Mostar 20 de abril de 1993



Ya saben que desde hace un tiempo en este blog tenemos la buena costumbre, al menos a mí me lo parece, de no hablar de política los domingos. Hoy voy a empezar por el principio, como hace la gente como Dios manda. Les voy a ofrecer la primera entrega de  “Mostar 20 de abril de 1993”. Este relato es el primero de  mi libro "Legionario en Bosnia 1993"  un libro que publiqué ya hace tiempo que se subtitula "Quince relatos cortos de una guerra larga". Cuatrocientas setenta y tres páginas en las que relato a mi manera, una serie de experiencias que tuve la oportunidad de vivir, junto a los hombres de la II sección de la compañía Austria, que encuadrados en la VIII bandera expedicionaria de La Legión, participamos en Bosnia de la misión encomendada a la AGT Canarias.

Para que se hagan una idea de que van a encontrar en el libro, les dejo esta entrega de “Mostar 20 de abril de 1993”. Van a vivir con los componentes de la II sección de la Cía. Austria el primer día de nuestra Misión en Bosnia. Sin comerlo ni beberlo, tuvimos que subir a Mostar y pasamos una noche toledana. Una experiencia de alivio que nos sirvió para que desde el principio supiéramos qué es lo que nos esperaba en Bosnia. Creo que les gustará – yo que voy a decir - y les animará a adquirir el libro. Si así lo desean les basta con clicar en la imagen de la publicación que se encuentra en la columna a la derecha del texto, exactamente donde dice "Compra Legionario en Bosnia 1993, aquí" el enlace los llevará hasta la página que les permitirá comprarlo en Amazon.

Espero que sea así, aquí les dejo el texto:

"...Me van a perdonar pero hoy he cedido a una costumbre  que muchos de mi edad tenemos, me refiero a la afición por contar batallitas. Espero que sepan  excusarme, son cosas de la edad y del carácter, porque conozco a gente de mi quinta que en lugar de “batallear” a diestro y siniestro, prefieren guardar silencio sobre las aventuras y desventuras de su particular experiencia en este mundo de nuestros pecados. Que cada uno es como es y en estas cosas siempre es mejor no meterse, que si alguien se empeña en trincar el pico alguna razón tendrá, digo yo.

Bueno, vamos a lo que vamos... Corría el año 1993 y el  martes 20 de abril me encontró dando tumbos por la zona de los Balcanes encuadrado en la AGT Canarias. Mi unidad, la Cía. Austria, había salido de la base de Divulje en Croacia a media mañana que, a las del alba serían, no pudo ser, para trasladarnos al destacamento de Dracevo en Bosnia, donde se nos esperaba para que termináramos de relevar a los componentes de la AGT Málaga que ese día, después de seis meses, cerraban cartera y sentían la natural impaciencia por llevar a cabo el relevo y decirle adiós a la misión y a Bosnia. 

Llegamos  a Dracevo, lugar infecto donde los haya, casi al mediodía y allí se nos recibió como si fuéramos extraterrestres a los que nadie esperara. Los que hayan sido militares conocerán muy bien esa experiencia. Le dicen a uno que vaya a una base o destacamento donde le esperan y está todo preparado y cuando uno llega allí con su unidad, nadie sabe nada. 

Los de la cocina no contaban con tu gente y los puñeteros responsables del alojamiento, el combustible y el resto del apoyo logístico te miran como si les debieras dinero o alguien les hubiera contado que tu afición principal en esta vida consiste básicamente en ciscarte en sus santas  madres.

Bien, nihil novum sub solem, que decían ya los legionarios romanos cuando llegaban al castro de turno y los responsables de la acogida los miraban atravesados y con gran exhibición de encogimientos de hombros, cara de asombro y alguna imprecación a los dioses menores de la castrametación les iban informando que no había comida preparada, ni alojamiento que ir ocupando, porque todavía tenían que decidir en qué lugar se alojaría la tropa que acababa de llegar.

Ya entonces, como nos cuentan entre otros, Polobio, Vegecio o Justo Lipsio, ante la cara de no entender nada de los recién llegados, los encargados de la logística con una sonrisa sarcástica les aconsejaban que se hicieran a un lado y no molestaran que estaban muy ocupados, pero que en cuanto tuvieran un momento, solucionarían el asuntillo del alojamiento; aunque mientras ellos resolvían sus asuntos, aconsejaban que los recién llegados  que fueran espabilando y se buscaran la vida, que parecía que hubieran nacido ayer.

Como es lo normal y somos herederos directos de la cultura romana, al menos en este particular aspecto, aquel día recuerdo bien que me limité a acordarme del quinto padre de los supuestos responsables de nuestras necesidades y hacer unos cuantos comentarios, con los de mi empleo, sobre las conocidísimas y perversas costumbres sexuales de las madres de los logísticos y ya tras el desahogo personal, charlé un rato con mis legionarios, repartí unos cuantos cigarrillos entre los que nunca tenían  tabaco, me hice el sueco y fingí no escuchar, tal y como manda la costumbre, los comentarios que hacían los legías sobre esa gente que los puteaba sin motivo aparente, mandé callar al piante oficial de mi sección que se estaba pasando tres pueblos y se expresaba con un volumen no aceptable según la costumbre legionaria  y me dediqué a esperar.

Y mientras observaba desalentado el entorno más cercano que no tenía un gran aspecto, procuré que mis legionarios no se esparcieran por el destacamento, no fuera a ser que, animados por la necesidad y el mosqueo que ya arrastraban a cuenta del trato recibido en Divulje, decidieran buscarse la vida con demasiado ahínco y se liara la de San Quintín. 

Que ya se sabe el desmedido amor que por la propiedad privada tienen los que ya están instalados y el abismal desprecio que por ese derecho sienten los que no tienen otra cosa que un pedrusco en el que sentarse, mientras rumian la injusticia y el despego con la que han sido tratados y engañan el hambre con un trago de agua de la cantimplora y un cigarrillo.

Estaba allí con mi compañero el teniente Bartolomé, muy buen chaval, gran persona, con una paciencia a prueba de bomba. Me imagino que estar destinado en el Tercio en el que tu suegro es  el coronel al mando, ayuda a tenerla; pero a pesar de ello Recena, el otro teniente de la Austria, lo sacaba de sus casillas y la misión no había hecho más que empezar. 

Recena que era y debe ser todavía un  buscavidas de primera categoría, aprovechando su condición de teniente más antiguo había hecho fú como los gatos y lo perdimos de vista cuando se dirigía al puesto de mando,  acompañando a nuestro capitán, Antonio Romero Losada, una bellísima persona, gran militar, muy trabajador, aunque quizás algo rígido y demasiado apegado a la ordenanza para el gusto de los legionarios, pero desde luego, un excelente jefe de compañía al que el desarrollo de la misión iba a proporcionar unas dosis muy importantes de madurez, flexibilidad y experiencia que le iban a llevar a ser mucho más admirado y querido por su tropa.

Poco a poco se puso la cosa en marcha y empezaron las esperadas órdenes.... y las contraórdenes que aportan el entretenimiento que hace falta para llevar a cabo el monumental jaleo que supone alojar a un montón de legionarios bastante cabreados y con ganas de hacer pagar su cabreo con el primero que topen, mientras "te ayudan" un par de individuos que parecen disfrutar colocando palos en la rueda del trabajo.

Mientras tanto la 1º Sc, al mando del teniente Recena, ya de vuelta del Puesto de Mando, se aprestaba para dirigirse a Mostar con el Capitán Romero para relevar la última sección de la AGT Málaga que todavía estaba de servicio allí, bajo la envidiosa mirada de los que nos quedábamos en el destacamento, que estábamos impacientes por empezar a realizar misiones. No sabíamos en aquel momento, que íbamos a tener misión para satisfacer de largo nuestras expectativas de acción.

― Miguel ―, me dijo mi capitán, que como era buena gente siempre me trataba por el nombre, ― te quedas al mando, que la gente se aloje y en la medida de lo posible busca la manera que coman y se duchen y que no haya jaleos.
― No se preocupe mi capitán, que eso está hecho ―.

Romero y yo nos miramos, los dos sabíamos que no sería fácil y que seguramente hasta el día siguiente la situación seguiría presidida por la improvisación general y el capricho de algunos, pero mi jefe sabía, que sucediera lo que sucediera, no iba a haber jaleo alguno. Yo también estaba tranquilo, contaba para ello con la inestimable ayuda de mis jefes de pelotón, el Cabo 1º Arienza, el 1º Guerra y el Sargento 1º Ávila y con esa gente se podía ir hasta el fin del mundo.

― Si no  ordena ninguna cosa más mi capitán ―, le dije reglamentario.― Nada, muchas gracias ― me contestó y añadió, ― vuelvo en cuanto se haya producido el relevo y me haya hecho con la situación.

― Cuando quiera mi capitán, no hay problemas―. Romero se dirigió a su BMR, subió al blindado y antes de ponerse el casco de transmisiones me saludó marcialmente, le correspondí. Vi como la columna de seis blindados bajaba lentamente por la cuesta que los llevaba al cuerpo de guardia y a la salida hacia Mostar...."


Pies de foto

1.- Llegamos a Dracevo, lugar infecto donde los haya...

2.- Allí se nos recibió como si fuéramos extraterrestres

3.- Y mientras observaba desalentado el campamento



Comentarios

  1. Javier Romeu.- Saludos ... que mal lo pinta. Por mucho menos yo vi con mis propios ojos el ostion del Capitan de la Cia. en la AGT. Canarias a un Caballero Legionario que había hablado como un Mariscal de Campo en la barra de un bar con un periodista. El cual publico lo que le apeteció a su aire. con el mismo saludo decirle que la foto inicial pertenece a ... apartir de la AGT. Madrid en adelante...y solo presentarme como el que estuvo en el primer convoy que piso esas tierras, cerrando filas. con la AG. Málaga, también con la AGT. Canarias, y quedándome con los señores Paracaidistas con la AGT. Madrid un par de meses mas. EN fin cada uno construye su camino. tengo mas visitas a zona en el futuro pero esa es otra historia. Saludos y cuídese.

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