Marc Behm, un autor poco apreciado.
Un detective fracasado y solitario, obsesionado con una
hija a la que busca desde hace años, es contratado por unos padres preocupados
para que investigue a la pareja de su hijo…
Resulta bastante común escuchar a personas que afirman no
creer en la casualidad y se inclinan a pensar que en este mundo traidor hay
bastante más de causalidad que de casualidad. No digo yo que en ocasiones, esa
afirmación no sea cierta, pero les puedo asegurar que el pasado miércoles,
cuando estaba buscando el ejemplar de “El Poder del Perro” de Don Winslow, cuya
lectura voy a aconsejar el próximo sábado en la tertulia “La Quebrada de Galt”,
al poner en su lugar uno de los libros de la Serie Negra de RBA que tenía sobre
una mesa, me topé con “La mirada del observador” de Marc Behm, un autor poco
conocido, que con esta obra, escribió una de las mejores novelas negras de la
historia y con ella en las manos decidí que iba a hablar a ustedes de la novela
y del autor.
Este jueves mientras me disponía a escribir lo que ustedes
leerán mañana fue cuando me di cuenta de que en la contraportada del libro,
figura la frase que antecede en cursiva al presente escrito y en ese momento caí en cuenta de que el viernes era el Día del Padre. ¿Qué soy un poco retorcido? Pues
igual sí, pero quiero dejar claro que fue la casualidad la que puso en mis
manos la obra maestra de Marc Behm, un relato en el que la paternidad juega
desgraciadamente un papel muy oscuro y que, cuando tomé la decisión de escribir sobre él, no tenía presente la festividad del 19 de marzo.
Dicho lo dicho, vayamos al tema. Marc Behm nació en Trenton,
Nueva Jersey, el 12 de enero de 1925 y murió en Fort-Mahon-Plage en la región francesa
de la Picardía el 12 de julio de 2007. Antes de la II Guerra Mundial actuó con
el comediante Ernie Kovacs, que era de Trenton, como él. Tras participar en el
desembarco de Normandía se enamoró de una enfermera francesa, se casó con ella,
decidió quedarse en Francia, abandonó los escenarios, tuvo siete hijos y
comenzó a escribir como guionista de cine, especialidad que desarrolló
brillantemente, de tal manera que películas de la categoría de Charada o Help
se filmaron siguiendo sus guiones.
A los cincuenta y dos años comienza a escribir relato,
escribe bastante cuentos que resultan profundamente turbadores, algunos de los
cuales fueron editados en su momento en la colección “Hermosos y malditos”
publicada por la Semana Negra de Gijón. Hace un momento me refería a su
capacidad como guionista, es gracias a esa faceta de su actividad creadora que
va a escribir esa obra maestra del género negro que es “La mirada del
observador”. Behm aprovechó un guion que había escrito para Charlton Heston y
que no convenció al actor, para transformarlo en una novela. Supongo que Heston
ignoraría el favor que hizo al género negro con su negativa.
Marc Behm fue un hombre extraño, un expatriado al que le
costaba trabajo socializar, corto de palabras y algo huraño, quizás fuera esa
la causa que su obra cumbre “La mirada del observador” no tuviera el éxito que
merecía. Es cierto que escribió otras obras pero ni “No pretendas saber más” ni
“Crabs” alcanzan ni de lejos la altura de su trabajo en esta obra que afortunadamente
rescató del olvido para los lectores en español, RBA en su Serie Negra y con
una añadido importante, los de la editorial le pidieron a Paco Camarasa que
prologara la obra.
Dice Camarasa hablando del protagonista: “Le
acompañamos, seducidos y fascinados, sin ninguna consideración ni juicio moral
o ético. El Ojo es también nuestra mirada que lee, pero que, mediante la magia
de la palabra, nos transmuta en el observador”.
Efectivamente Marc Behm, consigue que “el Ojo”, porque ni
nombre tiene el protagonista del relato, un investigador que trabaja para una
gran agencia de detectives, que recibe el encargo de investigar a una joven que va
a casarse con el hijo de unos ricos propietarios de tiendas de calzado y que
quieren saber qué clase de mujer es la que ha escogido su hijo, nos contagie ese deseo de observar al personaje femenino de la novela. El Ojo, que
vive obsesionado por encontrar a su hija desaparecida, tiene la oportunidad de
conocer a Luci Brentano la aspirante a la blanca mano del hijo de los
millonarios, que vive de casarse con hombres adinerados y vaciar sus cuentas
para después matarlos.
En la novela vemos como el Ojo, un antihéroe de manual abandona todo para seguir a Luci, uno de los innumerables alias que esa viuda
negra utiliza, que le recuerda a aquella hija a la que perdió. A través de una
carrera sin fin, asesinato tras asesinato, la historia dibuja una turbia
relación casi filial de la que uno no sabe qué pensar y nos da a los lectores la
oportunidad de conocer uno de los mejores perfiles femeninos de la novela negra
mundial. A lo largo del relato veremos como el Ojo no quiere atrapar a la
asesina, no necesita que se haga justicia, antes bien llegará a protegerla, solo desea estar cerca de ella. Una mujer peligrosa, desesperada,
jugadora, bisexual, un personaje tristísimo, que sin embargo le recuerda a su
hija y que hace nacer un amor que podría calificarse de incestuoso en el
corazón del investigador
El autor consigue que el lector acompañe al protagonista en ese descenso a los infiernos que constituye ese seguimiento a la asesina y los turnios sentimientos que por ella siente el investigador y con él, insensiblemente, los lectores comenzaremos a sentir una suerte de simpatía por la asesina, sufriremos por ella y hasta desearemos protegerla, el relato de Behm consigue que nosotros, aunque solo sea un poco, también observemos con empatía a la durísima figura femenina que seduce al protagonista. Tal y como decía Paco Camarasa: …Mediante la magia de la palabra, nos transmuta en el observador. No hay juicio moral o crítica en la novela, simplemente una magistral descripción del mal.
Un hombre extraño que escribió una novela magnífica de esas
que sólo gustan a los críticos, pero que son rechazadas por el gran público. Parece
que poco a poco se ha ido corrigiendo la injusticia que supone que “La mirada del observador” sea una obra negra poco conocida para los lectores. Lo he dicho ya, pero
insisto, es una obra que hay que leer, háganlo, no se van a arrepentir.
Hasta aquí hemos llegado, si Dios quiere nos veremos por
aquí el próximo lunes. Entretanto cuídense mucho.
Un abrazo.
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