Albert Rivera y la corrupción selectiva
En este inmenso jaleo que se ha organizado a cuenta del multipartidismo y las dificultades inherentes a su existencia que como es lógico, dificultan en gran manera la consecución de una mayoría parlamentaria que garantice la investidura de algún candidato, en la disputa política que se desarrolla, en esa batalla semántica, que no dialéctica, ni de ideas, destaca la corrupción como argumento supremo que, supuestamente, inclina voluntades a uno u otro lado. La existencia de la corrupción es un problema gravísimo, al menos así me lo parece, pero no puedo por menos que señalar que me preocupa su existencia y sus consecuencias, independientemente del color político de aquél que la practique. Para ser sincero tengo que decir que lo que acabo de afirmar no es exactamente cierto, porque si digo verdad, la corrupción me parece mal en aquellos que piensan de manera distinta a la mía en política, pero me parece mucho peor entre los que están más cercanos a mi pensamiento político.