La rapacidad de los alcaldes
Si hablamos de ayuntamientos, valga el de Madrid |
Entre
los muchísimos asuntos que está acometiendo este gobierno, que debe reformar
obligatoriamente muchas de nuestras estructuras
por muy impopular que ello resulte, se encuentra la de la Administración, un
proyecto que está en marcha y que contempla la reforma de la Administración Local
que se encuentra en la fase de redacción del preceptivo informe al Consejo de
Ministros para que éste decida en consecuencia.
Hay
que reconocer que el proyecto ha tenido la virtud de poner de acuerdo a los que van a ser “reformados”,
independientemente de su adscripción política. Tirios y troyanos, alcaldes peperos,
socialistas, comunistas y nacionalistas, representantes de partidos de
implantación nacional, autonómica, comarcal o local, todos o casi todos, están horrorizados
ante la posibilidad de perder competencias en favor de instancias superiores y ya
para que les digo, si de lo que se trata es de reducir el número de personas
que gracias a la hipertrofia de la administración local viven de nuestro dinero.
Los
ciudadanos tampoco es que tengamos muy claro de que va esta reforma, bastante
tenemos con intentar sobrevivir en este doloroso presente. Aunque muchísimos
españoles si de lo que se trata es de reformar la administración, exigen en
automático la desaparición del Senado, una idea que concita una fabulosa
unanimidad.
No
digo yo que no fuera bueno hacerlo y desde luego no voy a ser yo el que
defienda la pervivencia de esa cámara, pero creo que en
este momento de lo que se trata es de la reforma de la administración local y que
lo lógico es comenzar la tarea por la base. Una tarea que puede llevarse a cabo sin necesidad de modificar la Constitución,
lo que sin duda facilita la labor del gobierno que seguramente no podría
enfrentarse con garantías de éxito a un asunto tan delicado.
Así
que olvidemos aunque sea por un momento al Senado y reflexionemos
sobre lo que sucede con esta reforma muy importante en sí misma, pero que
también lo es por ser el primer tramo del camino que nos debe llevar a dotarnos
de una Administración de un tamaño adecuado, ágil, sostenible y eficaz.
Naturalmente,
lo primero es lo primero y la demagogia es un aliado muy importante para el que
no está del lado de la verdad y del servicio público y en ese sentido todos los
aludidos han llorado desesperadamente ante la posibilidad de la aplicación de esos
recortes por el daño que éstos causarían a los administrados. Que nadie se
confunda, nos dicen desde su particular púlpito, esto no es un asunto de pasta, no se llamen a engaño, nosotros nos
oponemos a la reforma por defender al vecino, por mejor servir al interés general y al servicio
público.
Tienen
un problema, el ciudadano ha podido comprobar en su carne y en su bolsillo, que
es donde mejor se comprueban esos asuntos, que esa obviedad que se repite
incansablemente por la casta política de que la bondad de la administración
municipal se basa precisamente en que es “la más cercana al ciudadano” es falsa. Dando por cierto
aquello de que el roce hace el cariño, la cercanía al administrado no ha
producido ningún efecto benéfico, más allá de poder observar de cerca que esa proximidad no produce una mayor eficacia. La calidad de la administración local en
nuestro país, lo sabemos todos, resulta deleznable en la gran mayoría de los
casos, por muy cercana que sea.
La
reforma pretende eficacia, racionalidad y sobre todo sostenibilidad, para
entendernos que esa administración tan cercana sea eficaz y nos cueste lo
justo, porque conviene recordar que los que la vamos a pagar somos nosotros, no
los concejales que vayan a quedarse sin sueldo antes de final de año y sin actas a partir
de las próximas elecciones.
Habrá
quien diga que como estoy a favor de la reforma, lo encuentro todo bien. No es
así, pero insisto una vez más en un concepto del que pretenden huir los
políticos afectados. Debemos tener la administración que podamos pagar, no
podemos seguir estirando más el brazo que la manga, fue bonito mientras duró
pero debemos convencernos de que no somos ricos, por lo tanto resulta
obligatorio que nos dotemos de los medios que nos podamos permitir.
La
reforma que se propone llevar a cabo el gobierno y que entraría en vigor antes
de finalizar el presente años nos ahorraría unos siete mil millones de euros en
un par de ejercicios, ahorro que se produciría “gracias a la normalización de las competencias, la consiguiente eliminación de
duplicidades en los servicios y por la drástica reducción de las empresas
públicas locales. Tan solo el 3% de ese ahorro se haría a costa de eliminar
entidades menores y la supresión de altos cargos”.
El
problema real, lo que le preocupa de verdad a alcaldes y concejales, es la
pérdida de parte del poder que hasta ahora ejercían. Claman por la pérdida de
derechos de los ciudadanos y sobre todo por la pérdida de autonomía local, benéfica
autonomía municipal que nos ha llevado a
la situación que denuncia el Tribunal de
Cuentas que tras estudiar el ejercicio correspondiente al año 2010 pone de relieve
que “un
total de 394 cargos percibieron una retribución total superior al sueldo fijado
para un consejero del Gobierno de su misma comunidad autónoma. Muchos alcaldes
y concejales cobraron también por encima de lo que percibía un ministro del
Gobierno de España. En total, el informe destaca que 306 cargos electos
obtuvieron retribuciones totales superiores a las fijadas entonces para un
ministro”. Un disparate que debe corregirse de inmediato, porque esto era
en el 2010 y hoy estamos todavía peor.
Y
consecuente, el Tribunal insta a que las
Cortes regulen - tal y como se pretende hacer en la reforma - “los baremos en materia de retribuciones
máximas y que se promuevan reformas legislativas para que se establezcan límites
cuantitativos a las mismas”.
Esa
es la verdadera autonomía local que defienden los de la casta que viven a nuestras
costillas en los ayuntamientos. Autonomía para adjudicarse sueldos astronómicos,
autonomía para contratar a los amigos y familiares en la administración local y muchas
cosas más.
Si tienen duda léanse el informe del citado Tribunal de Cuentas y se
darán cuenta de la desmesurada rapacidad con la que se han producido hasta
ahora nuestros representantes en los ayuntamientos. Podrán ver en cifras sobre el papel lo que
ya han sentido en sus bolsillos. La ignominiosa avaricia, la inconmensurable codicia
que han ejercido cínica e impunemente hasta la fecha, esos que se llaman a sí
mismos servidores públicos.
Sobre
lo del Senado estén tranquilos, no se preocupen ustedes que también le llegará
su hora.
Pues si, pero es una reforma que no creo se lleve a cabo al final. Son demasiados intereses creados y nadie quiere perder "la teta" que consiguió sin grandes esfuerzos, algunos, ni por asomo podian pensar que algun dia podian tener los sueldos que tienen y manejar a su antojo "dineros" que no eran suyos. Esto se debe arreglar cuanto antes mejor y asi algo de dinero quedaria en las arcas del estado
ResponderEliminarBuenos días Maricarmen, estando de acuerdo contigo en la dificultad, creo que al final se va a imponer la desgraciada realidad que sufrimos loc ciudadanos al interés partidista. Por otra parte creo que el partido que recorte de verdad en todas las administraciones se va a garantizar una cantidad de votos que igual les hacen reflexionar. Muchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarConste que no sé por qué motivo no ha subido un comentario que hacía referencia a un político determinado. El que lo mandó que haga el favor de volver a remitirlo y lo publicaré.
ResponderEliminarSolucionado el problema del comentariuo que no aparecía, era para otra entrada, está publicado y contestado. Mea culpa, entre lo de la tecnología y la edad pasan estas cosas.
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