"Caligrafía de los sueños", la novela más autobiográfica de Juan Marsé
Juan Marsé nació en Barcelona el 8 de enero de 1933 y murió
en la Ciudad Condal el 18 de julio de 2020. Fue un novelista español de la
llamada generación del 50, concretamente de la denominada Escuela de Barcelona,
corriente que involucraba a sus amigos Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Juan
García Hortelano, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo, Terenci Moix y
Eduardo Mendoza. También fue un autor ignorado y maltratado por las autoridades
culturales de la Generalitat que no le perdonaban el que escribiera en
castellano. Para los berzas de los independentistas los autores que escriben en
castellano no pueden ser considerados catalanes. Por eso y porque Marsé coloca
sus relatos en una Barcelona que ya no existe, pero que sí conocí, es por lo que
quería que el barcelonés apareciera por este blog.
Creo que ustedes y yo sabemos que existe un tipo de
literatura que tras unas formas exquisitas, con una arquitectura literaria
extraordinariamente bien desarrollada, escritas con un estilo magnífico, al
final no ofrecen nada real. Lo que se cuenta se cuenta muy bien, pero no hay
pulso, no hay vida en la ficción que se nos describe. Pues justamente lo
contrario es lo que van a encontrar ustedes en la lectura de “Caligrafía de los
sueños”. Un relato pleno de vida en la que los personajes están tan vivos y
perceptibles como nuestros vecinos o amigos. Un relato en la que la vida
trasciende de las páginas de la narración hasta la percepción del lector.
Juan Marsé nació en Barcelona, como Ringo, el protagonista
de esta novela. Como él fue un niño adoptado gracias al azar que
quiso ser pianista y tuvo que renunciar a su vocación por falta de medios. Su
madre al igual que la de Ringo se llamaba Berta y Juan terminó trabajando como
aprendiz en un taller de joyería, mientras dedicaba su tiempo libre a la
lectura. El propio autor nos explica que en aquella época leía todo lo que caía
en sus manos, aunque los escritores que más huella dejaron en el joven fueron
Julio Verne, Dostoievski y Balzac.
Los relatos de Juan Marsé desde sus primeras obras estuvieron muy pegados a la realidad que le tocó vivir tal y como resulta en este relato, publicado por la Editorial Lumen en el año 2011, en el que sigue presente su viejo barrio, que utiliza como marco geográfico para reelaborar sus recuerdos de infancia y adolescencia. Esta es una obra con una gran carga autobiográfica por lo que el papel protagonista en la narración lo desempeña el propio Marsé en un doble papel, por un lado el de narrador y por otro el de protagonista del relato. Y en esa doble actuación utiliza la fantasía arrolladora de la que él también disfrutó a lo largo de su vida para combinar esos elementos fantásticos con la triste realidad circundante.
Nos presenta la Barcelona de la
posguerra cuyo pulso late en la miseria, en el miedo y en las historias clandestinas
o historias que no terminan de entenderse si no se relacionan con la
odisea de los perdedores que no se resignan a sufrir su triste condición. El
chaval, el narrador, Ringo afirma: “Mi nombre es Domingo, muñeca, pero de
pequeño me quitaron el do, la primera nota de la escala musical, y se quedó en
Mingo, que no me gusta nada. Nombre mutilado, como mi dedo. Me quitaron la nota
musical, pero yo cambié la letra, una sola, y desde entonces hay que buscarme
por las praderas de Arizona, lejos de este cochino barrio…” Un párrafo que deja claro que en el balance de las vivencias cotidianas del chico pesa mucho más lo
imaginado que lo vivido.
Y acompañando a Ringo están los otros personajes de ese barrio de
Gracia donde está situada la trama, el barrio que no deja de ser el de Marsé,
del que nunca ha salido en su vida literaria y donde, en realidad, discurre la
historia del mundo, lugar en el que se reúnen todas las ilusiones y desventuras de los
pobladores de cualquier rincón del orbe conocido. Su vecina Violeta, a la que
su madre está empeñada en juntar con Ringo, mientras ella misma, la señora Mir,
vive la espera imposible de su amor por el señor Alonso, su desesperación
alcanza momentos tan dramáticos como cuando decide suicidarse tumbándose en las
vías del tranvía; unas vías por las que ya no se va ni se viene a ningún sitio y por las
que ya no pasa ningún tranvía.
Su madre; el Matarratas, que se la juega llevando
mensajes clandestinos mientras trafica ilegalmente, también está Paqui la mujer
que atiende la bodega en la que Ringo mata el tiempo, leyendo y contemplando
atentamente lo que sucede a su alrededor. Personajes literarios convertidos en
personas de carne y hueso gracias al relato de Marsé, gentes pertenecientes
al grupo de los vencidos que han visto desvanecerse sus sueños y que buscan
encontrar algo que los vuelva a ilusionar. Gente con sus defectos y virtudes,
ahí está el personaje del que ya he hablado Pep el Matarratas, enfadado con el
mundo, un pequeño delincuente pero que trabaja en secreto intentando cambiar la
situación y que al final se ve obligado a desaparecer cuando las autoridades
descubren sus actividades.
En definitiva, nos vamos a encontrar con el formidable Marsé de siempre. Narrador
impecable que maneja adjetivos singulares que acopla con una perfección
asombrosa exactamente en el lugar que corresponde. "Caligrafía
de los sueños" puede ser contemplada como una "historia de
amor" que, como todas las historias de amor, tiene siempre el mismo
objetivo: "la búsqueda de la felicidad y la capacidad de perdón -ha
dicho Marsé-, en el sentido más elemental cívico".
Un relato en el que por vez primera Juan Marsé trata un
tema muy íntimo y personal, me refiero a la adopción. Él fue adoptado pero
hasta este momento jamás había comentado el tema, quizás fuera su ya provecta
edad la que le empujara a convertir en literatura su vivencia más íntima. “Caligrafía
de los sueños” es una novela de la que el propio autor manifiesta que es una
suerte de recopilación de todas las antes había escrito. Ciertamente “Caligrafía de los sueños” comparte con ellas el entorno, el tipo de personajes, las anécdotas, pero la carga autobiográfica que se da en este relato no se aprecia en el resto
de sus novelas.
Curiosamente el autor planeaba escribir la novela como un
ajuste de cuentas con la industria cinematográfica con la que siempre se ha
sentido molesto por el mal trato que dieron a alguna de sus novelas que
fueron llevadas al cine. Pero por fin desistió de esa idea y continuó con su
línea narrativa habitual, por lo que volveremos a encontrarnos con esa defensa
que hace Marsé de lo inventado frente a lo sucedido. Nuestro autor está
convencido que lo imaginado puede tener, en muchas ocasiones, más crédito que
lo supuestamente real y desde luego defiende que la imaginación es el recurso
que permite al ser humano hacer frente a los reveses de la vida.
Después de leer esta novela creo que muchos opinarán conmigo
que cuando la imaginación raya a la altura de la que Marsé utiliza en sus relatos,
ésta tiene mayor importancia que lo real; lo imaginado, en ocasiones, tiene
una presencia más importante en nuestra vida que lo que realmente ocurrió. Y
así Marsé traslada al lector a su mundo, que no por imaginado es menos real y a
través de lo que suponemos fueron sus experiencias nos lleva a una realidad que
ya no existe y que a lo mejor tampoco existió tal y como nos la cuenta el autor,
pero eso no va a tener importancia alguna porque los lectores vamos a
sentir como reales a sus personajes y a su particular entorno social.
Una buena novela de Marsé, personalmente recomiendo su lectura. Hasta aquí hemos llegado, espero que nos veamos por aquí el próximo martes. Hasta entonces cuídense mucho.
Un abrazo.
Como probablemente sepan ustedes he publicado una novela negra "Al madero no le gusta la ropa vieja" cuyo escenario es Fuerteventura y su capital, Puerto del Rosario. Sus protagonistas, dos guardiaciviles que investigarán un homicidio. Por si estuvieran interesados en adquirir un ejemplar aquí les dejo el enlace que les permitirá hacerlo. ¡Feliz lectura!
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