La liamos en el Alexis Ham Bridge (Primera entrega)
Este es el puente de la historia |
Quisiera contarles lo que “no sucedió”, al menos
oficialmente, en un lugar de Bosnia allá por los primeros días de mayo de 1993.
En abril de ese mismo año la AGT Canarias había desplegado en aquel país en la zona de
responsabilidad española y nosotros los de la Cía. Austria
formábamos parte de esa agrupación. Lo que les voy a contar tuvo que ver como
tantos otros sucesos, con un puente.
Parece ser que éste, que cruzaba el Neretva al norte de Mostar en la carretera
que iba desde esa ciudad a Jablanica, Konjic y Sarajevo se llamaba Alexis Ham y
digo parece porque como jamás tuvimos un plano mientras duró la misión resulta
difícil saber los nombres de los accidentes naturales y el de los "artificiales".
A mí me mandaban de
“maleta” por lo que desde el punto de vista del mando, maldita la falta que me
hacía saber a dónde iba y mucho menos cómo diablos se llamaba el puñetero
puente de las narices. De hecho lo que sucedió y que si Dios no lo remedia les
voy a contar, tuvo tan poca importancia a los ojos de mis superiores que la
misión que se me ordenó cumplir ni siquiera aparece reflejada en el Diario de
Operaciones de mi compañía. Desconozco el motivo, jamás tuve tanta curiosidad
como para preguntárselo a mi capitán, hay cosas que es mejor no saber. Probablemente
fuera porque como la misión de aquel día
era de compañía y la mandaba el capitán Romero, éste - sus motivos tendría digo
yo - no reflejó la acción que llevamos a cabo la 2ª sección de su unidad en su informe
post misión. Así que les voy a contar algo que oficialmente no sucedió o que a
juicio del mando no tuvo la relevancia suficiente como para ser reflejado en el
informe correspondiente.
Era casi la hora de comer, estábamos en Mostar y patrullaba con mi sección cuando mi capitán me llamó por radio y me ordenó acudir al lugar en el que él se encontraba, estaba en lo que
posteriormente se conoció como plaza España. Cuando llegué advertí a mi gente para que comieran,
porque si Romero me había llamado por radio y no me había explicado nada, seguro
que nos iban a mandar a alguna misión delicada y no fuera a ser que después no tuviéramos ocasión de comer, bajé del vehículo, le di las
novedades correspondientes y esperé a que me explicara lo que fuera que tuviera
que decir.
Romero me explicó que iba a ir de escolta a un comandante
de Estado Mayor, un coronel croata y cuatro o cinco autobuses, conducidos por
conductores del HVO, en dirección a Jablanica y que allí íbamos a recoger a doscientos refugiados croatas de la zona. No debí poner muy buena cara, porque me
dijo la frase que más he temido a lo largo de mi vida ― No te preocupes Miguel que está todo hablado,
es ir, recoger a la gente y volver aquí ―. Y que quieren que les diga, cuando
alguien me dice que no me preocupe, sé que me va a caer encima un chaparrón de
los que hacen época.
Vivíamos una situación complicada, llevábamos todavía poco
tiempo en Bosnia, nos habían preparado para una misión distinta de la que
desarrollábamos. Lo de dar protección y escolta a los convoyes humanitarios
había pasado a tercera o cuarta prioridad como poco, realmente lo que hacíamos
o intentábamos hacer como Dios nos daba a entender, era lo de fuerzas de
interposición y control del alto el fuego.
Combatientes de la Armija |
Estábamos en una guerra, en la que en teoría no
participábamos, aunque como nos dedicábamos a incordiar al bando que
ganaba en la zona que estuvieras, te
convertías en un testigo incómodo, lo que te convertía en blanco de los unos
o de los otros, según estuvieras en la zona en la que ganaban los croatas o en
la que los vencedores fueran los musulmanes.
El Mando sostenía desde los tiempos en que estábamos
concentrados en Almería preparando la misión, un argumento que pretendía garantizaba
nuestra seguridad en la zona. Decían que el ser neutrales nos aseguraba
no tener enemigos y esa era una parte importante de nuestra seguridad en Bosnia. No creo que me hiciera muy popular entre los miembros de
la selecta PLMM de la AGT, cuando sostuve, una vez metidos en el baile, que la
realidad demostraba que nuestra neutralidad por el contrario hacía que no
tuviéramos amigos; situación nada deseable en mitad de la ensalada de tiros de
la que disfrutábamos todos los días. El tiempo le dio la razón a quién la
tenía, pero que quede claro que lo de la neutralidad se respetó porque era
nuestra obligación, no porque ayudara a nuestra seguridad.
Uno cuando es militar quiere creer que el mando tiene la
situación bajo control. La realidad en Bosnia me decía lo contrario, lo cierto
es que la situación era tan fluida y cambiante, que diría uno de EM, que era
muy difícil saber con precisión a qué nos exponíamos los que dábamos la cara y ahí incluyo a todos, desde el jefe de la AGT hasta el legionario más moderno. Estoy
convencido que en ocasiones las cosas se complicaban a cuenta de las
imprevisibles mutaciones de la situación y otras veces… y otras veces por
cuestiones bien distintas. Vamos a dejarlo ahí, me van a perdonar pero es que
todavía me cabreo cuando recuerdo la que liamos en el Alexis Ham Bridge del
diablo y cuando me cabreo tiendo a ser algo borde.
Volvamos pues a la plaza en la que mi capitán me había dado las
órdenes correspondientes a mi misión. No
eran demasiado complicadas, tenía que ir “de maleta” a buscar refugiados
croatas a las órdenes de un comandante de Estado Mayor, situación que desde mi
particular punto de vista se me antojaba muy poco deseable y para redondear mi disgusto me
había soltado lo del “no te preocupes” que me sumió automáticamente en la
preocupación más desoladora.
Me explicaré, lo de ir a buscar refugiados croatas a
Jablanica, que quien dice Jablanica, está hablando de Celebici, Konjic,
Ostrozak, Costanica etc. etc., suponía de antemano una aventura incierta. En
esa zona de Bosnia estaban las cosas al rojo vivo, muchos muertos, cientos de torturados, innumerables violaciones figuraban en él debe de ambos bandos. La
limpieza étnica sucesiva, conforme los vencedores de ayer tornaban en vencidos de
hoy, había originado muchísimas deudas que pagar y los musulmanes de la zona, que eran los que ahora iban ganando, estaban locos por ajustar cuentas con los
croatas ayudados por unidades radicales
extremadamente peligrosas. A eso y por si no fuera suficiente lo
anteriormente expuesto, había que añadir que la ARBIH, la Armija para entendernos, tenía poco poder en una zona
en la que los jefes locales y sus ocasionales aliados hacían lo que les venía
en gana.
Escudo de la Armija |
Así que lo de “no te preocupes” me sonaba más a resignado consuelo al
que agarrarse que argumento a considerar seriamente. No me entiendan mal, no es
que se me hubiera arrugado el ombligo, no era un problema de miedo, sobre todo
porque todavía no había habido ocasión para sentirlo todavía. Pero cuando me mandan ir
a un lugar, llámenme caprichoso si se lo parezco, pero me gusta saber a dónde
voy y que es lo que me espera conforme a la información que obre en poder de
mis superiores.
Puedo estar equivocado, de hecho seguramente lo esté, pero desde
el principio la misión me olía a un desesperado deseo del Alto Estado Mayor de
Kiseljac de meter cuchara dónde no le correspondía y apuntarse con el “rescate”
de los refugiados unos cuantos positivos. Y no es porque no me caigan bien los
de Estado Mayor, siento una gran
admiración intelectual por los “pitufos”, no puedo decir eso de que entre mis
mejores amigos cuento con uno de ellos, sobre todo porque no es cierto, pero
admiro su inteligencia, cultura y
conocimientos.
Dicho esto debo hacer constar que al igual que un oso polar
en el Sáhara no debe representar un peligro demasiado grande, lo mismo sucede con
los del EM, que en su hábitat natural son muy buenos, pero sobre el terreno y
mandando personalmente unidades me daban más miedo que un mono cabreado con
un subfusil en las manos, aunque conozca
excepciones brillantísimas a mi afirmación.
Desde Kiseljac nos habían mandado un comandante de EM que
era el que iba a mandar y disponer y eso me ponía nervioso, añádanle lo del
coronel croata y los cinco o seis HVOS conductores, que lo de ir con esos
pobrecillos al cogollo de una región en el que el deporte nacional, al menos en
esos momentos, era el de despenar croatas no terminaba de alegrarme el día.
Romper las cadenas naturales de mando tiene un coste muy caro y es algo que no
debería hacerse más que en casos extraordinarios.
Romero me había mirado preocupado en dos o tres ocasiones,
comprendo que observar cómo guardaba silencio era poco tranquilizador, debo
reconocer que soy del sindicato de los que no callan ni debajo del agua, por
lo tanto mi mutismo le tenía que sorprender. Pero como no creo que pudiera decirme
nada que me pudiera interesar, también guardaba silencio.
― Mira Miguel ahí están el comandante y los croatas que
debes escoltar.
Miré a mi espalda y efectivamente habían entrado en la
plaza, dos vehículos ligeros, uno blanco de UNPROFOR y el otro mimetizado que
debía ser el del coronel croata, tras ellos venían cinco autobuses azules, de
los que se utilizaban antes de la guerra en el transporte público interurbano y
que se utilizaban comúnmente para transportar tropas, refugiados o prisioneros.
Acompañé a Romero que se apresuró a acercarse a los
vehículos, del de UNPROFOR se apeó un comandante con un casco azul nuevo de
paquete, con lo que mis peores sospechas se confirmaban. Romero le saludó y le
dio la novedad. La verdad es que el comandante no parecía muy atento a lo que
le estaba largando Romero, parecía estar ocupado observando como el coronel
croata se bajaba de su transporte.
El croata se bajó al fin, tenía aspecto de militar
profesional, eso me alegraba, siempre sería mejor que fuera militar de verdad y
no un arquitecto o un jefe político metido a soldado. Mientras el comandante le
largaba no sé qué, ya saben que de inglés ando peor que mal, el del HVO nos
estaba mirando con atención. Me dio la impresión que estaba sopesando la valía de la escolta, era
normal se iba a jugar el cogote y nosotros éramos los llamados a evitar que se
lo cortaran.
Unidades musulmanes radicales |
Mientras, el comandante y Romero se estaban dando la mano,
cuando terminaron me acerqué y me presenté reglamentariamente. ― A la orden de
usted mi comandante, teniente Rives de la compañía Austria a sus órdenes ―, me
miró y en lugar de darme la mano que era lo corriente, me dejó en el primer
tiempo del saludo y se acercó hasta el croata. El capitán y yo mismo nos
presentamos al croata que nos correspondió en inglés.
Hay gente que sostiene que yo no trago a los de EM, pero les
aseguro que no es cierto, me parecen gente muy preparada y además de ello
educados, no diré amables, aunque muchos de ellos lo sean, pero todos sin excepción son
educados. Bueno, ya no podía decir todos, porque el que me había tocado en suerte
me había demostrado que militarmente no lo era, lo que no era bueno, pero a lo
peor era que estaba muy nervioso y eso sí que resultaba preocupante.
Supongo que ustedes no saben y por eso se lo explico, que en
un convoy durante su trayecto desde el inicio hasta el final, la máxima autoridad la ostenta el
jefe de la escolta. Lo que resulta lógico, el que manda la escolta,
independientemente de su graduación es el responsable de la seguridad de todos
y por lo tanto manda y dispone en el convoy. Ustedes ya lo saben, el comandante
en ese momento no lo debía saber porque se me arrimó y dijo
― Escucha, voy a ir en cabeza y las órdenes las doy yo.
Miré a Romero, que por lo visto había tenido la mala suerte de no escuchar al comandante porque tenía un gesto imperturbable, sería eso o simplemente no quería meterse en camisas de once varas.
Visto lo que había y para que nadie pudiera entender que le estaba poniendo pegas a la misión, me
cuadré y dije ― A la orden de usted mi
comandante― mientras en mi fuero interno le maldecía hasta la quinta
generación.
― Me tienes que dar con que mantener el enlace contigo.
― ¿Su vehículo no
monta medios de transmisión mi comandante?
― No.
― Pues le puedo dar un ANPRC 77 y con eso enlazará usted
perfectamente.
Le pedí a Guerra que me mandara a alguien con el 77 que
llevábamos en mi BMR.
Comprobé el dial de frecuencias ― La frecuencia que lleva es la de la sección mi comandante
¿se lo preparo?
Ni siquiera me miró ― No hace falta, dáselo a mi conductor y
ya me ocuparé de ponerlo en marcha.
― A la orden mi comandante.
Le hice un gesto a Valerón que llevó el 77 con su espaldera
hasta el vehículo de UN PROFOR.
Los jefazos dejaron de hablar se saludaron y como el comandante
español se subió a su vehículo sin decir ni esta boca es mía le dije a Guerra que
advirtiera a la sección que primero iría el Nissan del comandante, luego mi
BMR, el jeep del croata, el Mercurio de transmisiones, el BMR de Arienza, los
autocares y cerrando la procesión el blindado de Ávila.
Me despedí de mi capitán y monté en el blindado. El 1º
Guerra que compartía conmigo muchísimas cosas, me dijo en tono amable ― El
“comando” ya ha comprobado el enlace, dice que nos pongamos en marcha inmediatamente
―. Mandé de frente y salimos de la plaza lentamente, a mi espalda Ávila había
bajado de su blindado y estaba organizando la columna. Al menos por ahí iba
bien, mis subordinados eran gente de primera categoría.
Doblamos en la primera calle, me encomendé a San Millán Astray y comprobé el enlace radio con mi
sección y el Mercurio. No lo sabía pero
habíamos comenzado un auténtico viacrucis.
Pero eso se lo cuento mañana, si les quedan ganas...
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