Vi la intervención de Mariano
Rajoy en la sesión de investidura, atendí a lo que decía, ni siquiera me
entretuve en tomar notas como en otras ocasiones y cuando tuve la oportunidad
de escuchar la opinión que merecían las palabras de Rajoy a Hernando (PSOE) y
Errejón, tuve la desagradable sensación de que vivimos en dos realidades
distintas.
Lo que puede resultar grave, si la culpa es
mía, yo me represento a mí mismo y pare usted de contar; pero si los que son
incapaces de aprehender la realidad de nuestros problemas, son los portavoces parlamentarios
del PSOE y UP , entonces amigos míos el problema está en aquello de apaga y
vámonos.
Claro que hay gente que va a la Investidura
y por lo expresado por los dos representantes de lo más granado de nuestra
izquierda, parece esperaban una suerte de
sesión del Club de la Comedia, en la que disfrutar de un monólogo entretenido,
novedoso, gracioso o algo así.
Al pobre Hernando ya le habían fastidiado desde Ferraz
el resumen del discurso de Rajoy, que les pareció hace unos días a los del PSOE, que deben ser profetas, exactamente lo mismo que a Hernando: Continuista y
conservador. Como si un señor que ha gobernado durante cuatro años, fuera a
cambiar el modelo de su gobierno, para evitar que a los progresistas a la
violeta de Ferraz les diera por tacharlo de continuista.
Yo que quieren que les diga,
estoy con Ortega en lo de que los experimentos con gaseosa y en casa. Prefiero
a un Presidente que en cuatro años ha invertido la tendencia en la creación de empleo -
estamos creando empleo al mismo ritmo que lo destruían los de los brotes verdes -
antes de apostar por las ocurrencias socialistas que, cuando hablan de paro, deberían taparse un poquito, porque llevan gobernando Andalucía desde
que Boabdil el Chico, cogió el olivo y sin
embargo son el canon del paro y sus consecuencias.
No es que pida que los
del PSOE sean capaces de aceptar que algo habrá hecho de bueno Rajoy durante los
cuatro años que ha gobernado, lo decía San Agustín “Nadie puede equivocarse
siempre”, pero me conformaría con que me convencieran que Mariano Rajoy hoy no
ha dicho verdad, cuando enumeraba los tres motivos por lo que el líder del PP
estaba en el uso de la palabra solicitando la confianza de la Cámara.
Decía Mariano Rajoy que había
aceptado el encargo de SM el rey por tres razones fundamentales: a) España
necesita un gobierno de urgencia. b) Los
españoles han señalado con claridad lo que quieren y c) No existe una alternativa
"razonable".
Así que lo tienen fácil los del
PSOE, basta que me convenzan de que ninguna de esas tres cosas son verdad. No
podrán hacerlo porque nos hace falta un gobierno con urgencia, la mayoría de los
españoles quieren que Pedro Sánchez se abstenga y facilite el gobierno de Rajoy
y no hay ninguna alternativa razonable que contraponer a la propuesta de
Mariano.
Mariano Rajoy ha estado
previsible, algunos señalan esa circunstancia como una cuestión negativa, pero
lo cierto y verdad es que los ciudadanos agradecen la existencia de gobernantes
“previsibles”. Sobre todo, si como en el caso de los españoles, han visto como
las ocurrencias de unos orates que se suponía gobernaban el país nos llevaban a
la ruina. Estuvo sólido, medido, prudente… hasta conciliador diría yo.
Da lo mismo, se puede hablar de
lo que sea y la zurda podrá defenderse como pueda, pero basta hablar de la
unidad de España, de la soberanía ejercida por el pueblo español, para que la
izquierda empiece a carraspear, removerse en el asiento, se la perciba incómoda
y se le vean las costuras a ese traje remendado de federalismo asimétrico y manchado de secesionismo, con
el que visten su presunto amor por lo constitucional.
Me resultó durísimo ver como, cuando Mariano Rajoy
explicaba lo del 19 de marzo de 1812, día en el que se proclamó la primera Constitución
en España, que nos ascendía a los
españoles de la triste condición de súbditos a la de ciudadanos, ante las malas
caras de los de ERC y las rumores indignados de los de UP, Rajoy cerró el párrafo
brillantemente recordando que todas las constituciones españolas habían seguido
consagrando el principio de que la soberanía nacional reside en el pueblo
español. La bancada popular rompió en
aplausos, mientras que los del PSOE permanecían en un helado e incómodo silencio.
Con esta izquierda que no quiere
un gobierno, porque pretende llevarnos a otras elecciones; con esta izquierda a
la que las urgencias de los españoles les importan un bledo y van a esperar a
ver si las elecciones gallegas y vascas les muestran un camino por el que
puedan intentar gobernar con quien haga falta; con esta izquierda no vamos a
ningún sitio.
Rajoy estuvo comedido y prudente,
mañana veremos lo que da de sí el rencor y la mala leche acumulada de Pedro Sánchez, que ha demostrado en infinidad de ocasiones ser incapaz de gobernarse a sí
mismo, así que ya pueden imaginarse la que podría liar en La Moncloa. De nada
van a valer las ofertas de consenso ofrecidas por Rajoy y las urgencias que nos
acucian.
Será el “No, es no” vestidito de
gala para la ocasión, con su camisita y su canesú y maquillado con la habilidad
para manipular la semántica que lucen siempre los trileros que acompañan a Sánchez.
Pero será "No, es no", lo cuenten como lo
cuenten.
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