Todos lo vemos. Todos, menos algunos socialistas
Están listos de papeles... |
La debilidad política del Secretario General del PSOE y su
falta de liderazgo personal tiene dividido a su partido en una serie de “sensibilidades”,
fracciones, familias o comoquiera que deseen llamarlas, cuya existencia hace imposible
que su labor como oposición tenga credibilidad alguna. Los ciudadanos lo tienen
claro, si no son capaces de resolver sus problemas internos, mucho menos serán
capaces de resolver los nuestros.
A las gravísimas tensiones internas que sacuden a la organización,
a su ruina económica, al fracaso cosechado como oposición en el Parlamento, hay
que añadir ahora, la más que probable defección del PSC que ve como la
debilidad del Secretario General socialista impide el cumplimiento de las
promesas que le hizo el propio Rubalcaba a Pere Navarro a finales del 2011,
tras su elección como líder de los socialistas catalanes.
In illo témpore
Rubalcaba se sentía bastante más seguro que ahora y llevado de esa confianza
prometió a Navarro que llevaría, para su
aprobación, a la Ejecutiva Federal del PSOE el acuerdo congresual en el que se
pedía la firma de un nuevo protocolo que redefiniera la relación entre ambas organizaciones
políticas.
El texto de la propuesta proponía que el PSC tuviera grupo
propio en el Congreso de los Diputados, ese grupo acataría disciplinadamente lo
que decidiera el del PSOE, excepto en casos excepcionales relativos a temas de
especial interés para Cataluña y su autogobierno, si no había acuerdo entre los
dos grupos, los catalanes votarían lo que entendieran que era mejor para
Cataluña.
Rubalcaba se las prometía muy felices, pero no contó con su
oposición interna que, encabezada por los resucitados guerristas, no quería ni
oír hablar de cuestiones de este tipo. De hecho Alfredo Pérez Rubalcaba no se
atrevió siquiera a presentar la propuesta en la Ejecutiva Federal del PSOE con
el enfado monumental de los de Pere Navarro que se encontraron por sorpresa
ante la cuestión de tener que volver a presentarse a unas elecciones catalanas
como un disciplinado apéndice del PSOE, asunto que pretendían evitar a cualquier
precio.
De aquellos polvos estos lodos, ahora Rubalcaba se ha tropezado
con la indisciplina de una serie de diputados socialistas que han votado, en
contra de las instrucciones recibidas, a favor de una resolución presentada por IV y CiU que instaba al
Congreso a autorizar la celebración de un referéndum que permitiera conocer la
voluntad de la ciudadanía de Cataluña sobre su futuro político, utilizando los
mecanismos legales previstos.
La posición de Alfredo Pérez Rubalcaba no puede ser más
incómoda. En el PSOE algunos barones territoriales le han puesto fecha de
caducidad, ya no lo quieren - algunos no lo han querido nunca - como Secretario
General, desamor que comparten con los del PSC, el madrileño Tomás Gómez, la vieja
guardia apoyada en la figura de Felipe González que por ahora mantiene un discreto silencio al menos en público y los
activos guerristas, que se aprestan a cobrarse en las carnes de Alfredo, viejas
cuentas pendientes.
Por otra parte, muchos de los que supuestamente forman su entorno, inquietos,
han comenzado a moverse. Les preocupa que no se vaya a respetar el acuerdo
tácito de no convocar primarias hasta el año 2014; crecen las voces que piden,
todavía no exigen, un congreso extraordinario y paralelamente a esas peticiones
aumenta el nerviosismo de los pretorianos de Rubalcaba, guardia
personal que protegía a los césares romanos, pero que liquidó a unos cuantos,
cuando la figura en cuestión se mostraba inoperante o incómoda...
Rubalcaba pretendía solucionar la división existente en su partido, con su más caro proyecto, el de convertir a España en un
estado federal. Entendía que con esta propuesta daba solución al “problema
catalán”, amansaba a los del PSC y creaba un debate generalizado que aprovecharía
la debilidad del gobierno de Rajoy para imponer las propuestas socialistas de la reforma constitucional, con el apoyo de los nacionalistas y el resto de
fuerzas de la izquierda parlamentaria. Unas propuestas tan distintas y opuestas
a las del PP que le permitirían al PSOE y con él a Rubalcaba, una vez aprobadas recobrar el protagonismo y la iniciativa en la política española.
Ahora, tras verse en la obligación de sancionar a los
diputados rebeldes presionado por su oposición interna, acuciado por su
debilidad política dentro y fuera de su partido, sin fuerzas para imponer su
inexistente autoridad e incapaz de concitar acuerdos, abandona por sorpresa su
principal proyecto, el nuevo modelo de España y se conforma con presentar un
proyecto descafeinado de reforma constitucional en la que se pretende
“federalizar” a las CC.AA. Para entendernos adelgazar aún más al Estado para
darle más poder a las Autonomías.
El propio Rubalcaba nos explicó a todos los españoles,
que el déficit producido por las CC.AA. fue el que nos llevó a la ruina; todos
lo recordamos salvo quizás los amnésicos más interesados. Estamos sumidos en la
presente ruina por la acción irresponsable de las autonomías, lo dijo él y lo corearon
disciplinados e inanes Elena Valenciano, López, Soraya-PSOE, Madina, Carmona y
cualquiera que tuviera cierto peso específico en el PSOE.
Ahora como solución a los problemas de España, propone
darles más poder a los responsables de nuestra ruina, que de acuerdo a su nuevo
proyecto, podrían legislar sobre asuntos que hasta ahora sólo son competencia
del Estado, tener una Hacienda propia, establecer acuerdos entre ellos, sin
contar con el Estado en asuntos tan sensibles, como educación, sanidad o
asuntos sociales. Para que quede claro, en los asuntos en los que se mueve la
pasta de verdad, por si todavía hay quien no haya caído en cuenta.
Está claro que Rubalcaba está acabado, el socialismo español
necesita imperativamente de la catarsis que todavía no ha llevado a cabo.
Alfredo Pérez Rubalcaba es parte importante de los problemas que nos acucian,
no aporta nada a la solución de los mismos, es más los agrava con su
inseguridad y para bien de todos debe desaparecer acompañado de los
“suyos”, eso si cuando le llega su hora todavía le queda alguno. España necesita en esta situación angustiosa que vivimos, de un partido
socialista renovado y creíble que esté capacitado para asumir las tareas de una
oposición leal y responsable.
Todos lo vemos. Todos, menos algunos del PSOE.
No se como lo hizo, pero nunca debió ser secretario general, entró ya quemado y ahora se ha achicharrado con lesiones de 3º o 4º grado.
ResponderEliminarOjala y en breve elijan a un socialista que ademas sea buena persona, no se si eso es posible.
Buenos días anónimo, gracias por tu comentario, creo que llevas razón, tras su desastre electoral debía haber dimitido y que una gestora administrara un congreso extraordinario. Lo de la elección de otro socialista que resulte bien, me parece que no, tienen poco donde escoger y casi todo malo o medianejo. Saludos.
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