Tercera Parte. Mostar 20 de abril de 1993
Hubo que utilizar los parques como improvisados cementerios |
Despacio, quizás
pecando de un exceso de prudencia, la columna avanzaba por la
carretera que nos iba a llevar a Mostar, acabábamos de pasar por un
tramo que estaba flanqueado por unas viviendas y a la
izquierda de la vía entre dos casas vi un carro de combate de
inconfundible corte soviético, no fui capaz de identificarlo, me
extrañó que no hubiera nadie a su cargo, pero bastante tenía con
lo mío como para preocuparme de los carros de combate que me fuera
encontrando. Por la línea que me comunicaba con la tripulación, el
tirador de la ametralladora y el conductor me llegó la voz del cabo
Metralla, ¿lo ha visto? me preguntaba, asentí y cuando pretendía
dar la novedad a Dracevo me encontré casi de bruces con el primer
check point que atravesamos sin que nadie hiciera acto de presencia;
un problema menos, pensé para mi.
Lo comuniqué por radio
y seguimos adelante, nos quedaban unos cuantos kilómetros para topar
con el segundo check point del que me habían advertido que
normalmente tenía una guarnición abundante y que anduviera con
cuidado con las minas contra carro que ponían en la carretera para
que los vehículos siguieran un itinerario que les obligaba a marchar muy
lentamente. Así que andaba yo pensando en lo que me iba a encontrar
en unos minutos, cuando de golpe a la salida de una curva, junto a
una vivienda que había a la izquierda de la carretera me encontré
con lo que parecía un check point artesanal. No me dio tiempo ni de
advertir a Morales, éste por una vez en su vida había visto el
obstáculo y metió un frenazo que casi me saca del BMR por la
escotilla.
Dos burras y dos
tableros de los de andamio de toda la vida constituían el puñetero
puesto de control, bueno eso y un tipejo de mediana edad con un AK52,
flaco, canoso, despeinado, con cara de haberse despertado hacía
apenas unos segundos que me estaba gritando en croata muy cabreado.
Yo no le entendía ni de casualidad, pero pillé algo que más o menos
sonaba a mostaru, harvaska y musulmani, que supuse tenía que ver con
el jaleo de Mostar.
Como no parecía que
fuera a calmarse pensé en utilizar la llave mágica que me iba a
solucionar el problema, nos lo habían explicado en Almería y yo
tenía una fe inquebrantable en la instrucción. Así que le hice un
gesto al 1º Guerra que estaba acordándose de la quinta generación
del miliciano y le solté la frase que iba a abrirnos el paso, como
el ábrete Sésamo abría la cueva de los cuarenta ladrones a Alí
Babá
No respondo de la
corrección de la transcripción pero sonaba así: Mi esmó
spanski voinisi ud unprofora, que en castellano significa:
Somos soldados españoles de UNPROFOR; pero aquella frase que nos
habían jurado que servía para abrir los puestos de control, como
quien lava, tuvo justamente el efecto contrario. El tipo se
cabreó y muy excitado me dijo ne, ne, mientras se señalaba con
energía el reloj y me colocaba un discurso del que no entendí ni jota.
Supuse que entre
mostarus, unprofor, musulmanis y harvaskas, lo que me estaba diciendo
el miliciano es que en Mostar se había liado la de San Quintín y
que no eran horas para que los gilipollas de UNPROFOR anduvieran
jodiendo la paciencia por la carretera y colocándole a él en un
compromiso con sus jefes.
Miré al 1º Guerra
que me estaba diciendo por lo bajini que lo mejor era que nos
bajáramos los dos del BMR y nos hiciéramos con el tipo, porque si
no se había acercado nadie hasta allí con el follón que estábamos
liando, era señal que el miliciano estaba más sólo que la una y no
íbamos a pasar por la vergüenza de que un pobre desgraciado nos
detuviera.
Personalmente la idea
me atraía, el tipo se estaba pasando tres pueblos y tengo que
reconocer que soy de arrancada rápida, pero el problema residía en
que me quedaban seis meses de misión por delante en los que tendría que pasar
forzosamente por allí centenares de veces, porque estas cosas sólo
se hacen bien y con cierta comodidad, si una vez que se ha
solucionado el problema te vas y si te he visto no me acuerdo.
Así que decidí
olvidarme de las frases que abrían controles milagrosamente y puse
en marcha la solución hispana. Me quité el casco de transmisiones,
saqué un paquete de Winston y le ofrecí un cigarrillo al poseso,
que fue ver el tabaco y calmarse. Como no llegaba a darle fuego le
alcancé un mechero de propaganda de mi tercio y el tío se lío a
echar humo con el ansia de un fumador empedernido que no tiene tabaco
ni esperanza de tenerlo en un horizonte próximo.
En tanto la nicotina
calmaba sus nervios, le solté un discurso en castellano acompañado
de muchos gestos, en el que le dije que efectivamente era muy tarde,
pero que yo era militar y mis jefes, lo que son las cosas y las
ganas de joder, me habían mandado para Mostar y tenía que pasar
que llevaba prisa. El del control me miraba pensativo, fumaba y no
apartaba el ojo del paquete de tabaco, sonreí, eché mano al
bolsillo y le ofrecí un paquete de Winston.
Me río de los peces de
colores y de las frases mágicas en croata chapurreado, en menos de
treinta segundos el tipo había trincado el paquete de tabaco, dejado
el kalashnikov apoyado en una de las burras y apartado los tablones,
mientras sonriente, me hacía señas con la mano para que pasáramos.
Y es que para estas cosas no hay nada como un poco de capacidad
negociadora, que lo que no haga una bota de vino y unos paquetes de
cigarrillos no te lo arregla un doctor en filología serbocroata ni mucho menos un licenciado de la Escuela Diplomática.
Tras dar la novedad
correspondiente, me pareció la noche más clara, aunque lo cierto es
que era de esas noches que como dicen los americanos, no se veía ni
para jurar. La carretera más ancha y el estilo de
conducción del legionario Morales resultaba hasta aceptable... o
casi. Había descubierto que lo que nos habían contado en Almería
no valía para gran cosa y que tendríamos que espabilar y me parecía
bien, porque a buscarse la vida y enrollarse no creo que haya nadie
que lo haga mejor que un legionario.
Le di más prisa a
Morales y pasamos por el siguiente puesto de control, donde no había
nadie a la vista, tuve la impresión que esa gente, harta de
que nadie circulara de noche por la carretera, habían optado por
hacer horario diurno y dedicar las noches al rakia, las croatas y el
descanso que es lo que hace la gente razonable en lugar de andar
circulando por una carretera con un chorro de gente a su cargo, sin
saber exactamente de qué van las cosas.
Estábamos ya muy cerca
de Mostar y lo que son las cosas del querer y de las trasmisiones, no
había manera de enlazar con Alfa Sierra Bravo que era el indicativo
de mi capitán, ni con Alfa 11 que era el de Recena, pasamos por Buna
y al poco vi la señal del desvío al aeropuerto, lo que quería
decir que estábamos prácticamente en Mostar y a mí nadie me decía
ni que bonitos ojos tienes. Estaba hasta los pelos de llamar, cuando
la radio pareció que quería colaborar y se escucho una especie de
ruido de fondo en el preciso momento en el que estábamos a unos centenares de metros de
una gasolinera que alguien en el PC de la Bandera me había indicado
como referencia.
En esto de La Legión
hay que tener mucha fe y no atropellarse, porque de golpe oí a
Romero que llamaba a mi indicativo, le contesté y le comuniqué que
estaba llegando a la gasolinera de la entrada de Mostar. Me indicó
que lo esperara allí que él vendría a recogerme. Respiré
tranquilo, comuniqué con el resto de mis vehículos y poco a poco
fuimos aminorando la marcha y nos paramos al costado derecho de la
carretera.
Se oían disparos,
coloqué un hombre de puesto por vehículo y ordené que el resto
permanecieran atentos en su interior. Llamé al
Sargento 1º Ávila y nos reunimos en la cabeza de la columna; en las
cercanías se intensificaban los disparos de fusilería y las
ráfagas de ametralladora. Vi como se acercaba un uniformado de la
Armija dando voces y pidiendo por gestos que nos marcháremos de
allí. Lo saludé e intenté darle de fumar en vano, el tipo estaba histérico e
insistía en que nos fuéramos. En las cercanías pude ver elementos
armados en posición, así que le pregunté si hablaba inglés, me
dijo que no, me encogí de hombros y le dije que sólo sabía hablar
en ese idioma. El tipo con un mosqueo del quince se fue a buscar a
alguien que hablara el idioma de Shakespeare.
Ávila me miró de
soslayo y comentó dubitativo, no sabía que usted hablara inglés. Y
no lo hablo, le contesté ¿y entonces para que le ha pedido que
viniera uno que lo hable? Pues para ganar tiempo Ávila, el
tipo tiene que encontrar a alguien que se apañe con el inglés, si lo encuentra, entonces seremos nosotros los que buscaremos
a alguien que lo chapurree. Espero que antes llegue el capitán.
Fue nombrarlo y por lo
visto la noche se estaba enderezando porque vi como llegaba Romero.
Le di la novedad y me dijo con cara de apuro: Miguel haz bajar a la gente de los BMR,s que formen al costado de los vehículos y le das novedades a un
general sueco que está a cargo de esto. ¿Novedades mi capitán? Sí
Miguel, novedades.
Es sabido de que donde
manda capitán... Así que ordené a Ávila que la gente formara al
costado de los vehículos. A lo lejos pude ver a los de la Armija que
se acercaban, mandé firmes e izquierda y en el último momento,
antes de arrancar con el trote cochinero que en La Legión se utiliza
para ir a dar novedades, alcé la voz y dije: Si hay alguien en
filas que sea más que teniente, que salga de la formación. De la
oscuridad al lado del BMR ambulancia surgió una voz mosqueada que decía, soy
teniente coronel ¿eso vale? Le contesté, sí mi teniente coronel
salga de filas por favor, que voy a dar la novedad.
Me acerqué rápidamente hasta dónde se
encontraba el grupo del capitán, al frente ligeramente separado de los demás, estaba el general sueco, me cuadré y le miré a la cara, creo que
los dos estábamos pensando lo mismo, ¿está la noche como para andar dando novedades? Se las dí, impasible me contestó al saludo y mirando al Capitán Romero dijo en inglés que era
hora de irnos.
Observé como la distancia que nos separaba de los musulmanes se recortaba muy deprisa, no parecía que vinieran para hablar ni en inglés ni en cualquier otro idioma. Oí como Romero me decía, Miguel que tu gente embarque. Nos vamos, sigue a mi vehículo....
Mañana termina este relato, que espero que todavía les interese.
Observé como la distancia que nos separaba de los musulmanes se recortaba muy deprisa, no parecía que vinieran para hablar ni en inglés ni en cualquier otro idioma. Oí como Romero me decía, Miguel que tu gente embarque. Nos vamos, sigue a mi vehículo....
Mañana termina este relato, que espero que todavía les interese.
En las operaciones de la VIII BANDERA Colon (1993) regaron con su sangre y dieron su vida en Bosnia los Tenientes Muñoz Castellanos, Aguilar Fernandez y los Caballeros Legionarios Leon y Jimenez Jurado. Cuatro muertos y diecisiete heridos fue la contribución de la Bandera expedicionaria que se sumaron a las bajas que en su conjunto tuvo la AGT CANARIAS.
ResponderEliminarFue una misión difícil y dura en la que las pequeñas unidades tipo Sección y Compañía vivisteis momentos de alto estrés y gran incertidumbre que superasteis con altísimo espíritu dando a España, al Ejército y a la Legión el mas alto prestigio, no solo ante las unidades aliadas, sino que hicisteis que los españoles en su conjunto se sintieran orgullosos concediéndoos el premio Príncipe de Asturias ese año.
Hicisteis y cumplisteis con la tradición legionaria, Junto con la AGT MALAGA fuisteis los primeros e hicisteis de escudo para que la Patria tuviera tiempo de preparar magnificas unidades que luego os relevaron y alternaron en esa misión.
Este viejo soldado se siente orgulloso de vosotros aunque no me habéis sorprendido. Os conocía.
Un fuerte abrazo legionario.
Muchísimas gracias Antiguo legionario. Le hubiera reconocido por el estilo y no me refiero al literario, aunque no hubiera visto el seudónimo. Un estilo que supo enseñar a los que fuimos sus subordinados y que nos empeñamos en ejercerlo con mayor o menor fortuna y acierto.
ResponderEliminarUn recuerdo emocionado para lo que allí dejaron sus vidas en el cumplimiento de su deber. Me crucé en Mostar con Muñoz Castellanos, yo acababa mi misión y el comenzaba la que le iba a costar la vida. Aguilar me relevó de guardia, tuvo tiempo de hacer una en Dracevo, antes de dejar su vida en ese puente de Mostar.
Los llevo en el recuerdo, ejemplo presente de entrega y amor por España y La Legión. Gente buena como el resto de muertos y heridos, que los de Colón tuvimos allí. Muchas gracias por su comentario y si me lo permite, un abrazo muy fuerte. Quedo como siempre a sus órdenes.