Los islandeses como los socialistas ¿sólo aciertan solo cuando rectifican?
Johánna
Sigurdardóttir perdió las elecciones
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"No
están estos tiempos, amigo Sancho, para pesimistas y añorantes, así que mira al
frente, espolea y cabalga..."
Tengo que reconocer que hasta hace bien poco estaba hasta
los pelos de Islandia y sus soluciones económicas. Todos ustedes recordarán aquellos tiempos en los que el pueblo
islandés con su izquierda a la cabeza, “solucionó” sus problemas económicos, empapeló
y encarceló a los políticos y banqueros a los que consideraban culpables de los problemas que les acuciaban y aquello fue vendido como el paradigma de
actuación para hacer frente a nuestra crisis.
Eran los tiempos en los que en Facebook, la red social por
excelencia al menos entonces, todos los días se colgaban cientos de enlaces en los
que se nos explicaba cómo los islandeses habían terminado con sus problemas y
proponían hacer lo mismo en nuestro país. La verdad es que siempre me han
molestado aquellos que utilizan las dudosa auctoritas de unos enlaces que
provienen de orígenes inimaginables y arropados por las afirmaciones que en
ellos se encuentran defienden su verdad.
Hasta que lo dejé harto de dar explicaciones que nadie
atendía, intentaba explicar con mucho trabajo, que de paciencia ando algo
justito, que dando por buena la “solución” islandesa lo que pudiera ser de
aplicación en ese país, no lo era en España. Simplemente pensaba y pienso, que las
soluciones que pudieran resolver el problema que afectaba a la economía de unos
trescientos treinta mil islandeses, que esos
son los que son, no podían aplicarse a nuestro caso concreto por un problema de
escalas. Y les explicaba aquello de la física cuántica que hubo que inventarse
cuando los físicos de este mundo se dieron cuenta que los mismos fenómenos si se
producían en escalas distintas ofrecían resultados distintos.
Pero no hubo manera que entendieran, o yo me expliqué fatal
que será lo más probable, que un país de unos 330.000 habitantes, que vive de una economía muy simple, en la que la pesca,
las exportaciones de aluminio y el ferrosilicio, una incipiente actividad
manufacturera y algo de turismo, protagonizan su actividad económica, no podía
compararse con la nuestra, por tamaño y complejidad.
La izquierda islandesa se hizo con el poder en el año 2008 y hasta hoy ha gobernado de una manera que a
mí me parece muy eficiente. Ha obtenido unos números que ya los quisiera yo
para España. El paro en Islandia está situado hoy por hoy en un 6% y la
economía crece por encima del 2%. Me parecía a mí que esas cuestiones garantizaban
la reelección de los zurdos islandeses, pero no ha sido así. Los votantes
islandeses, mutans mutandis, han decidido devolver el poder a aquellos que los
llevaron a la ruina y lo han hecho, porque a pesar de salir de la crisis, están
en contra de las medidas adoptadas para hacerlo.
Tengo que reconocer que conozco poco a los islandeses. De hecho
los conozco muy superficialmente a través de tres vías. Los conocí hace muchísimo
tiempo como turistas en un verano que recuerdo muy largo y placentero. La
verdad es que no había muchos islandeses que por aquel entonces pasaran sus
vacaciones en España, porque Islandia era uno de los países más pobres de
Europa. Los varones eran gente alta, fuerte, más que silenciosa, taciturna,
aunque en cuanto engrasaban su voluntad con una buena dosis de alcohol,
tornaban en ruidosos y violentos, con una sorprendente facilidad para echar
mano del cuchillo para solucionar las broncas a las que eran muy proclives.
Ellas eran también altas y fuertes, muy guapas y bastante
menos silenciosas que ellos y hay que decirlo, muy receptivas a las atenciones
de los españolitos, cualidad que muy frecuentemente constituía el detonante de
las peleas que se organizaban por un quítame allá las atenciones de la Brynhildur
de turno. Llamaba la atención el empeño que ponían en preservar su virginidad, cuestión que poco o
nada preocupaba al resto de las turistas nórdicas que por allí vacacionaban y para
ello utilizaban un curioso, o a mí me lo parecía, procedimiento para preservarla
pero que les permitía disfrutar de las atenciones sexuales que tan
ardorosamente buscaban. Procedimiento que no voy a detallar porque los supongo
a ustedes gente de experiencia y ya me habrán entendido.
La segunda vía de mi conocimiento islandés me viene de la
lectura de las novelas de un tal Arnaldur Indridason, autor islandés, cuyas
novelas les recomiendo y en las que describe muy bien, entre otras cosas, la transformación
de Islandia tras la segunda guerra mundial, que pasó en un plazo brevísimo de
una sociedad pobre de granjeros y pescadores a una sociedad moderna y desarrollada, con las
consecuencias fáciles de suponer. Y ya por finalizar la tercera vía de mi “conocimiento”
islandés me viene dado por los santísimos enlaces sobre las soluciones
económicas islandesas que he comentado antes.
Alguno dirá, pues no tiene usted ni idea y tendrá razón,
pero con muchísimos menos conocimientos sobre el asunto, ustedes y yo conocemos
a muchos que son capaces de escribir un libro o acudir como expertos en el
asunto a cualquier tertulia de tronío.
Bien, el pueblo islandés tiene características que lo
diferencian de nosotros, obtuvieron su independencia en el año 1944, eran entonces
un país misérrimo y se convirtieron en muy poco tiempo en la séptima economía de Europa.
Hasta el año 1000 eran paganos y cuentan jocosamente que se convirtieron al
cristianismo por no soportar más a los misioneros suecos que eran, dicen los
islandeses, unos pelmas insoportables y además han sido de derechas de toda la
vida. Desde 1944 hasta el 2008 gobernaron Islandia partidos políticos de
derecha. Ahora en el 2013 tras el ínterin progresista, soprendentemente vuelven a poder.
¿Cuáles han sido los motivos para este vuelco electoral?
Pues la izquierda subió más de un centenar de impuestos, implementó un “corralito”, que impide la libre circulación
de capitales y las hipotecas se han disparado tras la devaluación de la corona,
ya que muchos islandeses habían negociado préstamos en moneda extranjera y la
devaluación ha multiplicado casi en un 100%,
su deuda, llevando a muchas familias a la ruina. Entre estas cositas,
que por otra parte demuestran que no era oro todo lo que relucía en Islandia, por
mucho que les pese a los progres que aquí anunciaban el evangelio económico
según San Hámundur como sagrada solución a nuestros problemas y el hecho de
que la izquierda ha sido incapaz de modificar la Constitución, asunto percibido
como fundamental por los ciudadanos islandeses, los votos han vuelto a los de siempre.
A mí me parece curioso, no sé si habrán acertado en Islandia
o por el contrario los islandeses se han equivocado, pero me parece que con
todas las prevenciones que ustedes quieran este es un asunto sobre el que se puede
reflexionar. Que observar problemas ajenos a veces inspira soluciones para los
propios.
Por eso y porque no me gusta un pelo el PSOE he parafraseado
la frase de Fraga de Iribarne que da título al presente artículo: Los
islandeses como los socialistas ¿sólo aciertan cuando rectifican?
No lo sé, espero que ustedes me aporten sus opiniones.
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