Pedro Sánchez juega a la ruleta rusa con la desescalada
El lunes Pedro Sánchez anunciaba
que iba a proponer un Decreto de Estado de Alarma “rebajada”, es de suponer
después de escucharlo este martes que se refería a adoptar una serie de medidas
para la desescalada que, lo que son las cosas de la utilización de la semántica
para vestir al santo, hoy se llama “Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad”,
un nombre más largo que un día de confinamiento sin Internet ni televisión y es
que a este gobierno le encantan los títulos rimbombantes y son más cursis que
una perdiz con ligas.
En ese plan para la transición
hacia una nueva normalidad el gobierno ha decidido, como no podía ser de otra
manera, que la desescalada sea gradual, asimétrica y coordinada, que está muy
bien porque es lo lógico. La han organizado en cuatro fases, lo que crea dudas sobre su duración, porque una fase ¿Cuánto dura? una semana, un mes, un
año, parece que no saben qué es lo que va a
pasar, ni cuánto tiempo exactamente pueden durar cada una de esas fases.
Independientemente de esa duda, tenemos un problema bastante más grave con el asunto del
desconfinamiento. Decía en el título que Pedro Sánchez estaba jugando a la
ruleta rusa con la desescalada y es muy cierto, porque por mucho que intenten vestir
al santo, lo cierto es que la decisión de abrir la mano se toma por las
presiones sociales y económicas que sufre el gobierno y no por criterios
científicos.
El gobierno no sabe cuál va a ser la respuesta de la epidemia ante
la desescalada; por mucho que se empeñen los social comunistas del gobierno en
sostener que ellos toman las medidas apoyados en criterios científicos, eso
resulta imposible. En este momento no hay nadie que pueda hacer esos cálculos
con un mínimo de rigor, simplemente porque faltan datos para poder resolver la
ecuación.
Los epidemiólogos que no están a sueldo del gobierno han explicado cuáles son los motivos por los
que no se puede saber, si como consecuencia de la transición a la nueva
normalidad se va a producir o no un repunte de la epidemia. No hicimos test
masivos en su momento, no pudimos determinar con precisión la trazabilidad de los
contagios, el estudio de la seroprevalencia – una herramienta imprescindible
para conocer el mapa de la infección en España - parece que se ha puesto en
marcha con retraso este lunes y en el mejor de los casos tendremos los
resultados a finales de junio o julio, tal como anunció Salvador Illa.
El
gobierno prohibió hacer autopsias a los muertos por coronavirus porque en
España sólo había cinco lugares en los que se podrían hacer necropsias con
todas las garantías para evitar el contagio, el por qué no las hicieron en esas
cinco infraestructuras es harina de otro costal, pero la consecuencia de la
inacción del gobierno en este aspecto ha impedido que los patólogos estudiaran
a fondo las consecuencias de la infección en los seres humanos, cuestión que
habría ayudado a determinar entre otras cuestiones, que tipo de medicación había que utilizar y quizás
por eso tenemos esa tasa tan exagerada de morbilidad.
Así que por muy sabios que sean
los expertos del gobierno, si no tienen datos, mal pueden determinar las
posibilidades de un repunte de la epidemia, conviene recordar que la
epidemiología es una ciencia que utiliza las matemáticas para crear modelos y
hacer sus predicciones y si se atreven a opinar, eso dice Pedro Sánchez, lo
deben estar haciendo, utilizando una varita mágica o quizás una bola de cristal.
Dirán algunos de ustedes que no
es posible que se atrevan a tanto, los ciudadanos ya están muy hartos y
como se complicaran otra vez las cosas le iban a montar la mundial a Pedro
Sánchez y sus adláteres. Lo tienen todo pensado, si por desgracia se produjera
el repunte ya pueden apostar ustedes que Pedro Sánchez en una de sus
inacabables homilías nos explicaría que el repunte se habría producido por la
falta de responsabilidad de algunos ciudadanos que habrían incumplido las
normas del desconfinamiento.
Este gobierno y sus portavoces se
atreven a cualquier cosa. Por poner un ejemplo veamos cómo ha evolucionado a
lo largo del tiempo la opinión del ejecutivo sobre las mascarillas: Primero fue
que no hacían ninguna falta y no evitaban el contagio, más tarde advirtieron
que su uso podía ser contraproducente, para al poco tiempo anunciar que su uso
iba a ser obligatorio y hace nada nos han dicho que no son obligatorias pero resulta
aconsejable su uso.
Ya para que les
cuento el numerito que tienen montado para que nadie sepa, ni siquiera por
aproximación, el número de fallecidos, ni el de infectados, cada día cambian de
procedimiento ¿Científicos? Anda ya. No creo que ustedes vayan a poner mucha
confianza en lo del plan de transición hacia una nueva normalidad que suena largo pero resulta bonito y es último
invento de la agitación y propaganda social comunista.
Tenemos otro problema, hay mucha
gente que piensa que si han abierto la mano es porque no hay peligro de
contagio y lo cierto es que el peligro no ha desaparecido porque el gobierno
haya decidido que se puede empezar a dejar salir la gente a la calle. Usted
podrá salir a pasear, pero el riesgo de infección está ahí y las
cifras de nuevos infectados así lo confirman.
Vayan con muchísimo cuidado,
respeten al milímetro las normas, si salen a la calle háganlo conscientes de
que no merece la pena correr riesgos con algo tan peligroso, piensen en ustedes
y sus familiares más cercanos; no hace falta tener miedo para ser prudente y
disciplinado.
Les puedo asegurar que no hay
nada más amargo y sobre todo más inútil que ser el último muerto de una guerra.
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