Sólo cuando hay fe, queda esperanza

Lo apocalíptico está de moda

No sé quién diablos inventó la frase esa de que “mientras hay vida, hay esperanza” que todos, yo el primero, hemos aceptado alguna vez tan ricamente. Como tantas otras cosas que adornan o ensucian nuestras vidas cotidianas y que entendemos como perfectamente naturales o aceptables por su inmutabilidad; sin que jamás nos hayamos parado a analizar por qué diablos convenimos la inevitabilidad de estos asuntos cuya aceptación debería resultar inadmisible a poco que reflexionáramos sobre ellos.


No es cierto que mientras quede vida,  haya esperanza. Pueden dar fe de ello cientos de miles de personas que viven sin un ápice siquiera de ella, aceptando su destino, mientras a su alrededor mueren de hambre sus hijos, sus hijas y mujeres son violadas y ellos torturados o amputados. Nada pueden hacer para cambiar las horripilantes circunstancias de sus vidas, no tienen esperanza alguna, siguen vivos y se aferran  a la vida desesperadamente  pese a que sepan que nada va a cambiar.


Y me dirán ustedes que este es un ejemplo muy desagradable y además exagerado y yo les diré que no tienen ustedes ni idea de cómo funciona el mundo, lejos de su tranquilizador estatus de ciudadanos europeos, aunque sean europeos meridionales, que no es lo mismo, no se vayan a confundir. Y conste que no pretendo dar lecciones a nadie, pero entre los miles de defectos que adornan mi atractiva personalidad sobresale uno; cuando se me ocurre algo, lo suelto o reviento y en eso estoy o por mejor decir estamos, aunque yo escriba y ustedes lean.


Alguno habrá que sostenga que el apego que demuestra por su vida el pobre ciudadano de África Central, por poner un ejemplo, mientras su mundo cae en pedazos sobre él, es la demostración palpable que ese pobre hombre se aferra a la terrible prueba que supone su existencia porque mientras hay vida, hay esperanza y eso resulta un cuento como una casa de grande, a poco que reflexionen ustedes sobre el asunto.


Ya ven ustedes, yo creo que la vida y la esperanza no van por el mismo camino, es más creo que ni siquiera  circulan por vías paralelas. Por el contrario lo que sí me parece cierto, es que mientras nos quede algo de fe, existirá esperanza para todos nosotros.


Y todo este rollo que les he soltado viene a cuento porque llevo una temporada en la que si leo la prensa, escucho la radio o ¿veo? la tele, no oigo, leo o escucho otra cosa que noticias desoladoras. La ruina, la corrupción, el engaño, la deshonestidad, el paro, la desesperación reinan en nuestra vida y ¿qué dicen los honrados ciudadanos de este país?, pues si me conecto al invento de las redes sociales me entero con total precisión que la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos ha decidido que esto está muy mal, que sufrimos una crisis terrible, que el gobierno que hemos elegido, se dedica a robar impunemente nuestro dinero para dárselo a sus amigos, que la mayor aspiración de Mariano Rajoy es destruir cualquier vestigio de la sociedad del bienestar y sobre todas las cosas, acabar con la sanidad y la educación públicas para poderlas privatizar y dársela a los bancos o a sus amigos.


La banca, afirman una y otra vez,  se queda con el dinero de nuestros impuestos, el paro crece exponencialmente y nadie hace nada. Peor, el gobierno de acuerdo con la UE y la Merkel están haciendo lo imposible para que todos terminemos en el paro.


Claro que nadie me explica cómo se puede sostener seriamente tamaña teoría, salvo que estén convencidos los amantes de la debacle, de que la gente tiene unas tragaderas increíbles y cuando se apuntan a ello son capaces de comulgar con ruedas de molino descomunales sin siquiera atragantarse.


La gente parece que ignora algo elemental, el secreto de la sociedad capitalista reside en una vieja ley inmutable, pero inmutable de las de verdad, no como esas birrias de la física clásica, que te vienen luego con lo de la cuántica y lo que aprendiste de joven ya no te vale, o lo del big bang primigenio, que te lo cambian un día y ni siquiera te lo dicen en la tele.

Todas estas leyes son bagatelas comparadas con la inmutabilidad de la ley de la oferta y la demanda. Y supongo que resultará indiscutible que, para que haya oferta, tiene  haber gente que trabaje para crear ese fenómeno (¡¡eureka empleo!!) y para que haya demanda gente que consuma, para entendernos ciudadanos que se gasten la pasta que han ganado en el curro.


Por eso en la sociedad capitalista no resulta rentable que, salvo los ricos y los bancos, todo el mundo sea pobre de solemnidad, porque cuando eso sucede  los ricos terminan siendo pobres y los bancos quiebran. La sociedad capitalista es partidaria de los pobres relativos, los mejores son los que no saben siquiera que son pobres, esos que se llaman a sí mismos clase media, que realmente son pobres, pero no tanto que  no puedan consumir y sostener con sus impuestos, gran parte de  los gastos esos de la educación, la sanidad y todo lo demás.


Que quieren que les diga, en estas cosas yo prefiero gente que se maneje por motivos egoístas, desconfío de los que se reputan como solidarios que le vamos a hacer. Por eso soy partidario de que la sociedad capitalista se mantenga. Mientras dure, estoy seguro que harán lo que puedan por mantenerme en la fila de consumidores y sobre todo frente a la ventanilla del IRPF.


Por eso me repatean el alma toda esa inmensa colección de catastrofistas del Facebook o los apocalípticos del Twitter que también se las traen, bien que en 140 caracteres, que ya han decidido que esto no tiene arreglo y que estamos listos de papeles, mientras se niegan a aceptar cualquier buena noticia, porque parece que sólo disfruten ante la debacle total.


Yo mantengo que si queremos tener esperanza, primero deberemos tener fe. Fe en nosotros y en el sistema  al que parece que muchos están interesados en malbaratar. No parece que tengamos otra cosa a mano, porque todos esos genios del desastre, quejarse sí saben, pero son incapaces de dar soluciones fiables a los problemas que plantean.


Así que ustedes sabrán perdonar, me he quedado bastante relajado tras escribir el presente post, que hoy me ha salido del alma. Ahora les traslado a ustedes el muerto, vayan pensándolo bien, hay que tener fe para que haya esperanza, así que les recomiendo que se pongan a la tarea. Asunto urgente, pero no de una urgencia cualquiera, háganme caso.

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