¿España puede? Naturalmente, pero sin Pedro Sánchez
El pasado lunes, Pedro Sánchez decidía darse un homenaje, y a toque de pito convocaba, arropado por prácticamente la
totalidad de su gobierno, a los representantes del Ibex 35, para soltarles un
discurso absolutamente inane, producto de una mente enferma, incapaz de
reconocer la realidad y en el que buscaba, una vez más, su lucimiento personal.
Para que vamos a engañarnos, otra exhibición del narciso socialista en todo su
esplendor y para usted de contar.
En la Casa de América, ante lo más granado del poder
económico, de las finanzas, de la industria, de las empresas de
telecomunicaciones, de las eléctricas, que acudieron obedientes a la llamada de
Pedro Sánchez, montó un espectáculo en el que primó la inanidad del mensaje y
sobresalieron dos bajadas de pantalones extraordinarias.
Por una parte, la de Pablo Iglesias y los podemitas del
gobierno, que tras aquella exhibición de dureza amenazando la estabilidad de
los futuros Presupuestos Generales del Estado, anunciando su veto a Ciudadanos,
parece que , con su presencia, querían hacerse perdonar la salida de pie de banco que tuvieron en
su momento y a la que ya había renunciado en público Pablo Iglesias. Y tuvieron que asistir a un acto al que prácticamente solo se había invitado a
los miembros del Ibex 35, esas gentes que son los enemigos naturales de UP.
Allí estaban los representantes de esa a
casta que está en posesión del poder financiero, económico e industrial de
España y que tanto han denostado los podemitas, con los que tuvieron que compartir
el acto, sin excusa ni pretexto, a cuenta de la debilidad política que sufren.
Esa fragilidad sobrevenida, producida por todos los jaleos judiciales que les
atañen y están saliendo a la luz. Está demostrado que lo que no consiga la amenaza de poner en marcha a la Fiscal General del
Estado, no lo consigue nadie.
Pero si Iglesias y sus cofrades se tuvieron que bajar los calzones, qué
decir de los representantes del poder que, mansos y humildes de corazón,
acudieron sumisos a la llamada del narciso socialista, al que escucharon muy
serios y finalmente aplaudieron. Habrá que reconocer que el asunto de la
fiscalidad les debe preocupar muchísimo y decidieron acudir dócilmente a la
cita del que puede hacerles mucho daño y al que han demostrado que son
incapaces de hacerle un feo. Mal asunto, porque el equipo de Sánchez no da
puntada sin hilo y de esa mansedumbre, supongo que habrán extraído una serie de
consecuencias, nada tranquilizadoras.
¿Y de qué habló Pedro Sánchez?, pues hizo un discurso de los
suyos, propaganda en estado puro, que utilizó para demostrar que había vuelto de vacaciones,
para asegurar que va a agotar la legislatura, para dejar bien claro que lo del
coronavirus es culpa de los ciudadanos y de las CCAA, que a nadie se le ocurra que la
responsabilidad pueda ser de su gobierno, y para tener la fotografía del Ibex
35 con cara de póker, asistiendo a sus pies, a un discurso en el que no habló de
nada que pudiera ser de interés para las empresas allí representadas.
Metido en faena y para que Iván Redondo demostrara que se gana el sueldo, nos largó un
eslogan: “España puede”, que a mí me puso a temblar, porque ya conocemos todos,
lo bonitas que le quedan esas frasecitas publicitarias que pone en marcha el
gabinete sanchista, pero el poco efecto que tienen. Si ustedes recuerdan algunas de las que nos ha ido endilgando a lo largo de esta
crisis que sigue creciendo: “Entramos juntos y vamos a salir juntos como país”,
“Nadie se quedará atrás”, “Salimos más fuertes” y ahora “España puede”, no creo que haya más que hablar.
Así que, presentó la última ocurrencia de Redondo y ya de
paso se entretuvo un ratito en ir montándole la envolvente a Pablo Casado, que
les aseguro que no estaba por allí. Empezó pidiendo unidad. Que eso lo haga el
Secretario General del PSOE, partido que desde hace muchos años está trabajando
incansable para evitar que exista el menor atisbo de consenso, me parece una muestra de un cinismo descomunal.
Creo que todos recordaremos a ZP explicando sigiloso a Gabilondo que
“necesitaban tensión” y Pedro Sánchez ha seguido en esa línea, con la única
finalidad de dividir a la sociedad, polarizar que se dice ahora, y a eso se ha
dedicado desde hace mucho tiempo el presidente socialista.
Pedro Sánchez debiera recordar aquello de que obras son amores
y no buenas razones. Y si fuera cierto que milagrosamente ha visto la luz y
durante estas vacaciones ha descubierto la importancia de la unidad para hacer
frente a los problemas comunes, bienvenido a la realidad, pero que comience a
demostrar con hechos, que este súbito amor que parece ahora siente o sentía hasta el lunes pasado por la unidad, existe realmente.
Para no perder su costumbre, exigió que el PP “arrimara el
hombro” para que su gobierno pueda sacarnos de la crisis producida por la
epidemia. Supongo que la mayoría se preguntará que a qué deben arrimar el
hombro los populares, porque si se refería a que busca el apoyo del PP para la aprobación de
los presupuestos, habrá que decir, tal y como ya le han dicho desde Génova, que si
lo que busca es unidad, que empiece por arreglar lo que sucede en su gobierno y
ponga orden, porque la unidad, parece que huyó despavorida del Consejo de
Ministros hace ya mucho tiempo.
Sobre lo de arrimar el hombro, Almeida el nuevo portavoz
popular le recuerda que “quien pide arrimar el hombro, primero debe dar
ejemplo". Y es que nuestro particular narciso tiene la mala costumbre de exigir
a los demás, lo que él es incapaz de hacer.
Por lo tanto nada nuevo bajo el sol, un acto muy bien
organizado desde el punto de vista del márquetin, un discurso para que se
luciera el presidente, vacío de contenido real, y mucho exigir a los demás lo que él es incapaz de hacer.
Eso sí, en cuanto terminó y se aseguró que tenía las
fotografías que pretendía, miró al soslayo, fuese y no hubo nada. Y allí dejó
abandonados a su suerte a los del Ibex 35, que, supongo, no saldrían de su
asombro por haber sido convocados a una intervención presidencial en la que no se
tocó la economía, ni la industria, ni la fiscalidad…
¿España puede? Naturalmente, afirmo en el título del
presente escrito, pero para que podamos, imprescindiblemente tenemos que conseguir que Pedro Sánchez
desaparezca de la escena política. Con él a los mandos, acompañado por Pablo Iglesias y Redondo, vamos de
cabeza a la ruina.
Bien, otra más de Sánchez, si se reunía con el poder económico de cara a la galería internacional parecería que está haciendo algo,
ResponderEliminara los que convoco logicamente tenían que ir, que sabían ellos lo que el otro iba a decir