Sabían a lo que se enfrentaban y
el riesgo que corríamos, demostraron su incapacidad para comprar en un mercado,
en el que otras naciones sí supieron aprovisionarse y decidieron que era mejor
que los policías corrieran el riesgo del contagio, antes de que los ciudadanos
nos enteráramos que lo que se nos venía encima no era una gripe de segunda
división. Nos mantuvieron engañados y mandaron el ocho de marzo a la gente a la
manifestación porque para los social comunistas era mucho más importante la
repercusión política del evento que la salud de los españoles.
Este es el gobierno que denuncia
la utilización de bulos y falsedades contra su actuación, cuando lo cierto es
que Pedro Sánchez y sus mariachis han nutrido el relato que pretenden vender,
de manipulación y mentiras. Dicen que nadie sabía lo que iba a pasar y la
realidad los atropella, porque otros países si se dieron cuenta del peligro de
la epidemia y se apresuraron a equiparse con eficacia y generosidad; la
ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se queja de que la epidemia llegó sin
avisar, a veces uno no puede creer la estupidez con la que se expresan.
Todo vale para ocultar su irresponsabilidad y su inepcia y lo que es mucho
peor, la miseria moral que impregna su actuación ante la epidemia y sus
espantosas consecuencias.
Espero que las declaraciones de
los abogados del Gobierno, que están recogidas en un acta judicial del 6 de
este mes y en la que se recogen fechas y detalles, sirva para que las querellas
lleguen más pronto que tarde a los tribunales y se haga justicia, porque esto
que nos está pasando no se puede perdonar.
Y el domingo de Pascua de
Resurrección, Pedro Sánchez obsequió a la Nación con otra inacabable comparecencia ante las cámaras de televisión, en la que manifestó que la
disminución de contagios y fallecidos por el coronavirus en los últimos días
era un motivo de "alegría" para todos. Dieciséis mil novecientos setenta
y dos muertos sobre su conciencia y este badulaque (1) se atreve hablar de
alegría. El mismo Presidente que animó a sus ciudadanos a asistir a una
manifestación que disparó exponencialmente el número de contagios en Madrid y
lo hizo a sabiendas del alto riesgo que iban a soportar los que asistieron y
los que no fueron también porque todos sabemos cómo se expandió la epidemia en Madrid.
Dice el responsable de que se
llevara a cabo la manifestación, el que fue incapaz de comprar el material
que necesitábamos, el falsario que “estos números hablan de la desolación,
pero también, de la alegría" y sostiene que "los resultados son
alentadores".
Lo hace unas horas antes que muchos
compatriotas vuelvan al tajo sin la protección más elemental. Una
decisión que aumenta la grieta entre las dos facciones del ejecutivo, una
medida peligrosa que puede causar un repunte de la epidemia y como Pedro
Sánchez lo sabe, la agit prop socialista ya está en marcha y se afirma
machaconamente en las redes sociales, que la vuelta al trabajo de nuestros
compatriotas se debe a las presiones de la derecha.
Ineficacia, incompetencia,
ignorancia, impericia, inutilidad, nulidad, torpeza infinita y para tapar sus
vergüenzas, mentiras, falacias, enredos, falsificaciones, ficciones, patrañas y
calumnias varias.
A eso se reduce la acción de este
Gobierno, que no ha sabido hacer frente a la epidemia cuya peligrosidad
conocía, una plaga que no llegó sin avisar, que no era una gripe de segunda división y
que ante el brutal fracaso de su gestión, sólo ha sabido buscar culpables en la oposición para ocultar su
absoluta inepcia y su repugnante miseria moral. Está claro que para Pedro Sánchez nuestros muertos sólo son cifras de una estadística que le preocupa por las consecuencias que pueda tener en la próxima contienda electoral.
No nos merecemos esto.
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