Del hielo eterno llega Arnaldur Indridason
Personalmente conozco a muy pocos islandeses, de hecho mi experiencia en ese campo se reduce a la que tuve allá por el año 1970 en Mallorca. Allí, en un pequeño hotel, cuya piscina frecuentaba gracias a la generosidad del dueño, se alojaban clientes de diversas nacionalidades; los holandeses eran mayoría y de vez en cuando llegaba un grupito de islandeses. Los holandeses eran simpáticos, jocundos, expansivos, aficionado al jolgorio y porque no decirlo, bastante folloneros, las holandesas también eran simpáticas, jocundas y muy generosas con sus encantos. Los islandeses eran bastante reservados, ruidosos en grupo y no se llevaban demasiado bien con los de los Países Bajos, aunque coincidían unos y otros en su afición por la bebida, los dos grupos le daban al jarro como si no hubiera un mañana. Los islandeses tenían una mala costumbre, si había jaleo y las cosas pintaban mal, tiraban de cuchillo con mucha facilidad. Las islandesas eran simpáticas, bebían mucho y se mostraban muy empáticas para con las relaciones casuales, aunque curiosamente practicaban inflexibles un sistema que les permitía disfrutar conservando su virginidad.
Eso era lo que conocía de los islandeses, eso y un
dato. Según el señor Marina, mi profesor de Lengua Española del segundo curso de bachillerato,
Islandia era la nación que más leía de toda Europa. Ese dato, la afición por los cuchillos y el sorprendente procedimiento que utilizaban las islandesas para conservar su virginidad, constituían mi caudal de conocimiento sobre esta gente.
Un día leí algo que me aportó una faceta que no conocía de ellos, contaba alguien que los habitantes de Islandia habían sido paganos hasta el año
1000, año en el que decidieron convertirse al cristianismo. Como suena, de golpe, de manera
casi unánime y sin anestesia, por lo visto el motivo de esa decisión fue que
los pobladores de Islandia estaban hasta los pelos de los misioneros noruegos
que los visitaban a menudo para convertirlos y como eran unos pelmas
insoportables, decidieron hacerse cristianos y con ello evitar que siguieran
dándoles la brasa.
No sé si la anécdota es cierta, pero me demostró que
tenían sentido del humor, cuestión que a lo peor en Mallorca no tuve ocasión de
comprobar por aquello de las limitaciones idiomáticas y también por el mal café
que se gastaban los islandeses cuando "sus" chicas se inclinaban a
ignorarlos y regalar sus favores a los españolitos.
Así que un día en una librería, mientras buscaba un libro que echarme a los ojos, encontré una obra de un tal Arnaldur Indridason, que resultó ser
islandés. Automáticamente se me vinieron a la cabeza las cosas que les he explicado y
decidí comprarlo. No recuerdo si la novela era “Las marismas” o “La mujer
vestida de verde”, pero fuese una u otra, fue una buena decisión, me encantó el
texto y me alegré de haber tomado la decisión de comprarlo, porque Arnaldur - lo voy
a tratar por el nombre, porque curiosamente en Islandia todo el mundo se conoce
por el nombre propio - es un escritor como la copa de un pino y sus novelas son
fantásticas.
Arnaldur Indridason nació en Reykiavik en el año 1961, hijo de un
escritor muy reconocido por la cultura nórdica. Se licenció en Historia y ha
trabajado como periodista y crítico de cine, actividades que concilia con su
otra profesión: escritor de novela negra. Vive con su mujer y sus tres hijos en
Reykiavik.
El islandés se declara discípulo de los escritores suecos Maj Sjöwall y
Per Wahlöö, lo que supone una garantía, pero creo que hay un
detalle que subraya la calidad de Arnaldur. Hay que ser muy bueno para que tus
novelas, que se desarrollan en Islandia, tengan un éxito apoteósico en la isla, considerando que en ese país solamente se producen dos o tres asesinatos al
año y por lo tanto no es un territorio propicio para escribir novela negra.
Sin embargo Arnaldur con sus novelas ha conseguido que los islandeses la lean, un éxito que él explica así: "Hemos
tardado muchos años en escribir sobre criminales, no hay tradición. Quizá somos
mejores porque tenemos que convencer a unos lectores que no se creen que aquí
pase nada malo. Eso nos ha dado disciplina, tenemos que buscar soluciones
distintas para convencer. Para mí la clave está en el realismo, es novela negra
con una fuerte carga social".
Es muy cierto lo que dice Arnaldur, pero además de lo que
afirma, creo que su éxito está basado en el acierto que tuvo al crear a su protagonista, el inspector Erlendur Sveinsson. Un hombre angustiado, que se
aferra a su trabajo como quien se agarra a un clavo ardiendo. Fracasado como
marido y como padre - su ex mujer le odia, su hija es una drogadicta, su hijo
está saliendo del tercer tratamiento de desintoxicación alcohólica y arrastra un trauma infantil producido por los remordimientos que sufre
a cuenta de la misteriosa desaparición de un hermano - sin embargo es muy buen policía.
Indridason comentaba en una entrevista que “Erlendur es
una persona muy compleja, que tiene muchos lados y que puede resultar hasta
inhumano. En su interior podemos encontrar nuestro invierno, largo y oscuro,
absolutamente negro durante meses, con sus días cortos y sus noches
larguísimas, pero en él anida también la primavera, el sol de 24 horas del
verano y los colores de los árboles en el otoño" y añadía “…es un
islandés típico, que viene del campo, con raíces fuertes en la historia de esta
isla, anclado en el pasado, alguien que no ha participado en el cambio de la
Islandia agrícola a la pesquera y banquera. Es un hombre sin conexión con los
tiempos modernos".
Creo que les gustará su obra, a mí me sorprendió agradablemente el
ambiente, la sociedad, la personalidad de los protagonistas y también la de los
antagonistas que describe Arnaldur en sus novelas. Ha vendido millones de ejemplares en
todo el mundo y me resulta difícil creer que tantos millones de lectores se
hayan equivocado. Les dejo una relación de sus obras
en las que he resaltado en negrita las que se han traducido al castellano.
Inocencia robada (Synir duftsins, 1997), RBA Serie
Negra.
Dauðarósir (1998)
Las marismas (Mýrin, 2000), RBA Serie Negra.
La mujer de verde (Grafarþögn, 2001; publicada
inicialmente como Silencio sepulcral), RBA Serie Negra.
La voz (Röddin, 2002), RBA Serie Negra.
El hombre del lago (Kleifarvatn, 2004), RBA Serie
Negra.
Invierno ártico (Vetrarborgin, 2005), RBA Serie
Negra.
Hipotermia (Harðskafi, 2007), RBA Serie Negra.
Río negro (Myrká, 2008), RBA
En el abismo (Svörtuloft, 2009)
Naturaleza hostil (Furðustrandir, 2010)
Einvígið (2011)
Reykjavíkurnætur (2012)
Napóleonsskjölin (1999)
Bettý (2003), RBA 2017
Konungsbók (2006)
Pasaje de las sombras (Skuggasund, 2013), RBA Serie
Negra, Premio RBA de Novela Policiaca.
Hasta aquí hemos llegado, hoy se me ha ido un poco larga la entrada, espero que me excusen y que si Dios quiere, nos encontremos otra vez aquí el próximo miércoles. Hasta entonces cuídense mucho.
Un abrazo.
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