Pedro Sánchez legítimo en origen, deslegitimado en el ejercicio de sus funciones
Los del "autogolpe" |
Presumía el otro día Pedro Sánchez en el
Congreso de la legitimidad de su gobierno, no creo que sea necesario recordar
el refrán, pero ahí va. De nuevo lo ha hecho bueno Sánchez, dime de qué presumes y
te diré de qué careces. Este gobierno es cierto que en su origen fue legítimo,
pero en esto como en tantas otras cuestiones no se puede vivir de las rentas, lo
que es legítimo en el origen puede deslegitimarse a lo largo del
decurso del tiempo.
Y lo cierto es que este gobierno
social comunista ha ido perdiendo a jirones la capa de legitimidad que le
ofrecía su origen y está quedando ante todos como un gobierno que ha convertido
a la mentira en su único procedimiento de comunicación. Han mentido todos o
casi todos y lo han hecho con un cinismo abrumador, sin el menor empacho y con
unas mentiras tan burdas que suenan como auténticos insultos a la inteligencia
de los ciudadanos. Todos los ciudadanos debemos tener presente que no es legítimo
mentir; que la falsedad, la demagogia y la mentira deslegitiman la acción de
cualquier gobierno que mienta de manera constante como hace el nuestro.
Este gobierno, no se dedica a
gobernar, antes bien está en la tarea que se fijó como objetivo preferente Podemos, es
decir acabar con el “Régimen del 78”. Probablemente las cosas no irían como van ahora o el proceso hubiera
sido más lento y por lo tanto menos perceptible, si no se hubiera producido
la epidemia del coronavirus. En el plano estratégico la pandemia
favoreció el plan que tenían Sánchez e Iglesias para acabar con nuestro régimen parlamentario
y desde luego con la monarquía.
El
Covid-19 les puso las cosas a los social comunistas tal y como cuentan le colocaban
las bolas de billar a Fernando VII, la posibilidad de proclamar un Estado de
Alarma y los poderes especiales que otorga esa medida al gobierno les ha permitido meter una marcha más al proyecto y acelerar en la destrucción de nuestro régimen constitucional.
Dirán algunos de ustedes que
soy un exagerado, pero no soy yo el que denuncia la situación, o al menos no
estoy solo en esa denuncia, el otro día el ministro de Justicia y por lo tanto
Notario Mayor del Reino, declaró que "Es
peligroso que este gobierno afirme que España está en una crisis constituyente
porque ni se ha consultado a los españoles para ello, ni en el programa del
PSOE figura semejante aberración" y si la advertencia la hace el ministro y
lo dice, no en la barra de un bar, sino en el Congreso de los Diputados, será
porque aunque muchos no se hayan dado cuenta o a lo peor hayan preferido ponerse de
perfil, lo cierto es que la advertencia del ministro pone de manifiesto que existe la voluntad de dar un golpe de
Estado desde el propio gobierno, es decir un autogolpe.
De todas maneras tampoco hacía
mucha falta la advertencia ministerial porque se veía venir de lejos. Este gobierno en apenas cuatro meses
ha borrado de la faz de la tierra los consensos que permitieron el nacimiento
de nuestra democracia, a través de la polarización de la sociedad ha vuelto a
poner en marcha el guerra civilismo, ha atacado sin el menor
empacho a la separación de poderes, desde el propio gobierno se ha animado a
los ciudadanos a que se manifestaran contra la Monarquía, han liquidado la
independencia de la Fiscalía General del Estado y la utilizan políticamente a su conveniencia. Están intentando quebrar la
columna vertebral de la Guardia Civil, como primer paso antes de quitarle su naturaleza
militar, han puesto en marcha una economía de supervivencia que obliga a los
ciudadanos a depender del Estado, generan a través de sus declaraciones el odio
ideológico y sobre todas las cosas, han procurado gobernar sin que el resto de
los contrapoderes del Estado pudieran controlarlos.
Así que Pedro Sánchez podrá afirmar
que llegó al poder de manera legítima, pero de ahí hacia delante de poca
legitimidad puede presumir. La utilización del Estado de Alarma para cuestiones
que nada tenían que ver con la pandemia, dejó las cosas muy claras y el empeño
en mantenerlo contra viento y marea, no tiene otra explicación que la de la
libertad con la que le permite actuar, ejerciendo torticeramente los poderes
especiales que confiere ese estado excepcional al Gobierno.
Se han cometido
ilegalidades graves sin el menor empacho, los acuerdos del Consejo de Ministros
han sido modificados en petit comité, sin que mediara otra intervención de ese órgano
colegiado tal y como exige la ley. Los Reales Decretos a través de los que está
legislando obligatoriamente deben ser firmados por SM el Rey, no pueden ser
publicados en el BOE sin el respaldo de la firma real y el otro día la Casa Real
se quejaba de que muchos de ellos no habían sido firmados por Felipe VI, porque
ni siquiera se habían molestado en llevárselos para que los firmara.
Este gobierno presume de
legitimidad como presume de transparencia, cerraron el Portal de Transparencia para
que nadie pudiera controlar las compras de material sanitario, ojo más de mil millones
de euros que no son cáscaras de lapa, como diría un canario. Si no sabemos
cuántos son los muertos por el coronavirus es por un “exceso de transparencia”,
hay que ser un cínico descomunal para proclamar a este gobierno como el más
transparente y a la vez negarse a identificar a los presuntos “expertos” que
firman los informes que permiten o no, pasar de fase en la desescalada a las Comunidades Autónomas o suministran
coartadas “científicas” a las acciones del Gobierno.
De la misma manera que, para saber
lo que se nos venía encima con la pandemia, nos hubiera bastado que a primeros
de marzo nuestro gobierno hubiera echado un vistazo a Italia, para lo del
autogolpe, que parece que es a lo que vamos, basta que cualquiera le dé un
repaso a la historia reciente de Venezuela para percibir que seguimos el mismo
camino que usó en su momento el Gorila Rojo, el mismo camino, los mismos
procedimientos, las mismas mentiras, las mismas denuncias sobre inexistentes golpes de estado.
Pueden echar en saco roto esta
advertencia, tildarla de exagerada o demasiado imaginativa, pero cuando
llegue el llanto y el crujir de dientes, no se quejen.
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