Comienzan las hostilidades
El nuevo gobierno |
La
acción del nuevo gobierno se empieza a notar, no voy a hablar de la reacción de
los “mercados” o la bolsa, porque a la vista está que las reacciones han sido
medianamente buenas. Desde el mundo del dinero y la inversión se ha dado un
margen de confianza al nuevo gobierno de España. El silencio sobre este tema de
las terminales mediáticas más afines al PSOE lo demuestra; nada dicen, porque
de hablar deberían hablar para bien y eso ya sería pedirles demasiado.
En otros
aspectos se percibe la acción reformista de un ejecutivo dispuesto a poner
orden y rigor en una serie de asuntos que rozaban el escándalo público. Así,
por ejemplo, García Margallo, el nuevo ministro de Exteriores ya ha anunciado que va a
acabar con los embajadores “políticos”, es decir aquellos que no perteneciendo
a la carrera diplomática, ostentaban tal representación en premio a sus
servicios al PSOE. Moratinos y la “Trini”
convirtieron las embajadas españolas en el dorado refugio de una serie de
destacados socialistas que han trabajado para el gobierno de ZP y desde luego no resulta
honesto pagar las deudas partidistas con el dinero de todos los españoles.
El
ministro del Interior se ha reunido con la AVT. Una reunión que más allá del
propio contenido de la misma, tiene una intención clarísima, pretende demostrar
públicamente el respeto que por las víctimas del terrorismo siente el nuevo
gobierno, que ya ha manifestado que ésta es una reunión preliminar y que sobre
el quince de enero se volverá a reunir con la AVT para tratar temas de interés
para las víctimas. Un gesto muy claro del gobierno de Rajoy.
La
política de recorte de las subvenciones, más de 12.000 millones al año, que
mantenía el gobierno saliente, va a crear problemas sobre todo en Cultura. Si
Rajoy cumple lo que prometió van a acabarse las subvenciones “nominativas”, y éstas
se encuentran en su mayoría en ese departamento que verá desaparecer gran parte
de las partidas que con nombres y apellidos se destinaban presuntamente a
promocionar la cultura.
Pero
además de estos asuntos, existen dos temas muy importantes en los que el
gobierno se va a encontrar con adversarios muy poderosos, por una parte la
congelación del SMI (salario mínimo interprofesional) y los sindicatos y por
otra la banca y la rebaja y liquidación a precios reales, de todo el parque de inmuebles con
los que se han tenido que “cobrar” las entidades bancarias, los impagados de
sus clientes.
La
congelación del SMI, que parece ser se ha comunicado a UGT y CC.OO. por parte
del gobierno, ya ha sido convenientemente filtrada a la prensa y contestada,
entre otros por Valeriano Gómez el ex ministro de Trabajo socialista. No sé si
la comunicación anticipada a los sindicatos de la voluntad de llevar a cabo esa
congelación y dejar el salario mínimo en los 641,40 euros en los que está
fijado ahora mismo, se ha hecho con la intención de que los sindicatos tengan
la ocasión de expresarse públicamente, protestar, etc., para que al final eso
quede en nada o, por el contrario, sirva a los sindicalistas para ir engrasando
la máquina reivindicativa, que tarde o temprano tendrán que echar a la calle,
máquina que efectivamente necesita de un engrase, toda vez que mientras el PSOE
ha gobernado, los sindicatos han procurado no molestar lo más mínimo al
gobierno socialista.
Lo del
SMI es un asunto que da mucho espacio para la demagogia, de nada servirá
explicar que sólo un 1% de los trabajadores españoles perciben ese salario, por
lo tanto la incidencia real de la medida, no creo que cuantitativamente dé como
para armar demasiado jaleo. Dada la extraordinaria rigidez de nuestro mercado
laboral, el aumentar el salario mínimo a una cantidad más alta y menos indigna,
1.000 euros por ejemplo, de manera automática mandaría a muchísimos
trabajadores al paro. Es así, no creo que nadie piense que un empresario
pagaría a alguien los mil euros, si pensara que el trabajo de su empleado vale menos que esa cifra.
Por
otra parte cabe hacer una reflexión, el SMI no es una garantía, es simplemente
una referencia, si su cuantía fuera la referencia real para establecer los salarios
reales y los empresarios fueran esa gente empeñada en pagar lo mínimo, en
España, muchísimos trabajadores cobrarían ese salario y no los desgraciadamente
ya famosos 1.000 euros que parece es el salario tipo en España.
Por lo
tanto la incidencia real de la medida, siendo como es importante por afectar
como afecta a gente con muy pocos medios, es muy pequeña. Puede que alguien
piense que estoy a favor de la medida, pues no es así, naturalmente que no,
tampoco estaba a favor de la reducción del sueldo de los funcionarios y se hizo
y callé, aun cuando me afectaba, ni a favor de la congelación de las pensiones
que, lo que son las cosas, también me afectó y guardé silencio. Pero entiendo
que en tiempos de emergencia nacional hay que estar a lo que se disponga.
A
cambio de esta conformidad, espero que en el otro asunto, el de la banca, el
gobierno mantenga la misma firmeza y claridad. El nuevo gobierno pretende
forzar a las entidades a poner en el mercado, cuanto antes, los activos inmobiliarios
al precio que sean capaces de conseguir
y los que resulten invendibles, sean valorados en sus cuentas de forma realista,
considerando el valor real del suelo a precio de mercado. Eso supone a la banca
importantes pérdidas, que obligatoriamente deberán provisionar.
Actualmente
los bancos tienen unos 70.000 millones en adjudicados con una cobertura por
provisiones inferior al 25%. El gobierno todavía no ha fijado la rebaja en los
precios de los activos que hay que poner de inmediato a la venta, se habla de
una cifra en torno al 20%, a esa medida habrá que añadir la imprescindible elevación
de las provisiones que se encuentran por debajo del 25% y que deberán alcanzar
un 50%.
Estas
medidas supondrían que prácticamente toda la banca española, salvo alguna excepción,
entrara en pérdidas. Pero su aplicación y la concentración de las entidades existentes,
hasta llegar a un límite máximo de diez grandes bancos que operaran en nuestro
territorio, es la única manera de sanear definitivamente los balances de nuestra
banca.
Eso o
la creación del “banco malo”, pero esta solución tampoco agrada a los bancos
más poderosos porque ya ha dicho Guindos que se opone a su creación, si de lo
que se trata es que se financie con dinero público. Así que,
si a los del SMI les toca aguantar con buena cara, el mal tiempo de la
congelación, lo justo es que lo mismo le suceda a la banca y haga frente de una
vez por todas a su saneamiento, sin acudir al dinero público tal y como
Zapatero los ha tenido acostumbrados.
Comienzan
las primeras hostilidades, veremos en que para esto, pero desde luego nos
enfrentamos a un escenario duro y difícil. Ya se sabe: A grandes males, grandes
remedios...
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