Plata o plomo
Si por casualidad prefieren ustedes escuchar el texto del post de hoy en lugar de leerlo, lo pueden hacer en el enlace que pongo a su disposición. Ya me dirán lo que les parece y les ruego que perdonen los errores.
Los más fieles seguidores de este
blog recordarán un post en el que comentaba el problema que tenía en casa,
donde a cuenta del confinamiento, me vi sometido a un régimen de narco series
mejicanas y colombianas que me tenían a mal traer y ante el bombardeo constante de morras, me vale
madre, carnal y todo lo demás, decidí dedicarme a la lectura mientras la
televisión incansable largaba un capítulo tras otro.
En bastantes ocasiones nos reímos
mi mujer y yo de algunas escenas que nos parecían exageradas, por ejemplo un
secretario (ministro) mejicano negociando con el jefe de algún cartel, autoridades que por una pasta importante se saltaban la ley como quien lava o
un jefe de policía cobrando en metálico para proteger la huida de un preso. Sin
embargo alguna serie sobre Pablo Escobar me interesó y de la historia que
relataban me llamó la atención la frase que da título a este post. Cuando Pablo
o alguno de los suyos intentaban cerrarle la boca a un periodista o apretaban a
un policía para que les facilitara la vida y encontraban alguna resistencia, le
proponían un dilema al infeliz de turno, plata o plomo.
Ya saben ustedes que soy un poco
raro y hoy leyendo la paupérrima defensa que ha hecho Grande Marlaska de su
situación, francamente se me ha venido a la cabeza Pablo Emilio Escobar
Gaviria, que así es como le gustaba que lo llamaran, dando a escoger a un pobre
desgraciado entre tragar con lo que le pedían, plata, o la correspondiente ración
de plomo.
Con eso no quiero decir que Marlaska y Escobar tengan mucho que ver,
pero la actitud que tomó el ministro del Interior con el coronel Pérez de los Cobos,
por esas cosas raras de la conexiones neuronales me recordó al dilema ”escobariano”,
al fin y a la postre es lo que le propuso en otros términos, la Directora
General de la Guardia Civil cuando lo presionó para que le dijera qué era lo
que tenían los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil contra
José Manuel Franco, Delegado del Gobierno en Madrid y hombre de confianza de
Pedro Sánchez.
Igual les parece a ustedes un
poco forzado, pero como lo viví así, así se lo cuento. No hubo una exigencia
para que eligiera entre plomo o plata, pero sí le pusieron a Pérez de los Cobos ante
un dilema que se las traía. Debía elegir entre contar lo que querían saber los
del Gobierno y con ello faltar a su obligación o lo ponían en la calle, por
seguir en el ambiente de las series, lo corrían de su trabajo. Que te cesen
sin motivo es chungo, pero si además el cese conlleva que se te cierre la
puerta al generalato, que el coronel Cobos tenía prácticamente asegurado,
entonces la presión es colosal.
Todos sabemos lo que sucedió, lo
sabe hasta Marlaska, que hoy se defendía con unos argumentos tan débiles, tan
evidentemente falsos, que daban vergüenza ajena. El gobierno tiene un problema
con la Guardia Civil. Que la magistrada que lleva el caso del 8 M, decidiera
escoger a los miembros de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, en lugar
de elegir a los de la Policía Nacional, nos dice a todos que la magistrada se
decidió por los civiles, porque sabe que la “infiltración política” en la
Guardia Civil es infinitamente menor que en la Policía Nacional y con su elección
quiso evitar que el Gobierno estuviera puntualmente informado de su
investigación.
Lo saben también en el gobierno y
en cuanto llegó a La Moncloa la noticia de que el “empapelamiento” no iba sólo
contra Fernando Simón, al que Sánchez considera amortizado y no va a defenderlo
demasiado, sino que la idea de la magistrada era imputar también, como así lo
hizo, a Franco, se armó la de San Quintín - el actual delegado fue uno de los
pocos que se alinearon desde el principio con Pedro Sánchez en el PSOE - y de
inmediato se montó la operación para salvar al soldado José Manuel Franco.
Comenzaron
las presiones para que Pérez de los Cobos cantara, soltara la sopa, hubiera dicho un
narco mejicano y así en la tarde dominical no uno, sino dos generales telefonearon
al coronel para que fuera “prudente” y como no cedió, fue la Directora General
la que le puso ante el dilema o cantaba o se iba a la puñetera calle.
Hoy Marlaska explicaba que todo
estaba previsto y que el cese de Cobos, era simplemente un cambio de personas para
dinamizar a los grupos y darle un impulso a la Guardia Civil, ese es un cuento
que nadie puede creer, se ha
hecho en pleno Estado de Alarma, sin que nadie supiera que se preparaba ningún
relevo y es más, ha cometido un error infantil tremendo cuando ha afirmado que
la dimisión del DAO estaba prevista y nada tenía que ver con la destitución de Pérez de los Cobos.
Es una mentira tan transparente
que da, como ya he dicho, vergüenza ajena. El DAO dimitió como protesta por el
cese del coronel Cobos y para sustituirlo Grande Marlaska, ha ignorado a
tres tenientes generales y ha elegido a un general de división que estaba en el
número siete del escalafón al que se ha visto obligado a ascender por la vía de la
urgencia.
Así que de previsto nada y con esa decisión Marlaska ha roto una costumbre que siempre se había respetado. En la Guardia Civil cuando el DAO se iba, ocupaba su lugar el
teniente general que en ese momento tuviera el Mando de Operaciones, el ministro
ha ignorado el escalafón y ha despreciado una costumbre que se había mostrado eficaz
durante mucho tiempo.
Y como aquí todavía no nos ha
llegado el tiempo de lo de la plata o el plomo, alguien pensó en aquello tan
viejo de que las penas con pan son menos y como la Guardia Civil está indignada
desde el teniente general más antiguo al guardia más moderno, decidieron añadir
a la ofensa el desprecio y han pretendido taparles la boca con una subida de
sueldo, que Marlaska balbuceante intentaba explicar afirmando que también estaba prevista.
Absolutamente falso porque el Gobierno aprobó en enero una subida del salario de
los trabajadores públicos del 2% y fijó una restricción para que ningún
ministerio pudiera elevar más el capítulo de gastos de personal. De tal manera
que el Gobierno para salir del apuro sin contravenir sus propias normas, se ha
visto obligado a incluir una disposición adicional a la norma que le impedía
aumentar el gasto de personal, en la que determina que la medida no computa
dentro del límite de gasto fijado.
Otra mentira infantil de Marlaska, que era aplaudido por socialistas
y podemitas en el Congreso, pero al que el Gobierno empieza a considerar una
carga.
Ha escogido a un enemigo muy
peligroso, la Guardia Civil cumple con su deber y no tiene porqué aceptar
humillaciones por parte de políticos sin honor, que mienten como bellacos para
salvar su miserable pellejo. Espero que más pronto que tarde alguien vestido de
verde se acerque hasta el domicilio de Marlaska y después de informarle de sus
derechos, lo engrillete.
Es de justicia.
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