Gallardón
Que la
Justicia anda mal en nuestro país no es noticia, desgraciadamente sobre la
Justicia y su administración creo que todos estaremos de acuerdo. Es lenta, por
tanto ineficaz - cuando no injusta - premiosa,
excesivamente burocratizada, falta de medios y de coordinación, perdió su independencia,
sus órganos de gobierno están “ideologizados”
cuando no politizados y por tanto necesita de una reforma urgente desde los
cimientos al tejado.
Parece
que el nuevo ministro de Justicia, el siempre sorprendente Alberto Ruiz
Gallardón, aquel verso suelto del PP, ha decidido coger el toro por los cuernos
y está asumiendo esa tarea difícil y compleja de poner al día los mecanismos que
regulan la actividad de los Tribunales, a la vez que establece nuevas medidas de
coordinación, mientras propone acciones, de orden quizás menor, pero que van en
la dirección de aligerar la carga de trabajo de los juzgados, en las tareas
que no requieran naturalmente la aplicación de un acto jurisdiccional.
Y en
ese sentido Gallardón ha propuesto que se habilite a los notarios, fedatarios
públicos conviene recordarlo, para que puedan oficiar bodas y también dar fe de
los divorcios que se produzcan de “común acuerdo”. Hay que considerar que por
primera vez en la historia, las bodas civiles superaron en número a las
religiosas en el año 2009 y la tendencia permanece, por lo tanto cuando se
habla de descargar de esa responsabilidad a unos juzgados que se encuentran colapsados
y que son incapaces de abrirse camino entre el cúmulo de asuntos que deben tratar, no se está hablando de un gesto
testimonial, se está hablando de una propuesta de calado.
Precisamente
no hace tanto tiempo el Sindicato de Trabajadores de Justicia advertía, de que
si se ampliaban los horarios para atender la creciente demanda de potenciales
contrayentes que querían celebrar su matrimonio en el juzgado habría que
aumentar la plantilla de éstos, poner más medios y pagar horas extras a los
oficiantes. Paralelamente los Ayuntamientos han ido estableciendo unos horarios
muy estrictos, cuasi restrictivos diría yo, para la celebración de las bodas, lo que ocasiona problemas a los
ciudadanos que se ven obligados a celebrar la ceremonia en “horas de oficina” y
con una celeridad que desde luego no se compadece con la importancia que tiene
la ceremonia para los contrayentes, sus familias y amigos.
Por
otra parte sobre el matrimonio - sobre el divorcio no decía nada el derecho
canónico - establece el canon que los ministros del sacramento del matrimonio
son los propios contrayentes, el sacerdote, el oficiante es simplemente un
testigo que da fe de la libre voluntad expresada por los contrayentes de unir
sus vidas en matrimonio. Por tanto y aceptando que vivimos en una sociedad que,
por mucho que les pese a algunos, hunde sus raíces en lo cristiano y sin
meterme en veredas y disquisiciones filosófico-jurídicas, me parece muy normal
que un notario de fe de la voluntad que expresan dos ciudadanos que libremente
quieren contraer matrimonio.
Decía
Gallardón y creo que tiene razón, ¡quién me iba a decir que iba a estar de
acuerdo con todo lo que hasta ahora ha hecho o propuesto! digo que el ministro
sostiene que “aquí tramitamos por vía judicial muchos asuntos que tendríamos
que resolver de forma distinta. Esa va ser una de las primeras medias que vamos
a hacer a través de una ley de mediación y una ley de jurisdicción voluntaria”,
y continuó afirmando que no tiene sentido que dos personas que se quieren
divorciar "de mutuo acuerdo" y que sólo necesitan una constatación de
ese acuerdo para luego ser ejecutado, no puedan formalizar directamente su
divorcio ante un notario y que se tenga que iniciar un expediente judicial, con
lo que eso supone de trabajo para los juzgados y de molestias para las partes.
Me
parece una buena idea, no han faltado los que siempre juegan al contraataque, sobre todo si
la propuesta viene por la derecha y ya ha habido quién ha anunciado la posibilidad de crear una justicia de dos
velocidades, por aquello de que habrá quién no pueda pagar lo que cobre el
notario, o los que creen que estas cosas lo que hacen es "desjudicializar" la
Justicia, y que consecuentemente resulta peligroso.
Bueno
voy a evitar criticar a los críticos, que casualmente son representantes de “asociaciones
progresistas”, pues he de suponer que el anuncio los ha cogido por sorpresa y
no han tenido tiempo y tampoco demasiado ingenio para oponerse por principio a
la propuesta. Lo de desjudicializar la Justicia es una tontería como la copa
de un pino, desde el momento que el juez
que “casa” a los contrayentes en ese
acto, no lleva a cabo ningún acto jurisdiccional, actos que solo pueden llevar
a cabo los jueces, no es un asunto que sólo pueda llevar a cabo un juez, por
tanto asunto resuelto.
Sobre
la posibilidad de que los “pobres” no puedan casarse o descasarse, por aquello
del precio, tranquilizar a los ciudadanos, parece en principio que entendiendo
que el precio de la actuación notarial en una boda o en un divorcio de mutuo
acuerdo sería parecido o igual al que tienen en actos tales como testamentos o
capitulaciones matrimoniales, está fijado en unos treinta euros lo que tampoco resulta
demasiado exagerado. Por otra parte no me cabe la menor duda que el ciudadano que
quiera casarse y no pueda hacer frente al pago del arancel notarial tendrá el
mecanismo correspondiente que le garantice su boda y más tarde el divorcio de
mutuo acuerdo, de manera gratuita y rápida.
Otro
cambio, como el que se produjo cuando se introdujeron las bodas civiles en las
costumbres de este país. Me parece adecuado, quitará muchísima carga de trabajo
a los Juzgados, garantizará los bienes jurídicos a proteger y ya de paso les echará
un cable a los notarios a los que la crisis tiene caninos. Nadie podrá discutirme
que si los sindicatos correspondientes pedían aumento de plantilla en los
Juzgados al objeto de atender a las peticiones de bodas, los notarios tendrán
que contratar gente que trabaje en estos asuntos, lo que no está nada mal sobre
todo si tenemos en cuenta cómo están las cosas.
Me
parece que esta propuesta define muy bien la filosofía de este gobierno, del
que algunos dirán que hace de la necesidad virtud, no lo voy a discutir, lo que
sí me parece indiscutible es que está buscando la manera de aligerar la carga
de trabajo en los juzgados, lo que nos beneficiará a todos y lo hace sin gastar
un duro del dinero público y eso amigos míos es una buena noticia.
Así que
a partir de la fecha iremos con la parienta al notario, no para firmar la documentación
del maldito crédito para “reformar” el baño, sino de corbata y pamela para
asistir a la boda de Juanita, la hija de nuestra cuñada Carmen que nos la va a
casar D. Gregoriano ese tío con cara de sieso…
Todo un
cambio, doy fe.
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Me parece una gran idea que descargará de trabajo a los jueces.
ResponderEliminarGallardón no es santo de mi devoción pero me parece que va por el buen camino.
Un abrazo.