Albert Rivera le ve las orejitas al lobo
Ayer leí en la prensa digital una
noticia que me sorprendió positivamente, raro en unos tiempos como estos
que vivimos en los que cuando una noticia no es mala es porque es peor, pero a
veces las fuerzas cósmicas se organizan para que podamos leer algo bueno, lo
que ciertamente se agradece. Tampoco vayan a pensar que es una noticia bomba,
pero son de las que le reconcilian a uno con la vida.
Decía el titular: “Albert Rivera
aparca la ofensiva contra el cupo vasco para facilitar el apoyo del PNV a Rajoy”. Una noticia sorprendente porque los de Ciudadanos habían hecho “casus belli” de
la presunta colaboración entre el PNV y el PP. El mensaje lo dejó bien claro Villegas
en su momento: Si el PP pacta con el PNV que no cuente con nosotros. Eran otros
tiempos y los naranjitos estaban que la intemperancia se le caía de las manos, con ese cuidado estilo negociador que les caracterizaba, se
dedicaban día sí y día también a ir colocando a la vista de todos, las sucesivas “líneas
rojas” que iban creando entre ellos y los peperos.
Lo del PNV se podía entender,
porque en aquellos momentos a Ciudadanos le convenía aislar todo lo posible al
PP de cualquier socio al que se pudiera arrimar. Ellos preparaban su
acercamiento a base de someter a los populares a un bombardeo mediático que
perseguía prepararlos para que fueran
con el ánimo rendido a las conversaciones que pudieran surgir. A Ciudadanos le
convenía que el PP se mantuviera sólo, sin nadie que quisiera negociar con
ellos la Investidura y parte de su trabajo consistía en poner chinitas en los
caminos por los que pudieran circular los de Mariano Rajoy.
Pero las cosas han cambiado,
llegó la Investidura y el PP contó con el apoyo de CC y C,s, que cambiaron su
abstención técnica por el “Sí” aunque ya en la segunda vuelta Albert Rivera nos
advirtió para que nadie se equivocara, que su pacto con el PP perdería
su virtualidad en cuanto acabara la Investidura. No tuvo la decencia
ni siquiera de esperar al día siguiente, se dio el gustazo de anunciarlo en el
Congreso y con todos los focos puestos sobre su persona.
Luego la vida que como todo el
mundo sabe, fluye y por eso es un elemento cambiante, se encarga de complicar
la vida a unos y favorecer a otros y los que algún momento se han dado el
gustazo, tiene que entrar por el camino de la humildad y el silencio. Los modernos nos hablan del karma y cómo ese fenómeno regula el premio y el castigo y los
que somos ya viejos y a los que no nos ha alcanzado la moda de la
espiritualidad asiática, nos conformamos
advirtiendo que no hay que escupir hacia el cielo, que a los que hacen eso,
todos sabemos lo que les sucede.
Pero la vida y sobre todo las
encuestas han hecho reflexionar a Albert Rivera, que a sabiendas que en unas
terceras elecciones no se iba a comer un colín, ha decidido apoyar la investidura
de Rajoy y guardar silencio sobre el Concierto Vasco, para facilitar el apoyo
del PNV al PP, que dejaría a Rajoy a un diputado de la mayoría absoluta.
La vida es como es y unas veces
marchas cómodamente y a favor de viento y en un pis pas se revuelven las
cosas y te encuentras metido en un fregado que te deja sin capacidad de
reacción. La intención de voto para esas terceras elecciones, la incapacidad
para fidelizar a su parroquia - Albert es el que peor mantiene a sus votantes – los previsibles malos resultados naranjitos en
las elecciones gallegas y vascas y sobre todo la posibilidad de que los votos del PP hagan lendakari a Urkullu, le han hecho reflexionar y sobre todo cambiar
de actitud, lo que es de agradecer.
Llevaban mucho tiempo dedicados
con entusiasmo a ese deporte tan divertido de darle cera a los populares en
cualquier ocasión que encontraran, el PP tuvo que tascar el freno en muchas
ocasiones, pero ahora en la campaña gallega los peperos se han soltado el pelo y le han cantado la gallina a C,s., lo que denota claramente que en
Génova saben que ante el peligro de terminar en otras elecciones, los de C,s
sólo tienen dos caminos, mantener su pacto con el PP o hacerlo con Sánchez y
Podemos y a eso no se van a atrever, porque serán lo que quieran ser, pero de
tontos no tienen un pelo y lo cierto es que a nadie, salvo a Pedro Sánchez y los suyos, les puede apetecer
un suicidio colectivo.
Así que se tragarán lo del Concierto
en aras de no “ser un obstáculo para la gobernabilidad”. Sus partidarios de la
necesidad harán virtud y jalearán la decisión alabando el sentido de Estado del
niño Rivera y sus dotes de estadista, lo que resulta comprensible, al fin y a la postre
quien no se consuela es porque no quiere.
A mi sin embargo, que quieren que
les diga, me parece que en Ciudadanos hay gente que se maneja bien con las
encuestas y han decidido que mejor tragar que liarla. Vamos que le han visto
las orejitas y hasta los colmillos al lobo en las cifras de la demoscopia.
Me
parece bien su prudencia, de fiar no son, pero al menos que sean prudentes.
Que arrepentidos los quiere el Señor.
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