La "clase" dirigente
Ayer se
llevaron a cabo dos actos con los que sus organizadores pretendían dar muestra
del poder de las organizaciones que participaban en cada uno de ellos. En
Sevilla el Partido Popular cerraba su Congreso, que a diferencia del celebrado
recientemente por el PSOE, transcurrió sin tensiones y en el que los mensajes, las
ideas fueron expuestos con rigor y aprobados por unanimidad.
Rajoy
fue elegido Presidente del PP por casi el 100% de los compromisarios y dio un mensaje de unidad y firmeza y
subrayó que el Gobierno y el partido que lo sustenta están dispuestos a llevar
a cabo la tarea para la que fueron elegidos, con firmeza y determinación, por
encima de cualquier tipo de protesta o presión.
Mientras
eso sucedía, la izquierda española, convocada por UGT y CC.OO, que parece han
decidido salir de la parálisis observada durante estos últimos años, probaba
como andaba de músculo reivindicativo, organizando 56 o 57 manifestaciones en España
contra la Reforma Laboral. Los mismos sindicatos que permanecieron silenciosos
y satisfechos, mientras el anterior gobierno mandaba al paro a más de 5,5 millones
de compatriotas, que aprobaron gustosos los recortes sociales de Zapatero, recobraban
de golpe y porrazo su capacidad reivindicativa. Sobre el íntimo contubernio al
que llegaron UGT, CC.OO y PSOE, tampoco es que haga mucha falta insistir, para
cualquier persona que no esté cegada por el sectarismo, está muy claro que
tanto Cándido Méndez como el propio Toxo, en un país medio responsable hubieran
sido expulsados por sus militantes de sus organizaciones.
Habrá
quien niegue lo que explico, pero como decía Rafael “El Gallo”, es que hay
gente “pa tó”, quizás fuera bueno recordar que en pleno marasmo socioeconómico,
mientras las desafortunadas medidas de Zapatero eran incapaces de cortar la
hemorragia del paro y lo que es peor, preparaban el terreno para que el
fenómeno durara muchísimo tiempo más, estos sindicalistas de vía estrecha y cómoda
cuenca corriente, aceptaban lo que se nos venía encima a cambio de las generosísimas subvenciones que llegaban desde
el poder y que permitían a sus cúpulas y liberados seguir viviendo del cuento
como auténticos sátrapas. Las únicas manifestaciones y huelgas organizadas en
serio por UGT y CC.OO., se hicieron en Madrid y contra Esperanza Aguirre.
No hay
que olvidar que durante los últimos años zapateriles mientras Europa exigía una
reforma laboral, estos sindicatos, que cuando les conviene son banqueros, empresarios
o simplemente ricos viviendo muy por encima de las posibilidades teóricas de
sus sueldos oficiales, permanecieron tranquilos, relajados y ociosos, mientras “negociaban”
con la CEOE la ansiada reforma laboral. Y amparados en la frase de ZP “no haré nada que
no esté aprobado por los sindicatos”, éstos, que ayer salieron a la calle
un ratito, se dedicaron a jugar a la ruleta
rusa utilizando como blanco la cabeza de todos los españoles, en una ficticia
negociación que tenía por única finalidad la de perder tiempo y fingir una actividad
que no existía, mientras colocaban el cazo correspondiente.
Ahora
salen a la calle, pero anuncian que están dispuestos a negociar, aclaran con
falsedad evidente que nada tienen contra el Gobierno y que si la reforma se
adecúa a sus deseos volverán al letargo al que nos tienen acostumbrados. Porque
lo que debe quedar claro - por encima de los latiguillos mitineros, la
propaganda y el estéril ruido reivindicativo - es, que por lo que realmente pelean
los de UGT y CC.OO no es por mejorar la situación del paro en España. De
siempre, estas dos organizaciones sindicales han ignorado a los parados y su
defensa como si de leprosos se tratara, lo que preocupa de la reforma a estos sindicatos,
es la brutal pérdida de poder que les ocasiona la aplicación de la nueva norma.
Lo del supuesto
abaratamiento del paro es una milonga tamaño Catedral de Burgos, han firmado
pactos con el PSOE en ese sentido sin ningún tipo de trauma o complejo, lo que
les resulta inaceptable es la pérdida de poder de ambas organizaciones a cuenta
de las modificaciones que contempla el decreto Ley sobre la negociación
colectiva, la ultracitividad de los convenios vencidos y el “descuelgue” de las
empresas de esos convenios.
Y
salieron ayer a la calle divididos, los del 15 M abuchearon a los orondos
dirigentes de UGT y CC.OO, les lanzaron pintura y ocuparon la cola de la
manifestación demostrando a las claras su incomodidad para con unos
organizaciones sindicales, que han demostrado que tienen bastante más de
esquiroles que de elementos reivindicativos representantes de la lucha obrera,
al menos mientras gobierne el PSOE y en el transcurso de la manifestación, la
protesta sindical devino curiosamente en protesta contra los sindicatos.
Eslóganes
coreados con entusiasmo por muchos de los participantes tales como “Qué barato
se vende el sindicato”, “Por fin se os ve, Comisiones y UGT”, “Os habéis
vendido, sois los sindicatos del poder” o “Los sindicatos venden a los
trabajadores” demuestran la verdad de mi aserto. El PSOE se llevó también lo
suyo con el inmenso abucheo que cosechó su pancarta y el que se llevó
Soraya-PSOE en el momento que atendía a la prensa.
Para
finalizar, las cifras de asistentes. 500.000 manifestantes en Madrid, decían los
organizadores, 50.000 la policía, bueno les voy a decir sin haber visto las
imágenes y desde luego sin haber participado, cuanta gente
logró reunir la manifestación, contando como asistentes los que protestaban con
los sindicatos y los que lo hacían en contra. En Madrid la manifestación reunió
sobre los 125.000 asistentes, eso fue lo que salió a la calle ayer. Me explico,
sindicatos y policía tienen expertos que calculan la cifra y la comunican a sus
“responsables”, de manera automática los sindicatos multiplican por cuatro el
resultado real y los “otros” la dividen por dos. Por eso digo que ayer, los de
CC.OO y UGT acompañados por la izquierda “reivindicativa” reunieron entre
100.000 y 125.000 ciudadanos, no hubo otra cosa y quien entiende de estas cuestiones, sabe que digo la verdad.
Y ahora
a esperar, lo dijo el portavoz de CC.OO que cerró el acto, “ahora a tomar
cervezas y a vivir compañeros”. Tras la “explosión” más propagandística que reivindicativa,
cada uno volvió a la vida que le corresponde. Unos a los relojes de lujo, los
restaurantes carísimos, los cruceros para Vips, las vacaciones en paraísos exóticos,
los suntuosos chalets y los otros a vivir de lo que les queda del paro, del
subsidio o de lo que la familia les presta.
Ya se
sabe que siempre ha habido clases… y en los sindicatos, lo han demostrado, más.
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