Podemos puede acaudillar el nuevo bipartidismo
El nuevo bipartidismo de la zurda, todos contra el PP |
Llevamos tiempo escuchando a la izquierda, sobre todo
a Cayo Lara, al que le hace la segunda voz Llamazares, explicarnos incansables que todos los males de nuestra actual situación derivan del bipartidismo,
ese fenómeno maligno por el que los ciudadanos han decidido poner su confianza
de manera mayoritaria en el PP y el PSOE o el PSOE y el PP que lo mismo da. Los enemigos del bipartidismo culpan de su existencia a una oscura
conjura, entre el capital, la Iglesia y la monarquía, cuando lo más sencillo
sería recordar que si existen dos partidos importantes de implantación nacional
es porque han sido capaces durante muchos años de conseguir captar
mayoritariamente los votos de los españoles.
Naturalmente que el bipartidismo, como todo o casi todo en
este mundo, tiene sus pros y sus contras; para los que no están en los dos
partidos preponderantes supone la
representación de todo lo malo, aunque en el fondo - aquí nos conocemos todos -
cualquiera de los partidos que andan por el Grupo Mixto con uno o dos diputados
y otros más importantes, darían la mano
izquierda de la mitad de sus afiliados, por ocupar uno de los dos lugares de
privilegio que hoy, todavía, conservan populares y socialistas.
El bipartidismo no ni bueno, ni malo, es como todo en esta
dichosa vida, según y cómo, porque esos enemigos declarados del fenómeno,
ignoran, pero no por desconocimiento, sino simplemente porque les interesa, que
el fenómeno contrario, el de la atomización del espectro parlamentario, fue el
responsable de una época convulsa en la vecina Italia, en la que precisamente
el reparto de los votos entre numerosos partidos con poca representación parlamentaria
estuvo a punto de acabar con el régimen democrático de los italianos,
porque resultaba imposible elegir un gobierno con los apoyos suficientes para
ejercer su labor.
Así, que me perdone el de Argamasilla, pero lo del
bipartidismo o lo del tripartidismo que es lo que a él le gustaría que
ocurriera si IU fuera una de las tres fuerzas, no es malo per sé, ya lo dijo un
griego de los antiguos, que se tomó el trabajo de dejar una frase cuyo contenido, si se
aplicara más a menudo, supongo que
irían mejor las cosas. El griego, que no era facha ni progresista, un tal Aristóteles,
dijo que “la virtud está en el justo medio”. Y por ahí van las cosas, todo está
bien o mal según sea la dosis aplicada, no hay otra.
A la izquierda que no recoge demasiados votos, le va bien el
discurso que anatemiza al bipartidismo, pero las circunstancias cambian y nos
encontramos en un escenario en el que la irrupción de Podemos ha hecho reflexionar
a mucha gente. El primero que reaccionó fue Cayo Lara que de siempre estuvo
loco por pactar con quien hiciera falta
para conseguir que IU tuviera un mayor peso específico, recordarán que ya lo intentó con los
del 15 M, que lo echaron literalmente a patadas. Como es de los que no cambian, ahora pretende pactar con Podemos y para ello ha nombrado negociador
plenipotenciario al diputado comunista Garzón y ahí andan, pelando la pava en
la reja de los de Podemos, con Pablo Iglesias, que no ha dicho que no, pero tampoco ha dicho que sí, aunque alguna mala cara sí ha puesto.
El problema para los aspirantes a la blanca mano de
Pablo Iglesias y a la dote que aporta, nada menos que esa capacidad electoral
demostrada en las europeas, es que están como aquellos príncipes de los cuentos
de hadas, que acudían al palacio real en pos de la mano de la princesa y el rey
les ponía a prueba. Pues así están los zurdos, llegan hasta el lugar y tienen
que pedir la vez, tal es la aglomeración de aspirantes a pactar, lo que resulta
profundamente incómodo y frustrante.
Hay que decir, seguramente sea porque Pablo es republicano, que
no se ha mostrado muy exigente en lo de las pruebas, pero ha sido muy claro y
concreto. El que quiera pactar con Podemos, debe aceptar su programa y la
última palabra en el pacto – eso quiere decir la primera y la última – la tendrán los “circulares”.
Aceptar esas dos condiciones debiera ser muy duro para cualquier responsable
político que se precie, pero hay mucho dirigente progresista que cree que aceptarlas no resulta demasiado gravoso, porque se trata de
las municipales. Debieran tener en cuenta que si le dan ese poder a Pablo
Iglesias, esos acuerdos no van a ser otra cosa que el ensayo general con todo, para lo que
pretenden suceda en las próximas generales y eso sí que es grave y
peligroso.
El PSOE también se ha apuntado a la lista de pretendientes,
si bien, han sido menos explícitos que IU. En Ferraz, saben que muchos de
sus votantes se la tienen jurada a Podemos, juegan discretamente a la filtración y estoy
convencido que como es tradicional en Ferraz jugarán con al menos dos barajas y
por un lado le comerán la orejita a los peperos con lo del “pacto de estado”
mientras le susurrarán ternezas marxistas a los oídos de Monedero e Iglesias, aunque veladamente, porque
Pedro Sánchez sabe que hacer según qué cosas en público le supondría un suicidio político. Parece ignorar que, por muchos problemas que le estén surgiendo a Podemos, si Pablo Iglesias
consigue que pacten con ellos los socialistas, los circulares se los van a comer con papas de
una sentada.
Tras las elecciones municipales, a no ser que los
socialistas consiguieran un éxito arrollador, lo que no parece probable, la izquierda al completo estará de
acuerdo en pactar con quien haga falta para evitar que el PP consiga las
alcaldías, en las que aun teniendo la mayoría, no cuente con la mitad más uno
de los concejales del pleno. Y cuando digo la izquierda al completo me refiero
a toda, incluyendo al PSOE, que va a hacer lo que hace siempre, quedarse tuerto,
si arrancándose un ojo, consigue que el PP se quede ciego.
Nos encontraremos con un nuevo escenario “bipartidista”,
por un lado el PP y por el otro, todos los demás, acaudillados eso sí por Podemos, que parece
ha sabido meterle a los zurdos, las cabras en el corral y el miedo en el
cuerpo. Otro “cordón sanitario” alrededor de los peperos y a quién Dios se la
dé, San Pedro se la bendiga. Ese es el poder que pudiera conseguir la gente de Pablo Iglesias. No van a lograr por si mismos una cantidad de votos suficientes como para derrotar
al PP, pero reeditando aquella figura funesta del “frente popular”, se van a
alzar con el santo y la limosna.
No se las ponían así ni a Fernando VII, el temor a no tocar
poder va a llevar a más de uno a sacrificar a su propio partido mediante el pacto vergonzante con la gente de Iglesias. Con los acuerdos, Podemos va a
conseguir un triunfo mucho mayor que el electoral, va a ponerse en situación de dirigir a la
izquierda de este país, que tras pactar con Iglesias y compañía van a perder
votos de cara a las generales a borbotones. Eso es muy peligroso, para el PP, que ellos verán, para el necesario equilibro del espectro político y sobre todo
para la izquierda que va a vender su primogenitura por un plato de lentejas de
cara a las elecciones generales.
Dicen que el miedo guarda la viña, pero me da la impresión
que los únicos que tienen capacidad para manejar la situación son los nuevos,
lo malo es que esos pactos no redundarán en beneficio del interés general, eso
no va a interesar, ahí lo que se estará jugando son los cuatro
años de buen dinero público para los concejales y el poder vicario que va a
recibir de la izquierda de siempre, los de Podemos.
Que cierto es lo que dice la Biblia, si lo dijo la Biblia
que no lo sé: Perversi difficile
corriguntur et stultorum infinitus est numerus, para que me entienda Cayo
Lara, que de latín creo que va justito: “Los
malvados son difíciles de corregir y el número de estultos es infinito”.
Les dejo a ustedes que en este panorama difícil, elijan quiénes están con los
malvados de difícil corrección y quiénes en el abundantísimo número de los tontos.
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