La última misión en Mostar (Primera entrega)
Entrando en el barrio musulmán |
Eran casi las 07,30 horas del día 17 de septiembre de 1993, me encontraba comprobando que en mi sección todo estuviera preparado, nos alistábamos para ir a Mostar a cumplir con
nuestra última misión allí. Cerraríamos ese día nuestra actuación
en la ciudad que debe su nombre al viejo puente, el Stari Most. No pude por menos recordar
aquel ya lejano 20 de abril de 1993, día en que, recién llegados a Bosnia, nos
tocó ir deprisa y corriendo hasta la ciudad, para parar los enfrentamientos
entre musulmanes y croatas que hasta ese mismo día eran aliados y combatían al
enemigo común, es decir los serbios.
Muchas cosas habían pasado en el terreno de la guerra, la
mayoría nada buenas y la situación fue
evolucionando a peor. A pesar de nuestros esfuerzos, lo del alto el fuego
seguía siendo una entelequia y los dos bandos se combatían a sangre y fuego. No
pudimos parar la guerra, que eso lo decidían los políticos y por lo tanto las
decisiones finales estaban fuera de nuestro alcance; pero sí salvamos muchas
vidas, evitamos injusticias a porrillo, dimos de comer al hambriento, llevamos
medicinas allí donde se necesitaban, evacuamos heridos, en definitiva hicimos
lo que pudimos y en ocasiones algo más. Teniendo presente nuestras posibilidades me iba muy satisfecho de nuestra actuación y extremadamente
orgulloso de mi gente.
Me reuní con los jefes de pelotón para hablarles de los
últimos informes de inteligencia que francamente no eran nada buenos. En la reunión
participaron un capitán y un sargento del ejército del aire, que venían con
nosotros a Mostar. Era un equipo especializado en dirigir a la aviación en ataques al suelo
y señalamiento de objetivos, acababan de llegar y era la primera misión a la
que asistían, los había colocado en el
BMR de Arienza Santos, que era el más callado de nosotros y les habíamos
hecho sitio para el equipo de transmisiones que llevaban.
El parte “meteorológico” de Kiseljac, advertía de “fuertes
tormentas” localizadas sobre todo en Vrdi y Mostar. Así que de antemano sabíamos que teníamos muchas posibilidades de sufrir bombardeos de envergadura. Un
pensamiento se me pasó por la cabeza, me preguntaba si todo el mundo estaba
ahora más preocupado por la seguridad, tanto la propia como la de sus subordinados,
que cuando llegamos y tras comprobar el estado de ánimo de mi gente, me pareció que
así era.
Parece un contrasentido, pero gente que se había jugado el
pellejo, no una vez ni dos, con una tranquilidad pasmosa, gente que con
valor, determinación y serenidad habían afrontado situaciones
extremadamente peligrosas, ahora terminando la misión se sentían, nos
sentíamos, algo incómodos ante la posibilidad que nos tocara bailar con la más
fea, justo cuando la misión se acababa. Cosas de la naturaleza humana, pero
parecía mucho más doloroso que te tocara pasar por un “mal trago” justo acabando la misión.
Espanté esos pensamientos y conté lo que había a mí
gente. En Mostar se esperaba que los croatas prosiguieran en su ataque, con la
finalidad de doblegar a los habitantes del barrio musulmán, a los que tenían
prácticamente cercados. Precisamente la actividad prevista en la zona de Vrdi estaba dirigida a cerrar las
comunicaciones entre los musulmanes de Mostar y Jablanica.
El HVO acabó con el minarete |
Les di el sermón correspondiente, pedí que estuvieran muy
atentos a la seguridad de su gente y gasté tres o cuatro bromas para afectar la
tranquilidad que no sentía. Pregunté si había alguna pregunta y sorprendentemente, en lugar del silencio acostumbrado, el capitán del
EA se lanzó a hablar y nos dio una teórica sobre su misión que nos dejó un poco descolocados.
Tomé buena nota, para que en el primer momento en que no hubiera gente delante,
explicarle con detalle cómo se
gestionaban estas cosas entre nosotros y recordarle que la máxima autoridad en
la patrulla era yo, que era teniente pero era el que mandaba y disponía.
Di la orden para que se incorporaran a sus vehículos y me
pasé por el Mercurio de transmisiones, en el que no había novedad, eran gente
conocida y sabía que no iban a fallar. Pasé por la ambulancia en la que saludé
a los dos intensivistas que nos acompañarían y que tenían por misión mantener
con vida a los heridos que se
produjeran hasta que llegaran al hospital de campaña de Dracevo. El médico era
un comandante que conocía del Tercio, les dije que estuvieran
tranquilos que haríamos lo imposible para que no tuvieran que trabajar, el DUE
era un capitán, viejo conocido de las
unidades especiales, así que estábamos en buenas manos, por otra parte el
conductor del BMR era un cabo 1º, con años de servicio y que en momentos de
apuro de los de verdad, siempre había reaccionado con valor y serenidad. Por
ese lado no iba a tener problemas, aunque
estaba seguro que de crearnos problemas se encargarían con suficiencia
los croatas.
Y hablando de croatas, me advirtieron que había llegado nuestra
escolta de la policía militar HVO. No vayan a pensar en nada espectacular, un vehículo con tres
desgarramantas que nos llevarían hasta la entrada del barrio musulmán. Una
escolta que se nos había impuesto desde aquella vez que ya he explicado, en la
que salimos escoltados de Mostar por el jefe de la PM de Bosnia, y que lo único
que te garantizaba es que no te pararían en los checks point.
Ordené poner los motores en marcha, y cuando comprobé que
todos estábamos listos, comuniqué por radio a mando que tenía la escolta del
HVO en la carretera y solicitaba permiso para dirigirme a Mostar, me dieron el
OK y nos pusimos en marcha hacia el cruce en el que nos esperaban los jáveos de
los demonios. Le hicimos señales con los faros del blindado y al momento se
pusieron en marcha.
No iban demasiado rápido lo que era de agradecer. Aunque yo ya había pillado el tranquillo al problema de
la velocidad excesiva de los vehículos de escolta. Si me encontraba con algún
Fittipaldi, en lugar de intentar seguir su ritmo - a los croatas les encanta
la velocidad y el código de circulación debe ser un misterio para ellos - digo que en lugar de seguirles, aflojaba la
marcha exageradamente, hasta que los tíos renegando - en lo que quiera que
renieguen los croatas - se acomodaban a mi marcha, porque uno ya es perro viejo
y una cosa es perder el culo detrás de algún superior de esos que siempre
llevan prisa y cosa distinta es que tragues y aceptes que unos cuantos jáveos
te lleven como puta por rastrojo por esas carreteras de Dios.
Bueno pues íbamos por la carretera a una velocidad decente,
hacía buen tiempo, Morales tenía un buen día y mantenía al blindado en la
carretera sin demasiados bandazos, más de la mitad de los legías, los que
estaban autorizados por el 1º Guerra, roncaban que se las pelaban y había que disfrutar de ese extraño momento
de paz y tranquilidad, porque ya sabíamos que esos momentos eran muy
fugaces y merecía la pena aprovecharlos de manera activa y consciente.
Encendí un cigarrillo y me recosté en la junta tórica de la escotilla,
lo que me permitía viajar algo más más apartado de la plancha que me separaba del motor
y de los radiadores del blindado que me mandaban un aire caliente a la cara que parecía viniera
de lo más profundo del infierno.
Oí a Guerra que me hablaba
― Hay que ver mi teniente, lo rápido que ha pasado la misión.
― Pues según se mire Guerra ― le contesté ― a mí, en
ocasiones me parece que me hayan parido en el barrio musulmán y que llevo toda
la vida allí.
Guerra se echó a reír ― Pues tiene razón esto del tiempo es
muy relativo.
Lo miré y como estábamos de buen humor bromeé con él ― Ya
veo que estás de acuerdo con Einstein ― Guerra arqueó las cejas ― Sí hombre el
científico que nos explicó que el tiempo y el espacio son relativos.
― No se enrolle mi teniente ―, sacó un cigarrillo ―pero es
verdad que según se mire parece que llevamos aquí media vida y otras veces, según esté uno, parece que fue ayer cuando aquel croata no nos dejaba pasar
para ir a Mostar la primera noche que llegamos. ¿Se acuerda?
―Joder Guerra como para olvidarse, vaya nochecita nos
tiramos el día del estreno, espero que hoy
que cerramos cartera, nos vaya mejor.
― Pues no parece mi teniente, según lo que nos ha comentado,
me parece que nos van a dar un día de los de abrigo.
― Ya sabes lo que siempre te digo, ya cruzaremos ese puente
cuando lleguemos a él, pero cuidadito con la gente, que querrán despedirse de
los amigos y sobre todo de las chavalas, cuidado como se hacen estas cosas, a
ver si al final, tras habernos comido todo lo que nos hemos comido sin novedad,
el último día tenemos una desgracia por un
descuido tonto. Ojito con la gente, Guerra.
― No se preocupe mi teniente, todo el mundo está igual, se
acaba la misión y lo de la seguridad ha sido importante durante todo este tiempo,
pero ahora parece que preocupa más ― Vio que le iba a interrumpir y se apresuró
a seguir ― A mí me pasa lo mismo, hemos tenido mucha suerte y no vaya a ser que
la encharquemos a última hora.
― Vamos a dejar el tema, Guerra, que parece que estemos
llamando a la mala suerte.
― Como prefiera mi teniente y esos del ejército del aire
¿qué pintan en la fiesta ésta?
― Pues no lo sé demasiado bien, esta gente vienen con la
siguiente agrupación, con nosotros no creo que tengan mucho ver ― Le miré
burlón ― Pero de todas maneras el capitán hace un momentito te ha explicado muy
detalladamente cuál es su misión.
― Es verdad, vaya rollo nos ha soltado, usted no se ha visto
la cara.
― Tranquilo Guerra, estos del ejército del aire son buena gente, ya sabes que la pistolada en cuanto tiene que tratar con La
Legión se ponen nerviosos y tienden a ponerse bordes o mandones, en cuanto
lleguemos a Mostar le voy a dar una charla y verás cómo se adapta
perfectamente. Lo que pasa es que ayer cuando nos presentaron, alguien le dijo
que yo era catalán y éste es merengón a tope y me soltó un rollo sobre el Barça
que no se acababa nunca y cuando empezó a aflojar porque ya no podía más, le
dije muy sonriente, no se canse mi capitán yo soy del Español y parece que lo de no haber hecho blanco, le cabreó.
― Por eso va con Arienza, para que no me coma el coco.
El Cabo 1º Guerra se echó a reír ― Bueno al menos hoy
tenemos dos vikingos, ya procuraré que Espinosa hable con él y van a estar
encantados.
― Sí será mejor, porque conozco a los “aviadores” y son muy
buena gente, hay que dejarles que nos tomen un poco el pulso y estarán
encantados. Además están en buenas manos Arienza es un tío que tiene mano para
tratar a los de afuera.
A lo lejos pudimos ver las primeras edificaciones de Mostar,
el vehículo del HVO nos hizo señas para indicarnos que se quedaban en la curva y
allí esperarían a la sección saliente, los saludé y seguimos en dirección al
barrio musulmán. Deseaba que las cosas estuvieran tranquilas pero ya desde
lejos se oían explosiones.
Mañana seguiremos con el relato, que resultará entretenido
porque nos pasó de todo o casi de todo.
Apasionante Sr. Rives. Espero con mucho interés la continuación. Viví con mucha tristeza la guerra de los Balcanes desde Barcelona, también orgulloso de la misión del Ejercito de mi país en ese conflicto.
ResponderEliminarBuenas noches Sitges, le agradezco su amable comentario. Saludos.
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