedó paralizada y en silencio, creo que a los de Público y El Plural incluso hubo
que hacerles el boca a boca, pero no me hagan mucho caso, porque ese es un
aspecto que no he podido confirmar.
Soy
creyente y tengo la conciencia tranquila y ¿ya está?, no voy a entrar en una discusión sobre lo de la
conciencia laxa, aunque está claro que la conciencia es una cuestión de fuero
interno y el cohecho del que se acusa a Blanco pertenece por definición a lo
público. No sé si será cierto que Blanco es creyente, es un asunto privado que
nada significa en lo que hace referencia a la culpabilidad o inocencia en este
asunto. Pero en todo este jaleo, sí hay algo que entra en el terreno de lo milagroso; pudiera ser que Blanco tenga
una fe importante, de esas que mueven montañas, porque no habiendo multiplicado
jamás, que se sepa, panes y peces, sí parece ser capaz de multiplicar su dinero
de manera absolutamente taumatúrgica.
Blanco
gana como ministro unos 54.000 euros limpios al año, si a ello se suma lo que se
lleva de su actividad parlamentaria, llega a todo tirar a los 66.000. Con estos
ingresos declarados, Blanco se ha comprado en menos de tres años dos casas, una
de ella de un valor “escriturado” de 670.000 euros, la otra no sé cuánto le ha
costado, pero sí es una buena casa, paga las dos hipotecas, tiene dos coches y
paga por la educación privada de sus hijos 5.200 euros al trimestre, su
mujer ayuda a la economía familiar con unos ingresos de unos 1600 euros mensuales. Con sus ganancias,
resulta sino imposible, sí muy improbable mantener este tren de vida, a no ser
que tenga el poder de multiplicar el dinero, o existan otras ganancias que no
han sido declaradas...
Parece que cualquier excusa es buena con tal de salir del
apuro; a no ser que al final resulte que todos estos del gobierno son unos
buenos chicos provenientes de la Acción Católica, la mayoría de ellos de
buenísimas familias de derechas de toda la vida (que eso sí es cierto) y que
los llevó por el mal camino el Zapatero ese, que es un liante de mucho cuidado.
Que después
de defender el aborto, el matrimonio homosexual, la muerte digna, los ataques a
la Iglesia Católica, ahora Pepiño se intente “acoger a sagrado”, y exhibir su
condición de creyente como coartada que justifica su honradez, no hace otra
cosa que demostrar la repugnante calidad ética de Blanco. Estos tipos son
capaces de cualquier cosa, su conducta lo demuestra y lo dejó ahí, porque creo
que es suficiente.
De
todas maneras Blanco, los suyos y todos los demás deberíamos recordar aquel
viejo refrán que reza: “Con beatas y beatos, mucha vista y poco trato”. Creo
que es lo mejor que podemos hacer con Pepiño; los tratos que los tenga él con
la Justicia y, ya que es creyente, en todo caso con su confesor.
Y si
resultara que finalmente Pepiño Blanco es un santo digno del mayor respeto, que
el ministro tenga presente que en esta vida además de ser bueno hay que parecerlo; no vaya a ser
que le pase como al santo del refrán que reza: “Santo que no milagrea, a
oscuras se queda”. Si ha “milagreado” con su dinero y es un hombre honrado a
carta cabal que lo justifique ya, sino ya sabe que le va a tocar quedarse a oscuras.
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