Entre el voto oculto y Pedro Sánchez, Hillary perdió


Recuerdo perfectamente cuando Donald Trump comenzaba el largo camino que le iba a llevar a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica y se me ocurrió decir que muy probablemente ganaría las elecciones,  la gente se me reía en la cara. Posteriormente, aunque Trump poco a poco iba eliminando la competencia que le ofrecían otros candidatos republicanos, la gente seguía pensando que  era un payaso que no iba a ningún lado. Ya sé que vamos a ser legión los que ahora digamos eso de “yo ya lo dije”, pero sin que sirva de precedente ni suponga desdoro para los que eso sostienen, tengo que decir que lo que yo afirmo es tan cierto como que el sol sale cada mañana por el Este.

A pesar de mi convencimiento y para decir toda la verdad, hace un par de días comencé a tener mis dudas. Por un lado estaba el hecho incontrovertible de que si Clinton era una mala candidata, Trump seguramente era peor y por otro lado el apoyo que esta última semana el PODER concedió descaradamente a Clinton, al que hay que sumar la incalculable cantidad de dinero demócrata o vaya uno a saber de dónde llegaba, gastado en los tres últimos días de campaña en propaganda y también en engrasar determinadas voluntades mediáticas, me hicieron pensar que igual Trump estaba listo de papeles.

Hoy el mundo se divide en dos; en un lado están los que ya sabíamos que iba a ganar Trump  – seis o siete individuos en España hasta antes de ayer, que hoy llegamos hasta los 325.617 y subiendo – y los que todavía no se han recuperado del pasmo ante la derrota de Hillary Clinton, que están la mayoría de ellos que los pinchan y no sangran.

Sorprende la importancia que ha tenido un fenómeno que habitualmente no se producía en las sociedades anglo sajonas, aunque por estas latitudes se da con muchísima frecuencia. Me refiero al “voto oculto”, eso que hacemos aquí que cuando el encuestador nos pregunta a quien vamos a votar, decimos lo que queda bien decir y luego el día de la votación, votamos al PP. 

No sucedía hasta hace bien poco en el mundo anglosajón, pero ya ha tenido una importancia capital en dos fenómenos muy importantes en los que la demoscopia ha fallado como esa vieja escopeta de feria del dicho e incluso en Gran Bretaña engañó a las casas de apuestas que esas sí que afinan hasta la micra. Primero fue, como digo, en Gran Bretaña con el Brexit y ahora con la derrota de Hillary Clinton en los USA y lo digo así, porque entiendo que estas elecciones las ha perdido Hillary, más que las haya ganado Donald.

Dice el editorial de El País que está sembrado - se nota muchísimo que no les ha gustado nada el resultado y patalean cosa fina – refiriéndose a la opinión de Donald Trump “…a la vez que apunta su discurso de odio hacia cualquier minoría o colectivo que pueda servir de chivo expiatorio. Da igual que sean los mexicanos, rebajados a la categoría de violadores y traficantes de droga, las mujeres, tachadas de intelectualmente inferiores, o los musulmanes, catalogados sin excepción como terroristas…” 

Pues hay que joderse, que diría un castizo o como es mi caso, simplemente un mal hablado, pero resulta que el 53% de las mujeres que han votado lo han hecho a favor de Trump y lo mismo ha sucedido, sin que todavía haya podido recabar el porcentaje exacto, con los votos de los latinos, que han votado de manera muy importante a Donald Trump.

Así que si analizamos la situación, vemos que pese a la propaganda, Hillary Clinton era una mala candidata, a eso hay que sumar lo del voto oculto y además hay que aceptar que tras que decidiera Pedro Sánchez darse un salto a los Estados Unidos de Norteamérica para apoyar la campaña de la candidata demócrata, desde ese mismísimo momento, Hillary tenía menos posibilidades de conseguir la presidencia que un hijo de Bin Laden.

Hay que ver qué nivel de estupidez la del socialista, que mintió como hace con frecuencia, porque  fue a Washington a una conferencia sobre política internacional – de la que sabe aún menos que de la española – y para darse pisto aquí, explicó que iba a apoyar la campaña de Hillary Clinton, suponiendo, equivocadamente, que la yanqui tenía ganadas las elecciones. Me parece que César Luena u Óscar López bien le podrían haber advertido que ojito con lo que decía que el historiador Allan Lichtman, profesor universitario que lleva 32 años pronosticando correctamente el resultado de todas las elecciones presidenciales americanas, daba como ganador al candidato republicano.

Aunque con los antecedentes de ZP como gafe profético en elecciones de todas las clases y colores, le hubiera debido bastar para no abrir la boca sobre cualquier tipo de elección, que con la tontería esta, si tenía pocas posibilidades en el PSOE antes del viajecito, ahora no tiene ninguna y además le ha caído encima la tacha de gafe, que eso no se lo quita ni con lejía.

Hay que tener calma y esperar, lo ha dicho Obama, supuesto colega ideológico de la derrotada, mañana saldrá el sol como todos los días y para los que auguran catástrofes sin remedio, decir lo que ha advertido D. Alfonso María Dastis Quecedo, nuestro ministro de Asuntos Exteriores, que ha dicho con razón, que una cosa es lo que haya dicho en campaña Donald Trump y otra bien distinta lo que haga cuando esté en la Casa Blanca.

Ahora bien si a ustedes las explicaciones de un ministro pepero no les ofrecen garantía, pueden tranquilizarse porque tras conocer la noticia de la victoria de Trump le ha faltado tiempo a Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, para poner pie en pared  y advertir al populista americano que “Se dibuja un nuevo mundo donde más que nunca habrá que unir fuerzas en la defensa literal de la vida, la democracia y los derechos humanos”, que ha sido secundada en un tuit por Irene Montero, la populista que es jefa de gabinete de Pablo Iglesias, que tampoco es manca y que ha dicho: “Vence Trump gracias a la desigualdad e injusticia del establishment de Clinton. Estaremos enfrente, con democracia y Derechos Humanos”.

Supongo que Donald Trump estará muy  intranquilo ante el feroz y femenino desafío que surge de la izquierda española, pero a pesar de ello, agradecido  sí es el hombre, parece que está dispuesto a obsequiar con un viaje a Pedro Sánchez, pero no a los Estados Unidos, que será populista, machista, xenófobo y todo  lo que ustedes quieran,  pero tonto no es.


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