A Pepiño se le acaba el tiempo y le crecen los enanos
Resulta
extremadamente curioso el empeño que tiene Pepiño Blanco en no querellarse con
el empresario que anuncio y por lo visto denunció, que había engrasado la
voluntad de Blanco y que la fiesta le había salido por un pico. Nada más y nada
menos que 400.000 euros de sus entretelas le habría presuntamente costado
ablandar la voluntad del ministro de Fomento, portavoz del gobierno y si no me
engaño Secretario de Organización del PSOE.
400.000 del
ala para que Blanco se “portara bien con Dorribo” y otra pasta gansa para uno
del PP y otro del BNG, que lo que son las cosas dimitieron en cuanto se publicó
la noticia; que hay que ver lo raro que resulta que en este país de nuestros
pecados alguien dimita. Pues ya ven ustedes de los tres elementos denunciados
por este Dorribo, dos se fueron a casita, protestando su inocencia, pero
dimitieron para no perjudicar a sus respectivos partidos políticos; mientras
Blanco hacía oídos sordos a la espinosa cuestión y se mantenía terne en todos
sus cargos.
Llama la
atención que Blanco, contrariamente a lo que hicieron sus compañeros de
denuncia, que actuaron con una diligencia llamativa, guardara un silencio
espectacular durante cuatro largas jornadas, antes de abrir la boca en una
comparecencia en la que, en una conducta de manual, proclamó su inocencia. ¿Por
qué espero cuatro días Blanco para desmentir a Dorribo? Bueno hay mucha gente que parece tiene
respuesta para esta “disfunción”, para este curioso y llamativo retraso.
Los hay, gente
probablemente muy mal pensada, que relacionan la ruptura del estruendoso
silencio del “honesto” Blanco, conste que lo del honesto se le ocurrió a Rubalcaba no a mí, con unos extraños robos,
que con la misma técnica y en distintos momentos y lugares se llevaron a cabo y
que, lo que son las cosas, se limitaron a sustraer la contabilidad de las empresas del denunciante. Unos robos
llevados a cabo con una técnica depurada, extremadamente profesional y que
demuestran que los papeles y discos duros en los que se recogían los “números”
de las empresas de Dorribo, tendrían una información muy importante y que
alguien estaba dispuesto, por la razón que fuera, a evitar que se pudieran
consultar.
Bueno pues
casualidades de la vida, que como todo el mundo sabe es muy complicada y
puñetera, la decisión de Blanco se produce de manera casi inmediata a esos
misteriosos robos. ¡Oiga usted! ¿y eso
qué tiene que ver con Blanco y su rueda
de prensa? Pues no lo sé Dª María, pero no dude usted que con el tiempo se
sabrá quién robó esa documentación. Yo
me limito a señalar la coincidencia, así que con su permiso volvamos a la
comparecencia. En ella Pepiño se limitó a afirmar reiteradamente que “no
había caso, ni lo habrá” aunque reconoció haberse reunido con su denunciante,
que le propuso llevara a cabo una serie de gestiones ante la ministra de
Sanidad, que aceptó el encargo, pero que
realmente después no hizo nada.
Eso sí afirmó
que había dado instrucciones a sus abogados para que interpusieran
inmediatamente una querella contra el denunciante, con el fin de que su buen
nombre quedara limpio de cualquier sombra de sospecha. Bueno una conducta
lógica al fin, dejemos aparte lo de los cuatro días de sepulcral silencio que
extraña en una persona tan aficionada a los micrófonos; olvidemos los extraños
robos; intentemos no tener presente la cita clandestina en la gasolinera;
pasemos por alto las denuncias de la juez que instruye el caso, que afirmó que
agentes del CNI la controlaban; tampoco hay que ser demasiado tiquismiquis, al
fin y a la postre, tarde y mal, pero Pepiño anunciaba una querella contra su
denunciante y parecía que ese anuncio
podía ser un acto que devolviera a la normalidad la extraña, extraña por
infrecuente, conducta de Blanco en todo este asunto.
Pero resulta
que han pasado los días y Blanco no se ha querellado. Su abogado se ha limitado
a dirigir un escrito a la jueza que
lleva el caso, solicitando el acceso al sumario de instrucción con el fin de
verificar las afirmaciones relacionadas con el presunto delito de calumnias
mediante el levantamiento parcial del secreto sumarial. Así que realmente lo
que ha hecho la defensa es intentar averiguar qué diablos conoce del asunto la
jueza. Que una cosa es querellarse de frente y otra muy distinta es intentar
averiguar hasta donde llega el conocimiento de la juez en esta cuestión.
Se me dirá que
es una medida prudente del abogado y yo digo que no vale, que Blanco anunció
una querella, que queda como muy macho, pero a la hora de la verdad lo único
que intentan él y su defensa es averiguar cuanto sabe la jueza de todo este
oscuro y sobre todo feo asunto. A mí me van a perdonar ustedes por la manera de
señalar, pero no me parece esta la conducta de alguien que no tema nada de la
acción de la Justicia. Prudencia dicen, bueno, a mí me parece más precaución y
habrá que preguntarse de qué tiene que precaverse Blanco, si es cierto que como
afirma es inocente. Aunque tampoco lo dijo así, lo que dijo es que no había caso
ni lo habría, que es sutil pero claramente distinto.
No me vale la
excusa de que es necesario para la defensa conocer quién fue exactamente el que
llevó a cabo las declaraciones, para así poder presentar la querella
correspondiente, porque no es cierto. El delito de calumnia se puede perseguir
interponiendo una simple denuncia cuando se dirige contra una Autoridad por
hechos cometidos en el ejercicio de su cargo, como sucede en este caso e
incluso se puede perseguir de oficio.
Si nada ha
habido ni de lejos, que pueda relacionar
al ministro con un cohecho, que es lo que se mantiene desde el PSOE ¿a que
viene esa necesidad perentoria de averiguar que sabe, que conoce la jueza? No
parece una conducta que se compadezca con la inmaculada honradez de la que
presumen Blanco y los socialistas. No se ha querellado y lleva a cabo acciones
legales exploratorias para intentar saber cómo está el sumario. No voy a decir
lo de blanco y en botella por redundante, pero desde luego si algo tiene plumas
blancas, pico amarillo, anda como si tuviera los pies planos y hace cuac cuac,
se puede afirmar que sin duda hablamos de un pato.
Que si
Rubalcaba une su destino a la apuesta por la
inmaculada honradez de Blanco, será porque todos tienen mucho que
callar, pudiera ser cierto pero eso es harina de otro costal y queda para otro
día. La situación de Blanco es muy difícil, la propia elección de un súper
abogado que debiera pagar Pepiño y no nosotros, que esa es otra, señala la
preocupación del ministro.
Que hace bien
en preocuparse porque en Madrid, lejos de la maldita gasolinera, asoma las
orejitas otro lobo y parece que empiezan a preocupar las “particulares”
relaciones de Pepiño con otro empresario gallego que se ha llevado obras de
Fomento por más de 500 millones de euros y que parece tiene muchas cosas que
decir en la privatización de Barajas.
Así que
probablemente sea muy lícito afirmar que la conducta de José Blanco resulta
¿sorprendente?, no, yo diría que sospechosa, lo siento pero es así. Mientras
tanto a Pepiño se le acaba el tiempo y le crecen los enanos
Feliz día de la
Fiesta Nacional de España, que hoy celebramos.
Pues si usted no se querella contra su denunciante por calumnias, es porque su denunciante tiene pruebas de lo que dice y usted lo sabe. No nos engañe más, Pepiño, no nos cuente más cuentos. Feliz día de la Hispanidad para todos.
ResponderEliminarSinceramente, ya no salen ni las palabras...la única que me queda es impotencia e injusticia...
ResponderEliminarSaludos desde Madrid