Una Constitución, un sólo Estatuto de Autonomía

Corrupción y gasto desbocado definen muy bien a las Comunidades Autónomas

Creo que es el momento oportuno de comentar una idea sobre la que llevo mucho tiempo reflexionando. Voy a aprovechar el espectáculo deleznable que están dando todas o casi todas las comunidades autónomas de este país y el sentimiento de la ciudadanía en general, que pretende se efectúen cambios en la Constitución y de paso, si ustedes me lo permiten, “hablo de mi libro” y les cuento lo que pienso, esperando que les interese.

En España hay gentes que andan dando voces por las esquinas, en los círculos y asambleas, pidiendo, exigiendo, el fin del régimen. Para entendernos, pretenden liquidar la democracia parlamentaria por la que, mal que bien, nos regimos, eso sí, sin explicar exactamente que diablos es lo que proponen para sustituirla, lo que debería preocupar a cualquiera que reflexione lo más mínimo.

Si no explican qué es lo que nos ofrecen como recambio, sólo puede deberse a dos motivos. Que no sepan exactamente qué es esa maravilla que nos va a solucionar todos los problemas de un plumazo, ignorancia que parece ser alcanza a la mayoría de sus simpatizantes, que están tan entusiasmados con ese cambio,  que no les ha dado tiempo siquiera para preguntar a los predicadores de la buena nueva, de que va la vaina. Así que están en “Vamos a acabar con la casta y este régimen corrupto”, que eso lo tienen muy claro y sobre lo del repuesto están en el NS/NC. El segundo motivo lo tengo muy claro; si los dirigentes no explican de qué va el recambio que se supone nos tienen preparado es porque  a los santones de la secta circular, no les conviene que la inmensa mayoría de la ciudadanía, sospeche siquiera qué es lo que realmente pretenden.

Deberíamos reflexionar y promover unos cambios que solucionen en gran manera los problemas que nos acucian, el paro, el despilfarro del dinero público, la corrupción, etc. El cambio que propongo acabaría con gran parte de la corrupción y controlaría mucho más eficazmente el gasto público. No voy a decir que terminaría con el paro y curaría los pies planos porque no es así, aunque uno de los beneficios derivados del mejor control del gasto público, es que el dinero ahorrado se quedaría en los bolsillos de los ciudadanos, lo que redundaría en un mayor consumo y ya se sabe, lo saben hasta los economistas que van a las tertulias, que a mayor demanda,  mayor creación de empleo.

Sobre los pies planos nada puedo prometer, para eso tendrán que acudir a los santones circulares que seguro que se lo solucionan en un pispás. Los de la buena nueva que deben pretender el carácter taumatúrgico de las tres ideas romas que nos han expuesto y que a pesar del paupérrimo contenido de las mismas, dicen nos van a solucionar la vida a todos, aunque me inclino a pensar que lo único seguro en esta fiesta es que están más atentos a solucionar su vida, que atender las necesidades reales de los ciudadanos.

Creo que no hace falta insistir en que las CC.AA, creadas por nuestra Constitución, han devenido en el criadero de toda corrupción y en una máquina de gastar el dinero de nuestros impuestos, sin ningún tipo de control ni medida, que se malgasta en lo que les conviene a los que mandan, sus amigos, parientes, novios, amantes y clientes políticos y no en solucionar los problemas del ciudadano.

Dice nuestra Constitución que todos somos iguales ante la ley, pero está claro que ese principio que informa a cualquier régimen democrático, nos lo cargamos hace ya mucho tiempo, alegres y confiados a cuenta del consenso y el repugnante pasteleo con los nacionalistas en los momentos que se negociaba el contenido de nuestra carta Magna, que parió el maldito invento del estado de las autonomías y que repartieron a quien la exigía y a quiénes les daba exactamente igual tenerla, que no tenerla.  Para más INRI decidieron aplicarla con dos velocidades distintas entre las  comunidades consideradas históricas y las que no lo eran, lo que ya fue un mal invento contra esa supuesta igualdad, porque de resultas de esa “brillante” decisión, resultabas ser ciudadano de una autonomía de primera división o de tercera, lo que de igualitario no tenía, ni tiene nada.

Colaron entre las primeras a Andalucía, de manera vergonzante y vergonzosa y de ahí pasteleando, pasteleando, que eso se les daba de miedo a los del consenso, se llegó al “café para todos” medida que disgustó a los nacionalistas catalanes que lo que no soportan es ser iguales al resto de los españoles y con esa gente cabreada y necesitados en “Madrid” de sus votos - votos habidos de una ley electoral que ha demostrado largamente el disparate que supuso y supone - comenzamos a sufrir el eficiente ordeño de los presupuestos paracontentar a una gente que son un tornillo sin fin y que no se contentarán jamás, les demos lo que les demos.

Hablando de desigualdades ciudadanas ante la ley ahí está el rollo del “cupo vasco” en el que se pasteleó todo lo pasteleable, para que todos los vascos se lucraran de unos fueros medievales, que en aquellas fechas sólo alcanzaban a la provincia de Álava por su reconocida fidelidad a Franco, pero el consenso pudo con todo y se consiguió lo que quisieron los nacionalistas, dejando en la cuneta, malherido, al rollito ese de la igualdad ante la ley. Y como a eso de pagar menos impuestos se apuntan todos – yo mismo por ejemplo - por allí cayó Navarra que sigue disfrutando de un privilegio que le concedió o rescató Don Francisco ¿Largo Caballero?, no amigo mío, Francisco Franco Bahamonde, que ya tiene su aquel que para construir la democracia haya que permitir que una comunidad autónoma disfrute de un privilegio concedido por su fidelidad a la causa del caudillo de España durante la guerra civil.

Ya teníamos el estado de las autonomías, con los mimbres que les he descrito es muy cierto que no se podían hacer virguerías, pero eso no justifica que ese estado que tanto iba a aportar a nuestro bienestar se haya mostrado ingobernable, ineficaz, caro, injusto y corrupto hasta la médula. No quiero cargarme las autonomías, aunque tampoco pasaría nada por ello, pero creo que entre las reformas de la Constitución debe aparecer en lugar preferente la de eliminar los estatutos que hoy por hoy permiten a una casta corrupta vivir como reyes en un país de parados y crear un solo estatuto de autonomía que se aplique en todas y cada una de las comunidades.

Porque resulta de una estupidez rayana en la locura, ese empeño nuestro en ahondar en lo que nos separa y huir empecinadamente de los que nos une. Si basta y sobra una Constitución para el conjunto de España, bastará un estatuto que regle la autonomías de todas las comunidades, que obligue a actuar con cierto rigor con la decidida voluntad de impedir el despilfarro económico que no podemos pagar y evitar el disparate político que supone las existencia de diecisiete sub castas empeñadas en gobernar y legislar sus "mini estados" en lugar de administrar procurando servir al interés general de sus ciudadanos.

Se prepara el borrador del estatuto único, se discute en el Parlamento, se añade lo que haya que añadir - si las propuestas cuentan con los votos suficientes - se matiza lo que haya que matizar, se regula a la baja el número de parlamentarios regionales, se vota, se aprueba y se publica en el BOE. No tiene nada de extraño, quiero recordar que la figura del estatuto buscaba descentralizar la administración, no sacralizar las diferencias existentes entre zonas, territorios o comarcas o eso más moderno de las nacionalidades.

A partir de ese momento, las administraciones autonómicas adelgazadas hasta el límite que fije el rigor presupuestario y la capacidad de hacer frente al gasto de su existencia, se pondrían en marcha en las cuestiones que les correspondan, con una capacidad legislativa mínima  y se dedicarían a gestionar el presupuesto en aras del interés general. Así las CC.AA acercarían la administración central al ciudadano y serían el escalón intermedio entre ésta y la municipal.

Y ya con la administración autonómica volcada en manejar de manera eficiente el dinero público,  sería la hora de liquidar a las diputaciones y cabildos que estarían de más, pues sus funciones serían llevadas a cabo por la administración autonómica. Tres escalones, el municipal, el autonómico y el central garantizan perfectamente el buen fin de la acción de gobierno a cualquiera de sus niveles.

Es sólo una idea, pero me parece que daría solución a muchísimos problemas que sufrimos hoy por hoy y si los nacionalistas, que son muy suyos, dicen que se van a echar al monte, que se echen, que al monte se sube, pero también se baja y normalmente en peores condiciones que cuando se subió.


Ya me dirán ustedes lo que les parece la idea, desde luego no puede ser peor a lo que estamos sufriendo.

Comentarios

  1. YO sigo abogando por la eliminación de TODAS las autonomías, basemonos mejor en el sistema francés (pero sin musulmanes, por supuesto).

    El federalismo de creación mucho más reciente, como Estados Unidos o incluso la misma Alemania, paises además que son ricos, España NO puede permitirse un estado federal o de autonomías.

    Y de todas formas, a mi el federalismo tampoco me gusta ni siquiera para Alemania o Estados Unidos pero eso ya es cosa de ellos.

    Saludos.

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