Un país de chicha y nabo
Ayer fueron solamente los antisistema |
"No
están estos tiempos, amigo Sancho, para pesimistas y añorantes, así que mira al
frente, espolea y cabalga..."
Duele decirlo pero en mi opinión por el camino que seguimos,
terminaremos siendo un país de chicha y nabo, inermes ante la monstruosa crisis
moral que sufrimos, caminamos por una senda extraordinariamente peligrosa.
Estamos instalados en una filosofía que nos impide ver con claridad qué es lo
que sucede y la equidistancia, la relativización interesada, el “y tú más” y la
demagogia más aberrante conforman nuestra postura ética.
Siguiendo una costumbre que parece forma parte de nuestra
más arraigada tradición, nos hemos convertido en nuestros peores enemigos. Pero
esta reacción negativa, esta reticencia a aceptar que entre el cúmulo de
cuestiones negativas que tenemos que sufrir, existen cuestiones positivas que
deberíamos valorar y que nos empeñamos en negar, este fenómeno no es nada
nuevo, ya lo hemos vivido en otras ocasiones y al final hemos logrado remontar
el vuelo.
A lo largo de nuestra historia, en momentos de crisis muy
profundas y dolorosas hemos sido víctimas del pesimismo y el fatalismo, aunque finalmente siempre se ha impuesto la fibra moral de los ciudadanos de a
pie. Ciertamente los ciudadanos tenemos nuestra parte de responsabilidad en
esta situación, pero resulta innegable que la clase dirigente de este país no está a la altura de las circunstancias.
Seguramente resulta infantil empeñarse en exigir que se
resuelva la crisis económica y el paro
de manera inmediata y que además las soluciones que se apliquen no molesten
demasiado. Y que nadie se moleste porque eso es lo que podemos leer todos los
días en las redes sociales, pero sin duda tenemos el derecho a exigir a los
dirigentes que actúen como les corresponde y den ejemplo a los ciudadanos.
En mi opinión, resulta intolerable que un tal Gonzalo
Moliner, que lo que son las cosas es el Presidente del Consejo General del
Poder Judicial, alguien que tiene que ser, en razón del cargo que ocupa, un
referente moral, se le ocurra salir a los medios y como cualquier imbécil de
los que conocemos de los concursos de la tele diga que “que los actos de acoso
a políticos del Partido Popular (PP) pueden encuadrarse dentro de la libertad
de expresión”.
Esa conducta revela sin ningún género de dudas que D.
Gonzalo Moliner ignora su responsabilidad y es un imprudente. A la sociedad
española no le interesa la opinión particular de D. Gonzalo, que explica lo que
opina como individuo pero que a cuenta del cargo que ostenta y de la altísima
responsabilidad que éste conlleva debería preocuparse permanecer en silencio
hasta que la sociedad supiera que piensa el CGPJ como órgano colegiado de
gobierno de los jueces y magistrados, sobre los acosos a políticos. Aunque
expresar que los “acosos” se pueden encuadrar en un “derecho” me parece un
oxímoron jurídico del tamaño de la catedral de Burgos.
Que metió la pata hasta el corvejón como cualquier concursante
de Gran Hermano venido a más o folclórica venida a menos, lo demuestra el hecho
que la portavoz del CGPJ ha tenido que salir a los medios a explicarnos que lo
que dijo D. Gonzalo se puede y debe matizar. Ni siquiera ha sido capaz de dar
las explicaciones correspondientes el imprudente que hizo las declaraciones. Esto en un país serio no sucede.
A mi modesto entender, resulta intolerable que a lo largo de
toda la semana y utilizando internet y otros medios menos sutiles a su alcance,
organizaciones anti sistema hayan estado animando a la violencia y explicando
cómo se puede ejercer ésta para hacer el mayor daño posible, poniendo en el
conocimiento de muchos las tácticas y las técnicas de la guerrilla urbana sin
que los responsables de ello hayan sido puestos a disposición judicial. Los
servicios de información tienen que saber quiénes son los cabecillas de los
violentos y lo suyo es que se les hubiera detenido ipso facto. Eso es
lo que sucede con total normalidad en un país serio.
No resulta aceptable que todo el mundo sepa que dirigentes
sindicales se han estado riendo de todos, de sus afiliados y de nosotros que
somos los paganos y que se han llevado sobresueldos muy jugosos camuflándolos
de dietas y complementos para evitar, ilícitamente, tener que declararlos y que
sepamos, la Inspección de Hacienda todavía no ha resuelto abrir expediente
alguno. Esto no sucede en un país serio.
Porque puedo entender que lo de solucionar lo del paro y la
crisis económica sea asunto de una extraordinaria complejidad y que se va a
necesitar mucho tiempo para poderle poner solución al problema. Que dependemos
de Europa y que el gobierno hace lo que puede y no lo que quiere, que está
atado de pies y manos a cuenta de la situación que recibió, que la economía
internacional nos influye decisivamente, etc., etc., etc. Lo que sin embargo no
puedo entender es que el gobierno no ponga en marcha los mecanismos que tiene
en su mano para preservar el orden y castigar a los que abusan de las
instituciones. Esto se ha transformado en una especie de casa de locos en la
que los matones, los corruptos y los listos hacen su agosto y… no pasa nada. Y
esto no es lo que sucede en un país serio.
Pero siempre hay una puerta abierta a la esperanza. Ayer los
ciudadanos españoles dieron la espalda a la convocatoria esa que proponía “… la puesta en marcha de un proceso
constituyente en el cual, y a partir del cual, la mayoría de la población pueda
decidir con una verdadera participación democrática sobre el modelo político,
económico, social, y de relaciones internas e internacionales, que le interese.
Ni más, ni menos.” Y que para conseguirlo proponían la utilización de la
violencia.
Bien estuvo, porque los violentos sí fueron. Fracasaron
porque necesitan la presencia de miles de ciudadanos lo que les permite actuar
mezclados entre ellos con total impunidad. Ayer los ciudadanos decidieron que
lo que se iba a producir no iba con ellos y faltaron a lista.
Los ciudadanos de a pie han mostrado su sentido común, qué
menos que exigir a la clase dirigente, políticos en el gobierno y la oposición,
financieros, periodistas, jueces, intelectuales, banqueros, catedráticos..., estén
a la altura que exige la presente situación.
Está muy bien - a la fuerza ahorcan - que siempre seamos los
ciudadanos los que carguemos con el sufrimiento y el trabajo duro, mientras
otros se alzan con el santo y la limosna. Por variar y porque la situación se
está tornando en muy peligrosa, sería más que aconsejable, imperativo, que la
clase dirigente tantas veces citada se diera por aludida y se pusiera en marcha de una puñetera vez, que ya les
vale.
Porque de nuestra historia se desprende que lo de chichinabo
le es de aplicación a nuestros dirigentes, que jamás han sabido estar a la
altura de sus obligaciones y mucho menos de las circunstancias y va siendo hora
que eso cambie.
Un gran fracaso,la izquierda de este pais hoy me figuro estara en silencio,su gran deseo y apoyo que fuera un exito con mirar de conseguir algun beneficio de los votantes, Cayo Lara, Rubalcaba, Soraya, Gomez, etc,etc, que diran, que se inventaran son capaces de decir que salio todo como lo previsto,o, se desmarcaran como si no tuvieran nada que ver, que es lo más falcil que haga.Miguel el articulo es formidable,te felicito. Jose Luis
ResponderEliminarTienes razxón, seguro que la izquierda le había puesto una vela a la momia de Lenin para que lo de ayer fuera un auténtica batalla campal. Después con lo de condenar con la boca chica la violencia de los manifestantes, justificándola en la indignación de los ciudadanos y denostando la reacción policial por desproporcionada y antidemocrática,estaba todo hecho. Hoy leía a uno que decía que los violentos están financiados por la derecha para que se carguen las manifestaciones de la pacífica izquierda de este país.¡Lo que haga falta!. Muchas gracias por tu comentario.
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