Donde se relata, a cuenta del Día del Libro, la pérdida de once novelas


 

Hoy 23 de abril celebramos el Día Internacional del Libro, una conmemoración internacional promovida por la UNESCO desde el año 1988. Coincide con una celebración tradicional en Cataluña, que en esta fecha celebra el día de Sant Jordi, fecha en la que era tradicional regalar una rosa y comprar libros. Me van a perdonar mi notoria falta de entusiasmo pero de siempre he sostenido que eso de los días dedicados a una causa, salvo honrosísimas excepciones, lo único que señalan es que el motivo que se conmemora en la fechas que se determina está listo de papeles

Tenemos un Día Internacional del Libro que patrocina nada más y nada menos que la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, en España celebramos desde hace mucho tiempo lo del Día del Libro, lo cierto es que en ese día las editoriales y las librerías hacen su particular agosto, venden más ejemplares que en el resto del año, una buena noticia que resulta un mal síntoma, aunque saque de apuros a muchos libreros. Muchas celebraciones, muchos fastos, innumerables fanfarrias, firma de ejemplares, sonrisas, bastantes, incluso muchos compradores, pero ciertamente pocos lectores; pan para hoy hambre para mañana.

Aunque no quiero amargarle la vida a nadie, así que vamos a lo que vamos y les comentaré la obra de un autor de novela negra, aunque quizás fuera más ajustado hablar de un autor de novela negrocriminal, me refiero a Pedro Casals, un escritor  barcelonés, casi de mi quinta, de cuya obra hablaremos hoy, por una de esas casualidades con la que nos sorprende la vida.

Les cuento; allá por los lejanísimos años 80 leí la primera novela de la serie del abogado Salinas, Licinio Salinas, Lic para los amigos. Disfruté de ella, era entretenida, el personaje, un bon vivant de manual, abogado de profesión me pareció original, la trama abordaba asuntos de actualidad y así fue como durante diez años estuve atento a las sucesivas publicaciones de las novelas de Casals. Nada de particular, aunque un mal día un compañero de profesión hablando de lecturas me pidió que le prestara los libros que tuviera de este autor, porque alguien le había dicho que merecía la pena leerlo, así lo hice y le entregué la serie completa exceptuando “Disparando Cocaína”, novela que por lo visto ya había leído.

Les estoy hablando de una serie que consta de doce relatos, así que en un principio pensé que lo lógico era dejarle una novela y cuando me la devolviera darle la siguiente, pero aquel infame me explicó que se iba de permiso y quería la serie completa para así tener lectura para los cuarenta días de vacaciones que iba a disfrutar y yo, bobo de mí, tragué. Como habrán podido adivinar, pese a mis innumerables reclamaciones no volví a ver ninguno de los libros. 

Les decía un poco más arriba que hoy comentaría la obra de este autor por pura casualidad, porque buscando unos libros de Jordi Sierra i Fabra, interesante autor que una de las lectoras de este blog me recomendó que comentara, rebuscando, como les decía, en mi colección de libros - lo de biblioteca me suena demasiado ampuloso – me topé por sorpresa con el ejemplar de “Disparando cocaína” de Pedro Casals, ejemplar que fue el único que se salvó de la desaparición y de inmediato decidí que hoy hablaría de su autor.

Debo confesar que en ocasiones no he comentado aquí a algunos autores porque sus obras se encuentran descatalogadas, pero teniendo presente que hay un mercado importante de venta de libro usado a través de internet, hoy, con el libro de Pedro Casals en las manos, decidí que a partir de la fecha comentaría autores aunque resultara difícil conseguir algún ejemplar de su obra en una librería o plataforma on line. Pretendo escribir sobre los escritores que me parezcan interesantes y si a ustedes les pica la curiosidad y no encuentran su obra en la librería en la que acostumbran a adquirir sus libros o en la plataforma que acostumbren a utilizar,  les aconsejo que entren en la red de redes y allí toparán con lo que antes se conocía como librerías de viejo o podrán localizar plataformas como Iberlibro, que agrupan una inmensa oferta y así podrán adquirirlos; seguramente les van a salir bastante más baratos que los libros que todavía están catalogados y normalmente los ejemplares están usados pero en buen estado de conservación.

Sé de lo que hablo porque cuando me interesa un libro que no puedo adquirir por los métodos habituales, lo busco a través del sistema que les he explicado y normalmente encuentro lo que busco. Otras veces no, pero me parece que si como siempre, hablamos de autores cuya obra está a la venta en los canales de venta normales y a esos comentarios añadimos los de los autores que sufren la descatalogación creo que todos vamos a salir ganando.

Con frecuencia los lectores no tienen la oportunidad de leer aquello que escribieron autores clásicos del género que quizás no se reeditarán jamás y la venta de libro usado les va a dar la oportunidad de poderlo hacer. No he seguido mi propio consejo con las novelas de Pedro Casals porque así puedo acordarme del quinto padre del tipo que se los llevó, en cada ocasión en la que me acuerdo de los libros protagonizados por Lic Salinas, tal y como sucede hoy. 

He “perdido” muchos libros, muchísimos diría yo, pero tengo la suerte de no acordarme de los nombres de quiénes se los apropiaron, pero de este sí me acuerdo y mientras tenga un hálito de vida, de vez en cuando, cuando se me venga a la cabeza - tal como vienen a la mente estas cosas - el latrocinio y sus consecuencias, y recuerde la estupidez que cometí aquel funesto día, me daré el regalado gusto de acordarme de los malditos cinco padres del tipo que me levantó la colección.

Resulta que a cuenta de mi desahogo me he ido del tema y ya no me da el espacio para hablar de Pedro Casals y su protagonista, el abogado Lic Salinas, lo vamos a dejar para la próxima vez que nos encontremos aquí, que espero que sea el próximo lunes si Dios quiere, día en el que - palabrita del Niño Jesús - les comentaré lo que hoy se me queda en el tintero por liarme a explicar lo que quizás no haya sido de su interés, por lo que les ruego me excusen. Cuídense mucho

Un abrazo

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