Pedro Sánchez no pacta y vuelve a la campaña electoral



Sánchez no pacta porque en principio parece que no puede; dicen los que supuestamente saben de estas cosas, que el candidato socialista tiene muy pocas posibilidades de alcanzar un pacto que le permita conseguir su investidura en el Congreso. Conste que no lo digo yo, líbreme el Señor de tamaño atrevimiento, lo dicen elementos del entorno del propio candidato, que estiman va a ser muy difícil por no decir imposible, alcanzar un pacto que les permita llevar a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno.

No creen que el candidato sea capaz de reconducir la postura de los de Podemos, que aparentemente están más por la labor de ir poniendo palos en la rueda de ese pacto que cada día que pasa se antoja más difícil de cerrar. Ayer eran otra vez los de En Comú Podem, que advertían que no puede haber pacto con los socialistas si en el texto del mismo no figura la palabra referéndum. Y ahí le duele y mucho al proyecto del candidato socialista, que sabe que esa condición le obligaría a cruzar una de las líneas rojas impuestas, en su día, por el Comité Federal del PSOE, lo que en principio se supone improbable.

Parece que la intervención de Xavier Domenech añadía un indeseado picante al contenido de otras  declaraciones, éstas a cargo de Pablo Iglesias, en las que advertía que ellos, es decir, Podemos e IU, están por la labor de conseguir un gobierno que responda a la proporcionalidad de los votos recibidos y recordaba al PSOE que entre las dos fuerzas tienen más votos que los de Ferraz y aunque Pablo Iglesias entiende que la presidencia le corresponde al PSOE, lo que reclama es tener más ministros que los socialistas y explica que no puede apoyar con sus votos al candidato socialista en un pacto de investidura, porque necesita estar en el gobierno, sencillamente porque no se fía un pelo del PSOE. Decía Iglesias que la presencia de miembros de Podemos en el gobierno con Sánchez es la “garantía” para que no ocurra con el PSOE lo que otras veces ha sucedido que “digan una cosa en campaña y hagan otra”, para finalizar y por si no hubiera habido suficiente, remató sus  declaraciones reiterando su veto a Ciudadanos.

Por lo tanto, parece, e insisto, sólo parece, que las cosas pintan mal para Pedro Sánchez. De hecho comienzan a filtrarse las intenciones del candidato socialista que, dicen, iría a la investidura aunque le constara que no la iba a conseguir. Lo cierto es que ya le están escribiendo el discurso de esa imposible investidura, en el que pretende desarrollar dos intenciones fundamentales. Por una parte dejar claro que si no es investido, la culpa será de los que no le hayan votado y por otra, utilizar la oportunidad para dar en el Congreso su primer discurso de la campaña electoral de las elecciones, que se celebrarían en junio, si fracasara como parece previsible la investidura de Pedro Sánchez y hubiera que disolver Cortes, tras el plazo estipulado.

Los hay que están muy contentos porque creen a pies juntillas lo que se nos explica en los medios, permítanme que discrepe. Es muy cierto que nos llegan muchísimos datos que hacen pensar que Pedro Sánchez no va a ser capaz de cerrar un acuerdo, de hecho en Ferraz se estimaban las posibilidades en contra de esa posibilidad, en un 90%. Que quieren que les diga, ante la variedad de argumentos, su univocidad, contundencia, versatilidad, etc, etc, no he podido por menos que recordar una frase que se le atribuye a Sun Tzu y que dice más o menos “Cuando seas débil, que tus enemigos crean que eres poderoso y cuando seas poderoso que  te crean débil”.

Y me parece que esto exactamente es lo que sucede; probablemente a Pedro Sánchez le vaya muy bien jugar a eso de cuanto peor, mejor. Porque no sé yo si el PSOE en su conjunto va a estar muy dispuesto, ante el fracaso de su candidato, a arrostrar unas nuevas elecciones a las que pudieran presentarse los de IU como una de esas “plataformas de confluencia” de Podemos, situación que llevaría al PSOE a cosechar un resultado catastrófico y ahí podría meter la cuña el actual candidato, para desdibujar algunas de las líneas rojas, transmutadas milagrosamente en verdes o invisibles, por la falta de consistencia y sobra de oportunismo del PSOE.

Claro que si se utilizara el sentido común, condición que ya nos advierte de la dificultad que suceda lo que les voy a contar, el PSOE podría abstenerse en la segunda ronda de la investidura de Rajoy, dejando que éste fuera investido como presidente del gobierno con los votos de peperos y ciudadanos y de esa situación sacarían ventaja electoral explicando a su parroquia y a los votantes el grandísimo sacrificio llevado a cabo por Ferraz a cuenta del servicio al bien común y llevando a cabo, mientras están en la oposición, una campaña electoral de un año, preparando el terreno para las elecciones que a todo tardar llegarían el año que viene.

Llámenme raro, pero no me fío un pelo. Probablemente eso me pasa por leer a Sun Tzu.

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