La agresión homófoba que no fue
A diario contemplamos como los que se reputan
constantemente como defensores de la libertad y la democracia, son incapaces de
aceptar todo aquello que se separe, aunque sea solamente una micra, del dogma
progresista, mostrando así la absoluta incoherencia de sus principios; porque
la libertad lo es para todos o no es libertad. A la zurda le interesa que la
reacción ante la opinión de cualquiera que se atreva disentir sea lo más
violenta posible. Siendo esta la situación, muchísimos compatriotas ante el
penoso panorama social que observan prefieren guardar un prudente silencio, que
es lo que en definitiva pretende la izquierda: Si no piensas como ellos, vete
preparando porque todo llega, pero mientras tanto guarda silencio.
Dicho lo dicho quiero dejar tres cosas bien claras. En
primer lugar me alegra infinito que la supuesta agresión homófoba haya sido
simplemente la mentira de una persona que pretendía ocultar un hecho incómodo y me alegro
de que no sucediera porque me repugnan las agresiones. En ese sentido quede
bien claro que estoy en contra de cualquier tipo de violencia, venga de donde venga
y finalmente afirmo rotundamente que España no es un país homófobo, cierto
es que se producen agresiones homófobas, pero son excepcionales.
Conste que me parece muy grave que el relato resultara al
final un cuento. Las denuncias falsas son un problema que afecta
gravemente a nuestra sociedad; por lo tanto denunciar en falso me parece una
canallada de primer orden, aunque en el contexto de estos últimos días me
parece lo menos grave de lo que ha sucedido.
Lo que resulta inaceptable es la reacción del Gobierno cuyo
presidente en cuanto la noticia saltó a los medios - creo que fue Público el
primero en darla - tomó por la calle de en medio y convocó incontinenti, de
urgencia para entendernos, a la Comisión contra los delitos de odio, una medida
que la más elemental prudencia hubiera aconsejado adoptar cuando hubiera sabido qué es lo
que tenía que decir al respecto la policía, la que por cierto y para que conste, desde el primer momento abrigaba dudas sobre el relato de la víctima.
Pero a nadie parecía interesarle la verdad, ahí está para
demostrarlo el ministro Marlaska que salió a los medios a condenar el hecho,
del que dudaban sus policías y cargar la responsabilidad de las agresiones
homófobas a los discursos de la derecha a la que no dudó de tildar de homofóbica.
Cabía esperar que automáticamente la infraestructura con la
que cuenta la izquierda en las redes sociales comenzara a disparatar sobre el
asunto, lo de las redes sociales se ha convertido en un sumidero repugnante en el
que cualquier barbaridad zurda tiene cabida, cierto es que la derecha también
barbariza, pero para corregirla ahí están los censores de Facebook o Twitter
que bloquean cuentas y mensajes a una velocidad sorprendente. En España vivimos
una situación terrible, en nuestro país no es importante lo que se dice, lo que
importa realmente es quien lo dice.
Como digo, cabía esperar la reacción violenta de la zurda que
chapotea a diario en el fango de las redes sociales, pero francamente creo que
cabe exigir al Gobierno del Reino de España que tenga más inteligencia y
mesura para tratar estos temas, porque se pusieron estupendos y acusaron a la
derecha de todos los males que nos aquejan;
Desde el gobierno se está utilizando a los homosexuales
para perjudicar a la derecha. No hay nada que los detenga, ni siquiera la verdad
y así vivirán con normalidad el disparate que supone que la manifestación convocada para condenar la agresión siga en marcha y se lleve a cabo
este sábado.
Están empeñados en convencernos de que España es un país homófobo
y que lo es precisamente por culpa de la derecha. En esa acusación cabe mucha gente, los que
dicen ser progresistas echan la vista atrás y se remontan hasta Caín, que como
todo el mundo sabe era de extrema derecha y por eso asesinó a su progresista
hermano Abel. Lamentablemente hay que reconocer que por ahora van ganando, mucha
gente de bien en cuanto surge el tema se apresuran a aceptar, al menos en parte, la postura oficial.
Claro que esos ciudadanos ignoran, porque al Gobierno así le
interesa, que España está en la parte alta de la clasificación de los países en
los que mejor está asumido el asunto de la homosexualidad. Es más, ocupamos el
primer lugar en Europa con respecto al % de padres que declaran asumirían con
naturalidad el que sus hijos salieran del armario. Esa es una realidad estadística
que no pueden refutar, pero ahí están los medios de comunicación para ocultar
estos extremos o los estómagos agradecidos como Jorge Javier Vázquez que declaró
estar harto de vivir intranquilo a cuenta de su condición de homosexual, lo que
resulta una mentira tan transparente que ni siquiera merece contestación.
Esto es lo que me parece gravísimo, por un lado el incansable trabajo del presente gobierno para dividir a nuestra sociedad, utilizando para ello todos los medios a su alcance y el empeño que ponen en amordazar a los que no opinan como ellos. Así no podemos seguir, hay que hacer frente a la mentira con la verdad y señalar a los que son los responsables del odio que insidiosamente comienza a permear nuestra sociedad. De siempre la izquierda se ha movido mejor en escenarios en los que se produjeran enfrentamientos, recuerden a ZP diciéndole por lo bajini a Gabilondo “nos conviene que haya tensión”. No dejemos que nos conduzcan mansamente hasta donde quieren llevarnos, porque de permitirlo nos vamos a arrepentir.
Supongo que les habrá sorprendido el tema de hoy, les ruego que tengan en cuenta que en esta página, debajo justo de Al sol de Fuerteventura, se puede leer una frase que pretende explicar de qué va el blog, que reza así: "Cajón de sastre en el que quiero guardar mis comentarios sobre novela negra, gastronomía, mis libros y vaya uno a saber".
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