Explicando que es gerundio...
Debo reconocer que en algunas ocasiones, cuando pretendo dar alguna explicación no
consigo hacerlo tal y como se supone que debe hacerse. Unas veces, porque parece
que eso de explicarme me costara dinero y tiendo en ser bastante avaro en la
tarea y en otras ocasiones porque doy por supuestas muchas cosas y entonces, aquellos a quienes van dirigidas esas explicaciones tan vacías de
información, como es natural no se enteran de la misa la media.
Viene a cuenta el proemio porque de las opiniones que me
han expresado algunos de mis pacientes lectores, resulta que lo que yo creía que había dejado
más que claro, cristalino, resulta que desgraciadamente tendía a
confuso. Alguno de ustedes me comentó que no le parecía demasiado lógico que
en poco más de una semana hablara dos veces del mismo autor; concretamente mi
corresponsal se refería a Camilo José Cela. Hasta ese momento pensaba que el
sistema de publicación que estaba empleando en el blog desde el pasado 16 de septiembre había quedado lo
bastante claro y no era así. Fundamentalmente porque repasando textos me di cuenta de que no había explicado lo que estaba
haciendo, al menos en las páginas de este blog, probablemente lo hiciera en Facebook, pero está claro que esa medida resulta a todas luces absolutamente
insuficiente.
Así que explicando que es gerundio. Aunque puesto a dar
explicaciones deba decir que el título de la presente entrada es una suerte de
homenaje al señor Marina mi profesor de Lengua en el segundo curso de bachillerato
que fue el último que cursé en el colegio de los Escolapios de Balmes, que
tenía la manía de utilizar la frase “que es gerundio” como forma coloquial para
incitar a ejecutar rápidamente lo expresado por el verbo anterior y que
remataba redondeando con el participio del mismo verbo aclarando cual era el
tiempo verbal que utilizaba. Como se trata de dar explicaciones pondré un
ejemplo: Diría el
señor Marina, a quien Dios tenga en su Gloria, “Explicando que es gerundio y
explicado que es participio…".
Lo decía con una voz que recuerdo muy bien porque en cada clase de Lengua nos dictaba unos párrafos del Quijote y le recuerdo leyéndonos, con una dicción muy cuidada y a un ritmo más bien lento, muy apropiado; el texto de D. Miguel de Cervantes que era más bien complicado
para niños de nuestra edad. Lo del dictado era una prueba que me
iba muy bien, cada dictado me suponía un 10, lo que solo alcanzábamos un tal
Calvo y un servidor, es decir dos de los cincuenta alumnos – en aquellos tiempos nadie había inventado todavía el concepto tan
actual de la ratio – que sufríamos las especiales características de aquel
bachillerato, con un nivel de exigencia que todavía me molesta cuando
lo recuerdo. La verdad es que lo pasé bastante mal, tanto en el segundo, como en
el tercer y cuarto curso de bachillerato y eso que los cursé en tres colegios
distintos. Después, creo que el que cambió fui yo y no el bachillerato, ni el nivel de
exigencia, y mágicamente el bachillerato superior y el Preu fueron ya otra cosa.
Siguiendo mis malas costumbres, me estoy saliendo del
tema y como me descuide me voy a salir hasta del mapa, así que vamos a lo que vamos. Desde el día 16 de septiembre cambié, si bien
advierto que de forma temporal, el sistema de publicación que seguía hasta esa fecha. Había
estado escribiendo sobre novela negra y sus autores y creí que había llegado el
momento de cambiar de tema, así que me acordé de que durante diez años había
estado presentando en una televisión de la isla de Fuerteventura un programa
que se llamaba “Solo Libros” en el que semanalmente durante una hora hablaba
sobre libros y su lectura y como tengo archivados los textos que escribí durante
ocho de las diez temporadas, decidí que sería bueno recordar aquí alguno de los libros que comenté
por aquel entonces.
Quiero aclarar que en Solo Libros normalmente hablaba sobre
novedades editoriales, pero de vez en cuando incluía otro tipo de libros en lo que di en llamar
secciones. Una de ellas era la que titulé como “El reestreno preferente” en la que
hablaba de novelas que habían tenido un gran éxito en su momento y que al cabo
de los años estaban bastante olvidadas, uno de esos textos, por poner un
ejemplo, fue “La Colmena”.
Siguiendo la filosofía de “El reestreno preferente”, decidí escribir
en este blog sobre aquellos libros que comenté en su momento y que tuvieron y
tienen todavía una importancia reseñable. Mis comentarios de hoy, como los del
pasado, iban en dos direcciones, hablaba para aquellos que por
cualquier motivo no hubieran leído el libro y también para los que lo hubieran leído, a los que aconsejaba una relectura, un ejercicio que tiene muy
mala prensa pero que yo a pesar de ello recomiendo con empeño. Si ustedes leyeron en su momento algún libro de los que ahora comento, les recomiendo que lo relean, les va a
sorprender muy positivamente la experiencia.
Cuando usted vuelve a leer un libro que leyó, igual hace veinte años, el texto le va a parecer distinto, va a percibir una serie de detalles y matices que no advirtió en la primera lectura y eso sucede porque quien realmente consigue que un relato pase de ser una serie de frases colocadas con mejor o peor fortuna a un elemento con vida propia, es el lector y usted hoy no es la misma persona que era hace más de veinte años. Por lo tanto muy probablemente su experiencia vital enriquecerá el texto o como poco su percepción será distinta.
Esto de la relectura es algo parecido a lo de Heráclito, ya
saben aquel griego que con razón sostenía que nadie puede bañarse dos veces en
el mismo río, porque el río fluye y por tanto no es el mismo.
Así que ya saben, no repito autores, comento textos aunque
hable naturalmente de su autor. Decidí seguir el orden cronológico que utilicé cuando
grabé aquellos programas y así lo hago. De hecho todo esto que he escrito es
para justificar que hoy iba a escribir sobre “El nombre de la Rosa” de Umberto Eco,
autor del que hace poco comenté “La misteriosa llama de la reina Loana” y para
evitar comentarios les he explicado, creo que medianamente, que rima
con meridianamente, pero que desgraciadamente nada tiene que ver con mi capacidad
para explicarme, cuál es el sistema que sigo, que espero les resulte
soportable y sobre todo comprensible.
Hasta aquí hemos llegado, espero que si Dios quiere nos
encontremos por aquí el próximo jueves. Cuídense mucho.
Un abrazo.
Como probablemente sepan ustedes he publicado una novela negra "Al madero no le gusta la ropa vieja" cuyo escenario es Fuerteventura y su capital, Puerto del Rosario. Sus protagonistas, dos guardiaciviles que investigarán un homicidio. Por si estuvieran interesados en adquirir un ejemplar aquí les dejo el enlace que les permitirá hacerlo. ¡Feliz lectura!
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