El dinero confía en España
"No están estos tiempos, amigo Sancho, para pesimistas y añorantes, así que mira al frente, espolea y cabalga..."
Esto de la economía debe ser una ciencia muy compleja y
desde luego a la vista de la experiencia, bastante insegura. Me dirán algunos,
sobre todos si son economistas, que la economía es una disciplina científica y por tanto muy
capaz de prever los fenómenos relacionados con su campo, pero la experiencia nos dice todo lo contrario. No es que los
economistas sean incapaces de saber lo que va a suceder, eso sabemos que sucede
habitualmente, es que no siendo capaces de llevar a cabo previsiones sobre la evolución
de la economía, lo que me parece bastante peor es que cuando llega la hora de
las explicaciones, los economistas tampoco son capaces de explicarnos de manera
unánime cuales han sido las causas que han motivado lo que nos ha sucedido.
Claro que lo más probable es que esa percepción se deba más
a mi ignorancia que a la de los sesudos economistas, que deben saber muchísimo
de los suyo, pero que son incapaces de ponerse de acuerdo en definir cuál es el
procedimiento a seguir para salir de esta crisis. Dicho lo dicho vamos a hablar
de lo que ayer vivimos en España.
El resumen más sencillo y probablemente el que más
fácilmente pueda ser aceptado por la mayoría es el socorrido “una de cal y otra
de arena”, porque ayer vivimos dos experiencias que desde la percepción
ciudadana son de signos absolutamente contrapuestos y quizás haya que ponerlos
en el contexto correspondiente para poder comprenderlas mejor.
Ya he dicho que la economía, rama de la ciencia que
pertenece a las ciencias sociales, es una ciencia difícil y he reconocido mi
ignorancia al respecto y en muchas ocasiones mi incomprensión más absoluta sobre lo que se
nos dice desde ella. Pero sin embargo en nuestro país – España y yo somos así
señora – que diría Marquina, aunque no sé yo si se le podrá citar por aquello
de que fue poeta pero también falangista, aunque correré el riesgo y pelillos a la mar. Decía que
sorprendentemente España ya no es la tierra de María Santísima y se ha
transmutado en la tierra del economista de casino o red social, todos por lo
visto sabemos de economía y así nos va.
Se nos había anunciado que las previsiones sobre crecimiento
del gobierno había que revisarlas a la baja y que nuestra economía decrecería
en el 2013 entre el 1 y el 1,5 % en lugar del 0,5% previsto. Y de inmediato los
“expertos” en la materia de toda laya y condición se apresuraron a señalar lo
mal que lo estaba haciendo el gobierno. De todos los fenómenos de esta crisis
el único que me divierte es el que lleva a tantos ciudadanos a no dar por
buenas las noticias positivas para nuestra economía y aceptar con la fe del
carbonero las que son malas para nuestra situación a pesar de que provengan
todas del mismo lugar. Si el FMI dice algo que pueda servir de asidero al
gobierno de Rajoy se ignora o se niega su veracidad. Pero si por un casual
desde ese organismo se nos advierte que pintan bastos en España, todo el mundo
acepta de manera automática la veracidad de la afirmación.
Lo de la revisión a la baja de las perspectivas de
crecimiento de la economía nacional entiendo que son frustrantes pero si nos
molestamos en mirar a nuestro alrededor podremos percibir que el fenómeno no se
produce exclusivamente en nuestro país.
“Mal de muchos, remedio de tontos”, dirán de inmediato los
numerosísimos ciudadanos que han decidido crear una nueva clase política, la del
ex votante del PP y que se dedican a negarle el pan y la sal a Rajoy con un
empeño y ferocidad digna de mejor causa. Yo simplemente contemplo sin
prejuicios lo que sucede y veo que nuestros vecinos los franceses tenían
previsto un crecimiento del 0,8% y se les
queda en el 0,1%, el Reino Unido pasa de
un 1,8% al 0,6%, y la todopoderosa
Alemania retrocede del 1,6% al 0,4%. Por lo tanto, entiendo que nuestra revisión
a la baja se corresponde con la situación de la economía internacional y
naturalmente es un dato negativo pero que puesto en su contexto intranquiliza
bastante menos.
Pero hete aquí que mientras unos nos lamíamos las heridas y
otros gozosos se apresuraban a pregonar nuestra ruina provocada, a lo que se ve,
por la indemostrable incompetencia del presente gobierno, mientras todo eso sucedía,
miren ustedes por donde el dinero, el capital, los inversores, los
especuladores, los tiburones financieros, todos se pusieron de acuerdo y se
lanzaron a comprar deuda al Tesoro y también bonos españoles en los mercados
secundarios con un entusiasmo fantástico.
De tal manera que ayer por vez primera en 14 meses la dichosa
prima de riesgo bajó de los 300 puntos básicos y el Tesoro logró
colocar los más de 3.000 millones de su emisión en un pis pás y con
rentabilidades bajísimas. De hecho, las letras del Tesoro a tres meses se
colocaron al 0,12%, el interés más bajo
de nuestra historia. El flujo de dinero alcanzó también a la bolsa que disfrutó
de un repunte del 3,26% en el Ibex, hasta los 8.289 puntos, la tercera mayor
subida del año.
Estupendo ¿no?, pues no vayan a creer ustedes . Seguro que
algunos de mis lectores, y muchísimos de los agoreros que pontifican en las
RR.SS nos van a explicar que ese resultado no es más que el reflejo de lo que
sucedió ayer en Europa y que no se debe a nuestros méritos sino al efecto de
arrastre producido por la inversión en el ámbito internacional. Puedo
aceptarlo, pero ahora me toca preguntar a mí y solicitar que se me explique
cuál es el motivo por el que tengo que admitir que la revisión de nuestro
crecimiento a la baja es producto de la incompetencia de Rajoy, sin que al
parecer nada tenga que ver con la situación de nuestro entorno, pero el
fenómeno positivo del espectacular descenso de la prima de riesgo y la rentabilidad
se deban exclusivamente al proceso de arrastre de la economía internacional.
Vivimos en un mundo extraordinariamente intercomunicado, eso
hace que lo que sucede a nuestro alrededor influya de manera muy importante en
nuestro país. Eso es muy cierto, pero tan cierto es eso, como que el fenómeno
se produce por igual cuando la economía mundial nos arrastra o nos pone el
freno.
A mí me parece que los de la pasta, los que invierten,
tienen más fe en nuestro porvenir que esos economistas de casino que predican
la mala nueva. Cuando las noticias son malas, se congratulan y si por un casual
son buenas, les amargan el día. Puedo admitir que así se comporten desde la
izquierda, que no han perdonado el triunfo de Rajoy y no quieren ni pensar en
que sea capaz de sacarnos del problema, pero que la misma actitud se comparta
desde gente que ha votado toda su puñetera vida al PP y lo han hecho porque no
había nada más a la derecha de los populares, me sorprende. No voy a hurgar más
en la herida que hoy sé que están de luto económico, político y social a cuenta
de lo de la prima de riesgo.
Pueden estar tranquilos, el viernes el Consejo de Ministros
les alegrará el fin de semana con el anuncio de nuevos recortes, dicen que no
serán drásticos, pero les servirán de argumento
y consuelo a los agoreros.
Lo que resulta sorprendente es la
fruición con la que algunos celebran las malas noticias.
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