Han pasado unos días y a Ciudadanos se le ve el postureo
Tengo un problema con Ciudadanos,
me gustaría creer en lo que dicen, pero no me fío un pelo de las buenas
intenciones que reparten tan gratuitamente como las sonrisas de su líder y lo
peor es que los hechos me dan la razón. Cuando ustedes quieran saber cuándo la
gente dedicada a la política va de “roneo” no tienen más que aplicar al caso
que les ocupe, la siguiente frase: “Cuando las palabras contradicen a los
hechos, hay que quedarse con los hechos.
No hay manera que los naranjitos
digan de frente y de una sola vez qué es exactamente lo que quieren y si no lo
dicen, si prefieren no explicarse con claridad, si esa transparencia de la que
presumen, se convierte en opacidad cuando llega la hora de dar a conocer a la
ciudadanía qué diablos es lo que quieren y qué exigen definitivamente, será, digo yo, porque
sus intenciones son inconfesables.
Están empeñados en ser el perejil
de todas las salsas y para eso les falta organización, categoría, seguidores y
sobre todo resultados electorales. Alguien debiera recordar a esa pastosa
cúpula de Ciudadanos, trufada de resentidos y rebotados de otras organizaciones
políticas, que no se puede estar en la procesión y a la vez repicar campanas.
Que eso es lo que pretenden los naranjitos y lo han explicado por esa vía que
tanto aprecian, el de la filtración, ya saben ustedes eso tan sobado y manido
de las “fuentes generalmente bien informadas”.
La gente de Albert Rivera
pretende dar el sí a Rajoy, para que sea investido, aunque a pesar de lo que
gallean sus 32 diputados no resuelven el problema, si el PSOE se obstina en
decir lo de “no es no”. Pero la idea de los naranjitos es convencer al PSOE,
para que Rajoy caiga en la trampa de formar un gobierno que sea incapaz de
gobernar.
En una sola jugada se garantizan unas votaciones allá por mayo del
2017, pero mantienen inmaculada, su virginal túnica regeneracionista porque
dirán haber sido los que más han luchado por conseguir una investidura, que si pare
un gobierno incapaz de gobernar, no sirve para nada, como para nada sirvió el
pacto con Sánchez, que los naranjitos dirán lo que quieran, pero no hacen más
que protagonizar fracasos.
Dicen muy serios que ellos no se
van a pringar gobernando con Rajoy, al que pretenden dejar con sus 137
diputados, porque, ojo que es de infarto, están convencidos del importantísimo
papel que jugarán en la oposición a ese gobierno al que habrán votado sí en la
Investidura y con los votos naranjitos, los del PSOE y Podemos, podrán sacar adelante
muchas iniciativas, quieran o no los populares.
Así que todas estas monerías de
sacrificarse por el bien de España o su sentido de Estado, es un cuento como la
copa de un pino. Siguen queriendo cargarse a Rajoy y como lo del veto directo
no funcionaba, porque la gente estaba hasta los pelos del veto modelo Guadiana,
que unos días aparecía y otros desaparecía, se acaban de inventar el “veto
indirecto”, total ya inventaron la “abstención técnica”, así que ya puestos, pues
a inventar a calzón quitado y a explicarlo con esa verborrea de la que hacen
gala una y otra vez.
No van a entrar en un gobierno
con Rajoy, lo dice bien claro J. Manuel Villegas, vicesecretario general de
Ciudadanos: “Estamos dispuestos a un gobierno de coalición con otros
liderazgos, no con liderazgos continuistas sino de regeneración y
modernización. Eso no se ha producido. El candidato que se presenta a la
investidura es continuista. Ciudadanos no va a entrar en ese Gobierno”.
Vamos lo del no a Rajoy pero tuneado.
Van a pelear para que un gobierno sea investido, pero no van a participar en él
porque ese gobierno pringa, ensucia la inmaculada sensibilidad regeneracionista
de los naranjitos. Si realmente piensan eso ¿por qué apoyan la Investidura de Rajoy?,
simple y llanamente porque saben que ir a nuevas elecciones los iba a
destrozar. Es mucho mejor investir un gobierno que no pueda gobernar, porque
para evitarlo estarán los votos de Ciudadanos, PSOE y ¡Podemos!, para aprobar
en el Parlamento muchas iniciativas, quieran o no quieran los del PP, lo dicen ellos que conste.
Siempre he dicho que somos un
país con una facundia y una imaginación desatada, pero lo de Rivera y sus
cuates es para nota alta, de hecho sería para reírse si no estuviéramos
viviendo una situación tan difícil. Albert Rivera, con la colaboración de sus
compañeros, acaba de inventar el gobierno de la oposición. Pretenden gobernar
desde la oposición y así obligar al ejecutivo investido con sus votos a disolver
Cortes y vuelta la burra al trigo, enfrentarnos a unas nuevas elecciones, eso sí pudiendo echarle la culpa al Partido Popular de todo lo malo que haya sucedido.
¡Hay que ver lo que da de sí el
postureo! Vivir para ver.
Miguel, de verdad que no consigo entender la postura de este hombre, espero que si vuelven haber elecciones quienes le han votado se aclaren, yo no lo entiendo
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