Pero lo que quiero contarles me
afecta muy directamente, soy padre y soy antiguo caballero legionario y el
ejemplo de Juanjo me ha llegado al alma. Juanjo perdió a su hijo Alejandro hace
más o menos un año y lo perdió en circunstancias dolorosísimas, su hijo que era
caballero legionario perdió la vida en un ejercicio de fuego real en el que un
proyectil le atravesó el corazón. La versión oficial decía que había sido un
desgraciado accidente, un caso de mala suerte, un rebote.
Sin embargo, en el Ejército estas
cosas no se tapan, la investigación de la Guardia Civil desmontó la versión, no
era un asunto de mala suerte, presuntamente había gente que había mentido, quizás por evadir la responsabilidad que les cupiera en la muerte de
Alejandro, como es natural el asunto pasó al juzgado.
No puedo ponerme en la
piel de Juanjo, porque perder a un hijo es una experiencia que sólo pueden
entender los que han sufrido esa desgracia; pero el que haya tenido que añadir a la pérdida, el convencimiento de que la muerte probablemente hubiera podido evitarse y que
compañeros de su hijo y algún superior mintieran para que no se depuraran las responsabilidades que les atañían, tiene que ser una experiencia durísima.
Juanjo como es lógico ha estado
muy pendiente de la investigación y la instrucción judicial, no creo que nadie le pudiera reprochar si hubiera desarrollado una profunda animadversión contra
La Legión y los legionarios. Pero la vida nos sorprende, casi siempre para mal y en ocasiones como esta, para bien.
Cuenta Juanjo que "Un día
noté en mi interior que mi hijo de alguna manera me decía algo", "La Legión ha salido a la calle a ayudar a los ciudadanos, a colaborar, a mantener
la seguridad en el estado de alarma. Si él hubiera estado vivo, si una bala
maldita no me lo hubiera robado, seguro que habría querido salir el
primero".
Juanjo entendía que uno de los
problemas a los que se enfrentaban los compañeros de su hijo era la escasez de
mascarillas, guantes, etcétera, se puso en marcha y compró a un operador internacional
500 mascarillas FPP2 homologadas y las pagó de su bolsillo.
Dicen y es verdad, que Dios ayuda
a quien se ayuda y comentando a un conocido, natural del pueblo de Bornos, sus
gestiones y el interés que tenía en proteger a los legías, éste le dijo “No te
preocupes, te voy a ayudar. Puedo conseguirte aproximadamente 10.000
mascarillas de uso quirúrgico". Y así fue, porque en ese pueblo gaditano
un grupo de mujeres altruistas y solidarias trabajan todo el día, cosiendo
mascarillas en sus máquinas de coser.
A Juanjo le faltó tiempo para
hablar con un responsable de La Legión, le explicó que quería donar esas
mascarillas para que los compañeros de su hijo ayudaran a los ciudadanos con la
protección adecuada. De hecho pidió que las 500 mascarillas FPP2, que son de
las buenas como él mismo dice, se les facilitaran a los legías que estuvieran
más expuestos.
Alejandro era un buen legionario, así nos lo dicen sus compañeros; no me cabe duda de que si hubiera tenido tiempo para madurar, habría sido un legionario ejemplar. Dice el refrán que de tal palo tal astilla y ahí tienen ustedes a su padre que me parece todo un ejemplo. La
Providencia se lo llevó, causó alta en la Lista de Revista del V Tercio muy
pronto y allí nos espera a todos los legionarios, junto a nuestro protector el
Cristo de la Buena Muerte.
Mientras aquí, su padre nos da ejemplo;
hay que tener un corazón de los que no caben en el pecho y una bondad espectacular
para saber separar a La Legión de aquellos, que sirviendo en sus filas, presuntamente
no supieron estar a la altura de las circunstancias. Un padre ejemplar que
homenajea el recuerdo de su hijo ayudando a sus compañeros.
Y aquí y ahora, ausente su hijo Alejandro, Juanjo ha cumplido con el espíritu de compañerismo del Credo legionario que dice "Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos", demostrando con hechos hasta dónde puede llegar el amor de un padre por su hijo.
Esta es la historia que les
quería contar, a mí me ha emocionado. Creo que es de las que te reconcilian con el género humano.
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