La intolerancia de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a la verdad
Estamos viviendo un fenómeno
peligrosísimo, nuestro destino está en manos de un gobierno que es incapaz de
aceptar la menor crítica y que sufren de una grave intolerancia a la verdad. Pedro
Sánchez y sus cuates han decidido que no pueden permitirse la menor disensión,
la existencia de la menor crítica parece que pone en peligro su continuidad en La Moncloa, tienen tantas cosas que tapar, tantas mentiras que inventar, que viven permanentemente
en una situación de alarma absoluta.
Nada que se separe lo más mínimo
del monolítico discurso sanchista, resulta aceptable. Por no aceptar, no son
capaces de aceptar la labor de la oposición, no aceptan la independencia del
Poder Judicial y le están metiendo mano a lo poco que queda de prensa
independiente en este país. Están dispuestos a llegar hasta donde haga falta
para que nadie ose alzar su voz para expresar una opinión que no coincida con
la suya, son totalitarios en estado puro.
Empecemos por el final, no creo
que haya habido ningún gobierno en la historia de España, salvando los de Francisco Franco,
que haya tenido más apoyo mediático que el presente, de eso se han ocupado de
una manera muy eficaz, porque cuando les conviene saben serlo. Los medios de
comunicación han claudicado en su mayoría ante el dinero público que llega
generoso a sus cuentas siempre y cuando no se aparten ni un milímetro de la
versión oficial que les llega a diario desde La Moncloa. Esa era la teoría que
testó Tezanos en su momento, había que convertir la versión oficial en la
verdad única, supongo que recordarán la pregunta de la encuesta que originó en aquel momento
cierto escándalo.
Pero por lo visto no es
suficiente, parecería lógico que lo fuera, al fin y al cabo quedan muy pocos
periodistas independientes en este país y mucho menos, medios que mantengan una
línea editorial basada en la veracidad, a pesar de eso ha bastado que se
alzaran algunas voces, pocas, para comentar la obscena historia de esa tarjeta
de teléfono móvil que estaba en poder de Pablo Iglesias, aunque no era su
propietario y que guardó mientras organizaba una causa general contra las
“cloacas del estado” al objeto de sacar rédito electoral, para que Pablo
Iglesias furibundo advirtiera que estaba dispuesto a llevar a esos periodistas
– cuatro y el cabo – al Congreso de los Diputados para machacarlos en una
comisión de investigación.
No es que me extrañe, estoy convencido que lo de la libertad de prensa es algo que no han aceptado
jamás los social comunistas, nuestra historia reciente está trufada de hechos
que así lo demuestran, pero de ahí a amenazar públicamente a los que en el
ejercicio de su profesión, opinan distinto a ellos va un trecho muy grande.
No
se atreverán a llevarlos ante la Comisión vistiendo corozas y capirotes para que
abjuren de sus pecados de lesa libertad de prensa y muestren su
arrepentimiento, como les gustaría a los zurdos y también al resto de
plumíferos vendidos al oro social comunista, porque de hacerlo la Unión Europea
iba a intervenir sancionando a nuestro Gobierno y dependen de la buena voluntad
de Bruselas para remediar la crisis económica que han creado, pero la amenaza
está lanzada.
Qué decir de la incomodidad que
les producen los mecanismos constitucionales que garantizan el equilibrio de
poderes, han humillado en numerosas ocasiones al Poder Judicial aprovechando el Estado de Alarma y no han dudado en machacar a aquellos magistrados que
osaron admitir a trámite una denuncia. Los magistrados independientes han sido
acusados en los medios de comunicación y en las redes sociales de intentar
derrocar al gobierno en contubernio con la Guardia Civil y la oposición. Lo de
la Fiscalía General es un escándalo mayúsculo, un disparate imposible de concebir en un
estado de derecho como el nuestro y supone una impudicia que
nos va a marcar durante muchísimo tiempo.
Advirtieron pública y falazmente
que la oposición estaba intentando dar un golpe de Estado, recortaron todo lo
que pudieron el control que debe ejercer el Legislativo sobre el Ejecutivo
aprovechando el Estado de Alarma y con la connivencia de Meritxell Batet -
presidenta del Congreso de los Diputados - evitaron en muchísimas ocasiones ese
control. Aprovecharon la pandemia y el Estado de Alarma para gobernar a decretazos
sobre asuntos que nada tenían que ver con la lucha contra el virus; ahí están por
ejemplo las reformas de Educación que coló por la gatera la inefable Celaá.
Bastó que una magistrada imputara
al delegado del Gobierno en Madrid, para que el Gobierno intentara que la
Policía Judicial de la Guardia Civil les pasara los informes a los que sólo
tenía derecho a acceder la propia Magistrada. La injerencia del Ejecutivo
supuso un ataque en toda regla a la independencia judicial. Como la cosa se
estaba poniendo tensa Grande-Marlaska tomó por la calle de en medio y llevó a
cabo una purga brutal en la cúpula de la Guardia Civil a la que dejó tiritando en apenas unos días.
Si hablamos de purgas ahí está
Rosa María Mateo, administradora única de TVE, que lleva desde el año 2018 en
el cargo, eso sí con carácter provisional, que ha cortado cabezas en la
televisión pública hasta decir basta y que se ha cargado a profesionales porque
usaban corbata, por poner un ejemplo. Mateo ha “ideologizado” a su conveniencia
y a la del gobierno la televisión que debiera ser de todos.
Han implementado sistemas de
control para los que disentimos, lo dijo un general de la Guardia Civil en una
rueda de prensa. El ministro del Interior ha amenazado en repetidas ocasiones a
los disidentes, advirtiendo de que aquellos que se opusieran activamente o
sostuvieran opiniones que no gustaran al gobierno, podrían tener problemas
serios. Se multa por llevar la bandera de España por la calle, se cierran vías
públicas de manera permanente para que Iglesias y señora no reciban aquel
jarabe democrático que tan bueno era cuando lo administraban ellos.
Así que tomen nota los toletes
que están de acuerdo con este gobierno y que todavía creen que todas
esas ideas y acciones liberticidas, protegen su libertad y que no saben que
cuando llegue el momento, cuando en otoño la cuestión económica empeore y
muchas más familias tengan que acudir a las colas del hambre para poder dar de
comer a su familia y en ese triste momento quieran expresar su descontento, les van a
acusar de antipatriotas, de crispar la situación y de ser unos puñeteros fachas y entonces
será cuando verán las cosas mucho más claras, pero entonces amigos míos, será
tarde, muy tarde...
Como nos descuidemos, en ese momento no habrá más verdad que la que predique el
Gobierno.
Comentarios
Publicar un comentario