El Supremo revocará las excarcelaciones de los condenados del “procés”
Por fin nos alcanza una buena
noticia, que teniendo presente la que nos está cayendo y lo que queda por caer,
se agradece. Entre el gobierno social comunista, la Fiscalía que ha hecho lo imposible
por mirar hacia otro lado y los de la Generalitat que no tienen ni idea de qué
diablos significa mesura, han conseguido que por fin se rompiera el cántaro de
la paciencia del Tribunal Supremo, que por boca de la Sala que condenó a los
independentistas del “procés”, ha revocado la aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario
a la expresidenta del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, a la que se le
había permitido un régimen de semilibertad, que entiende el alto tribunal que
no se puede aplicar por apreciar “falta de justificación y desconexión con la
reinserción”.
La aplicación de ese artículo a
la situación de Carme Forcadell que fue aprobada por un juzgado de vigilancia
penitenciaria de Lérida ha sido el detonante de una decisión judicial que va a
tener consecuencias muy importantes. La decisión del Juez de Vigilancia Penitenciaria de elevar el asunto a la consideración del Tribunal Supremo, ante el recurso presentado por la Fiscalía, ha conseguido que éste reaccionara dejando de
lado las presiones políticas y ha advertido que piensa decidir sobre la
aplicación de este artículo al resto de presos independentistas que ya han disfrutado
de la especial lenidad que para con ellos han tenido los jueces de vigilancia
penitenciaria.
La decisión del Supremo no tiene demasiadas
consecuencias para los condenados que en la actualidad ya están disfrutando del tercer grado, pero
abre la puerta a su intervención ante los recursos que ha elevado la Fiscalía
a la concesión de ese grado y que están pendientes de resolver. Mientras sea el
juez de vigilancia penitenciaria quien deba resolver el recurso, los condenados
seguirán disfrutando del tercer grado, si el juez rechazara el recurso de la
Fiscalía, ésta lo elevaría ante el Supremo y en cuanto fuera admitido a
trámite, automáticamente todos ellos volverían al segundo grado, lo que traducido
al cristiano significa que ingresarían de nuevo en prisión.
El contubernio entre el gobierno
de Pedro Sánchez y ERC y la pasividad de la Fiscalía General, ha permitido que las condenas de los presos independentistas
se hayan cumplido de una manera escandalosa. La aplicación sesgada del
Reglamento Penitenciario por parte de las Juntas de Tratamiento en manos de los
independentistas ha constituido una bicoca para los condenados que han disfrutado
de un tratamiento muy distinto del que soportan el resto de los reclusos y que decir de la consideración que han tenido para con los presos independentistas los directores de las cárceles en las que han cumplido condena.
Ha llegado un momento que a la
Sala Segunda se le ha acabado la paciencia y en el auto reparte con generosidad
una serie de reproches que alcanzan a las mencionadas Juntas de Tratamiento a
las que advierte que no pueden erigirse en una suerte de última instancia en la
que se reinterpreten unos hechos que son objeto de un pronunciamiento firme como lo es una sentencia, habla de fraude
de ley y señala que no se pueden
utilizar las Juntas y sus decisiones para expresar más o menos soterradamente
el desacuerdo de los funcionarios con la sentencia.
El auto de la Sala Segunda del
Alto Tribunal acaba también con la controversia de que órganos jurisdiccionales
son los llamados a decidir sobre el cumplimiento de las penas y advierte a aquellos que
entiendan de la resolución de un recurso, que deben actuar conforme “al criterio
competencial que ahora definimos". Lo deja más que claro, cristalino, como tribunal sentenciador, el Supremo
tiene la última palabra con los presos del "procés".
Eso sí, la Sala se pone el parche
antes de la herida, justificando una desgraciada decisión que tomó en el momento de emitir
la sentencia, que fue la de no incluir en ella el artículo 36.2 del Código Penal,
que hubiera supuesto que los condenados tuvieran que cumplir la mitad de la
pena para poder acceder al tercer grado.
Dice la Sala que esa decisión no puede
ser interpretada como un aval para aprobar los programas de flexibilización de
las condenas y me parece bien que lo diga, pero me hubiera parecido mucho mejor que, en su
momento, hubieran incluido ese artículo en la sentencia, porque ese detalle nos hubiera
evitado todo este jaleo que comentamos. Que tampoco hacía falta ser uno de los
siete sabios de Grecia, para saber que sin ese artículo, los presos independentistas
iban a estar muy poquito tiempo en las cárceles catalanas.
Hasta aquí el asunto judicial,
complicado porque ya se sabe que si los independentistas entran en juego, las
cosas se complican muchísimo. Pero este asunto tiene otra faceta, el problema político que va a producir, porque la
decisión del Supremo le crea a Pedro Sánchez un problema de órdago a la
grande. No tenía bastante con la advertencia de ERC y Bildu de que ellos no van a apoyar
unos Presupuestos Generales pactados con el PP o C,s y ahora le cae encima
el asunto de los presos independentistas, que le va a complicar muchísimo conseguir las mayorías parlamentarias que necesita para gobernar, vamos a ver como utiliza ese ejercicio de
geometría variable del que siempre ha presumido.
Las cosas ya pintaban mal porque la “condicionalidad”
impuesta a España por Europa, le ponía las cosas muy difíciles a Pedro Sánchez, que tiene
al enemigo sentado en el propio Consejo de Ministros, de tal manera que Pablo Iglesias ya ha
advertido que Europa puede decir lo que quiera, pero que ellos
van a derogar la Reforma Electoral de Rajoy.
Claro que podrán hacerlo, porque
en lo de plagiar Pedro Sánchez es el amo, supongo que se apañarán para plagiar el texto de la
reforma, lo maquillarán un poco, añadirán las imposiciones europeas para flexibilizar
de verdad el empleo en España y presumirán de su propia reforma laboral, pero
eso sólo sirve para la propaganda, porque el resultado no se va a poder
maquillar y veremos si sus votantes y los podemitas están dispuestos a tragar.
Ahora se le va a venir encima todo
el independentismo catalán que le va a dar del derecho y del revés y no sé qué
podrá darles para que se callen, si efectivamente como parece, los presos
vuelven a la trena. La verdad es que se lo van a poner difícil, sobre todo si
consideramos que ya no tiene la libertad que tenía para aplicar el bálsamo financiero
que pudiera aliviar el follón que le van a montar los secesionistas, un follón curioso porque Iglesias muy probablemente les vaya a ayudar. Sabido es lo bien que se lleva con Bildu y con ERC, así que
veremos cómo maneja la situación el narciso socialista con una parte de su
gobierno pactando con ”sus socios” para llevarle la contraria.
Hablaba ayer de los problemas que debía afrontar Sánchez,
quizás la decisión que ha tomado el Supremo de revocar los fallos de los jueces
de vigilancia penitenciaria, constituya la primera estación de ese viacrucis que
le auguraba al narciso.
No sé si será la primera estación, pero de lo que estoy seguro es de que no va a ser la última.
No sé si será la primera estación, pero de lo que estoy seguro es de que no va a ser la última.
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