"Riña de Gatos" La obra con la que ganó el Planeta Eduardo Mendoza.
En aquella Facultad de Derecho de Barcelona de mitad de los años
sesenta estudiaba Eduardo Mendoza que mantenía como es natural una relación de
amistad con mucha gente, entre ellos con dos compañeros que en aquellos
tiempos - bendita pero imprudente juventud - presumían de ser muy “leídos y
escribidos” y un día en una charla en la cafetería de la facultad en la que
estaba presente Mendoza, uno de los “leídos”, hablando de un escritor afirmó
“es tan malo que le han dado el Planeta”, ocurrencia que fue festejada por
alguno de los contertulios; así que cuando le concedieron el Planeta a Eduardo
Mendoza, de manera automática recordé la boutade de aquel compañero.
Por eso decidí comentar el Premio Planeta de Mendoza; dejando de lado la historieta, creo que será bueno que
conozcamos, aunque sea por encima, la biografía de este barcelonés. Eduardo
Mendoza nació en Barcelona en el año 1943 y allí cursó, tras finalizar el
bachillerato en los Hermanos Maristas, la carrera de Derecho en
los años sesenta. Licenciado en Derecho, tras obtener una beca en Londres vuelve a Barcelona para
trabajar en la asesoría jurídica de una entidad bancaria hasta el año 1973 fecha en la que viaja a Nueva York para trabajar como intérprete de la ONU. Estando allí,
en el año 1975, publica su primera novela “La verdad sobre el caso Savolta” que
tiene gran aceptación y en ese preciso momento comienza su carrera como escritor.
Como ya he dicho en el año 2010 gana el Planeta y en una de
las muchas entrevistas que concedió al respecto decía que “Riña de Gatos.
Madrid 1936 “debe mucho, aunque no literariamente, a la novela
"Soldados de Salamina", de Javier Cercas, porque supuso un cambio de
partitura ante la Guerra Civil española y porque fue uno de los primeros libros
que inaugura una etapa de literatura sobre la Guerra Civil".
Afirmaba también que de acuerdo con su criterio el
protagonista de esta novela tenía que ser inglés y no suizo, alemán o ruso. Debía ser un
hombre ayuno de ideología política, aunque muy conservador por principios, en
definitiva un personaje muy común en la sociedad inglesa de los 30 y al que
tras declararse neutral todos tratan de convencer de lo justo y lo acertado de
su postura, por otra parte señalaba que de hecho el relato de la Guerra Civil
nada sería sin la intervención de tanto hispanista británico que escribieron sobre
ella.
Estando de acuerdo con lo que decía Eduardo Mendoza,
probablemente aclare mucho esa preferencia si los que no lo conocen saben por
mi boca que Eduardo Mendoza siempre ha tenido un aspecto e incluso algunas
maneras muy británicas. Lo hablaba hace ya tiempo con mi hermana que es vecina
de escalera de la suya y hasta la hermana, a lo que se ve, tiene ese aspecto
británico.
Veamos que cuenta nuestro autor en “Riña de Gatos. Madrid 1936”. Al comienzo de la novela asistiremos a la llegada a Madrid un poco antes del comienzo de nuestra Guerra Civil, de un ciudadanos británico que trabaja como tasador de obras de arte que acude a la capital para tasar un cuadro del Siglo de Oro propiedad de un aristócrata español. Durante su estancia en nuestro país se va a ver envuelto en una serie de vicisitudes bastante complicadas y conocerá a un buen número de personajes históricos, como es el caso de José Antonio Primo de Rivera.
El británico se integra en la vida familiar del duque
propietario del misterioso cuadro que deberá tasar. Mendoza describe a la
perfección el turbio ambiente prebélico del momento. Las dos Españas, el clima
de violencia y el papel de la Falange de José Antonio Primo de Rivera en aquel
momento histórico. Es cierto que algunas de sus descripciones pueden parecer
demasiado básicas, pero el autor parece haberse asegurado de que le entienda
cualquier lector, por poco que sepa sobre la historia de España.
Las aventuras del tasador nos llevarán a conocer los
entresijos de la Dirección General de Seguridad en manos de militares,
republicanos naturalmente, y nos pondrá en contacto con los servicios de
inteligencia británicos, pero también conoceremos el ambiente de la sede de
Falange Española, las tascas madrileñas, el ambiente del Hotel Palace, etc.
etc.
Historias de amor, de política, los servicios soviéticos en
acción, la vida de los madrileños, todo está contado con ritmo y precisión y
con la aplicación del peculiar sentido del humor de nuestro autor. Como es
habitual, Mendoza se emplea a fondo con algunos nombres de personajes bastante
descriptivos, como en el caso del estoico teniente coronel "Gumersindo
Marranón”, una costumbre supuestamente humorística que a mí no me gusta nada
Tengo que decir, porque es cierto, que tras la lectura de las
tres novelas que publicó antes de esta, “El último trayecto de Horacio Dos”, “Mauricio
o las elecciones primarias” o "El asombroso viaje de Pomponio Flato” que a
mí me parecieron flojillas y muy alejadas de sus grandes trabajos, como
"El misterio de la cripta embrujada" o "La ciudad de los
prodigios", Eduardo Mendoza me había desencantado. Parecía practicar el
paradigma que describe ese viejo dicho de cría fama y échate a dormir, lo
cierto es que la presente novela sin estar a la altura de sus mejores obras, si
ha recuperado gran parte de su pulso narrativo, la capacidad para generar ficción
y describir y crear de la nada de personajes que siempre habían adornado las
obras primeras del autor.
Además a lo largo del relato hay una serie de cuestiones
relacionadas con el pintor Diego de Velázquez, su obra y la sociedad en la que
vivió que merecen un aplauso por lo brillante. La creación de personajes, salvo
al principio en que parece que la tentación por lo paródico va a superar al
ingenio del autor, está francamente bien.
La familia del duque, la personalidad de las dos hijas del
noble y el entorno en el que se mueven están enriquecidos por una serie de
anécdotas en las que aparecen, dentro de la ficción, personajes históricos como
puedan ser Franco, el general Mola o el propio Azaña. Eduardo Mendoza nos
describe una serie de acciones y teoriza sobre la actuación del servicio de
inteligencia británico que bien pudieran ser ciertas, pero si no lo son, sí les
son de aplicación aquello de que se non è vero, è ben trovato, y sobre
todo nos da una explicación de la detención de José Antonio, que no deja de ser
original aunque pudiera ser absolutamente falsa.
Así que creo que el libro sin ser una de sus mejores obras
si realmente da un nivel más que aceptable. Muy bien documentado, el ingenio de
Mendoza crea una trama complicada, que enreda y atrapa al lector, un trama que
bebe a veces de las viejas novelas costumbristas, hijas del realismo, pero
también del siempre eficaz vaudeville.
Así que recomiendo su lectura a todos ustedes, espero,
aunque conociéndolo no creo que resulte fácil que aquel “leído y escribido” que
soltó la patochada que les he contado se diera cuenta ya en el 2010 del poco
fundamento de su afirmación. Me extrañaría porque ya se sabe que rectificar es
de sabios y él no lo es.
Hasta aquí hemos llegado, espero que si Dios quiere nos
volvamos a encontrar por aquí el próximo jueves. Cuídense mucho.
Un abrazo.
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