Europa observa desconfiada al gobierno de Pedro Sánchez
En ocasiones, hay detalles pequeños, casi nimios, que ponen de relieve la oculta realidad de un escenario complejo; ya saben ustedes lo de la muestra y el botón. Lo cierto es que a cada día que pasa el gobierno social comunista sigue dando señales muy claras de la división que sufre y de la incapacidad de sus miembros para instrumentar una política que permita acometer las reformas que inexcusablemente necesita nuestro mercado laboral, económico, industrial y financiero.
Nadie sabe nada sobre qué diablos pretenden llevar a
cabo Pedro Sánchez y sus mariachis para implementar esa reformas, de las que,
repito, nadie conoce y me temo que el primero que las ignora es el propio
gobierno de España, que anda distraído en solucionar una serie de asuntos que
le permitan poner en marcha otra vez la geometría variable, que de nada les
sirvió la semana pasada.
De ahí vienen las declaraciones de Juan Carlos Campo,
ministro de Justicia, que se ha atrevido a afirmar que “las sentencias no
resuelven problemas políticos”. Me parece muy preocupante que por satisfacer
las exigencias de los independentistas catalanes, tenga que justificar la
intención del gobierno social comunista de modificar el código penal en lo que
se refiere a los delitos de rebelión y sedición, soltando una estupidez de ese
calibre. Campo es magistrado y por respeto a esa condición debería abstenerse
de afirmar una tontería de ese tamaño.
Un magistrado es un técnico en la aplicación de la ley y por
lo tanto sabe que las sentencias penales tienen la finalidad de expresar la
culpabilidad o la inocencia de los justiciables, aplicándoles las
circunstancias que pudieran modificar la responsabilidad del condenado, ya
saben, las agravantes, atenuantes o eximentes. No hay otra, y cuando el
tribunal entiende que alguien ha quebrantado la norma, se le aplica una pena que
tiene por finalidad conseguir los objetivos que se persiguen mediante su
imposición.
Esos objetivos son, según las teorías doctrinales más
comunes, la retribución, la prevención y la rehabilitación. Nuestra
Constitución proclama que “las penas privativas de libertad estarán orientadas
hacia la reeducación y reinserción social”, el TC matiza la afirmación de la
Carta Magna en el sentido de que la Constitución no limita la orientación de la
pena a la reinserción, permitiendo la fundamentación de la pena en postulados
retribucionistas o de prevención general. Y el Tribunal Supremo en el mismo
sentido afirma que “la reinserción social no es una finalidad absoluta de las
penas privativas de libertad establecida constitucionalmente… se trata de una
orientación armonizable con otras finalidades de la pena y con la exigencia de
justicia prevista en el artículo 1 de la Constitución”.
Me perdonarán el peñazo, pero creo que tanto la Carta Magna,
como el TC y el TS dejan bien claro que entre la finalidad de la penas, que se
derivan de las sentencias condenatorias, no existe eso que tan alegremente
suelta nuestro ministro de Justicia. Las sentencias no resuelven problemas
políticos, porque son instrumentos que por definición no están construidos para
hacerlo. Pero por el pan baila el can, y ese es el caso de Juan Carlos Campo,
que se ve obligado a salir a los medios a soltar semejante cancaburrada, porque
la debilidad del gobierno le obliga a hacerlo para tranquilizar a los socios de
la investidura que claman por la amnistía de los condenados por sedición.
Así que, por un lado tenemos a un gobierno que tiene que jugar obligado, prácticamente sin margen, buscando solución a las exigencias que le plantean todos y cada uno de sus presuntos socios, que hace unos días le han devuelto un toro al corral con el asunto del Decreto Ley de los remanentes municipales. Pero ese no es el problema más importante, el problema más grave del gobierno de Pedro Sánchez, se deriva de su absoluta incapacidad para gastar los 140.000 millones de las ayudas europeas, de acuerdo con las condiciones que le exigen desde Bruselas.
Durante el período comprendido entre el año 2014 y el 2020
sólo hemos podido ejecutar el 33% de los fondos que Europa ha puesto a nuestra
disposición, estamos a la cola de los países comunitarios con un 67% de fondos
estructurales todavía sin gastar y un 31% de proyectos sin ejecutar. Así que ya
me contarán ustedes que clase de confianza se puede depositar en un gobierno
dividido, que no es capaz de ejercer un liderazgo eficaz en el diseño de
proyectos capaces de consumir esos fondos, con una administración
hipertrofiada, ineficaz, lenta hasta decir basta, que agrava esa incapacidad
para ejecutar los presupuestos que tan generosamente ha nutrido Europa.
En Bruselas temen que Pedro Sánchez a falta de una solución
mejor, intente repetir aquella desgraciada experiencia del Plan E, que llevó a
cabo ZP. Hará lo mismo que está haciendo con la lucha contra la pandemia,
salvar su responsabilidad, dejando en manos de las CC. AA, su ejecución.
Intentará repartir el dinero en paquetes autonómicos, con lo que se
multiplicará el gasto administrativo y se ralentizará la ejecución, por lo
tanto es una malísima solución que observan atentamente desde la UE, porque
“los frugales” permanecen en silencio, pero están atentos a la jugada. Atención, que a mi parecer sobra, porque todos sabemos que aquel Plan E, fue un desastre
descomunal, muy caro, pero perfectamente inútil.
Hablaba de pequeños detalles, que ponen de manifiesto
problemas muy grandes, ahí tienen ustedes las peleas (en plural) que mantienen
los ministros entre sí, las innumerables ocasiones en las que se contradicen en
intervenciones públicas, las filtraciones de uno y otro grupo y eso es un
síntoma muy claro de que en el Consejo de Ministros no hay nadie que sea capaz
de imponer la autoridad. Sufrimos un gobierno más preocupado en buscar excusas y
culpables, que en trabajar para hallar soluciones.
Me dirán que es una tontería, pero si les digo la verdad,
hablando de detalles que puedan parecer nimios, desde el día que Pablo
Iglesias, decidió eliminar su coleta, que era su “marca de fábrica” y la cambió
por el moño, pensé que era una demostración de que Iglesias se había rajado. Cuando uno tiene una imagen corporativa, no la
tira por la borda con esa facilidad. Estaría harto de que le llamaran el coletas,
pero cuando se presentó con el moño, lo único que hizo fue demostrar su
debilidad ante los que le criticaban.
El gobierno muestra su endeblez, producto de su división y
de su incompetencia. Esta gente no está capacitada para presentar el plan de reformas
que necesita España, que tiene que estar el día 15 de octubre en Bruselas.
Vamos a ver si al final la UE se pone seria y decide no abrir la bolsa que
contiene el maná europeo, que tanto necesitamos. Si eso sucediera, supongo que, como a Rajoy ya
lo tienen liado a cuenta de la Kitchen, la culpa será de Aznar y de
la foto de las Azores.
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