"El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas". Haruki Murakami en estado puro.
Hoy quiero comentar para ustedes la novela de Haruki
Murakami titulada “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas” una
novela que escribió en 1985 dos años antes que “Norwegian Wood” (Tokio Blues)
la novela que le proporcionó su primer gran éxito internacional que Tusquets
Editores publicó en España en 2005, mientras que el relato que hoy vamos a
comentar fue publicado en nuestro país en noviembre de 2009. Así fue como los
españoles conocimos antes a Tokio Blues que a este relato, cosas la industria
editorial.
En 1987 con el enorme éxito de su novela Norwegian Wood a
sus espaldas, Murakami abandonó Japón para vivir en Europa y América, pero regresó a
Japón en 1995 tras el terremoto de Kobe - ciudad en la que pasó su infancia - y
el ataque de gas sarín que la una secta perpetró en el metro de Tokio. Más
tarde nuestro autor escribiría sobre ambos sucesos.
Antes de continuar quiero hacer constar que soy un gran
admirador de la obra de Murakami, por tanto aunque pretendo ser lo más objetivo
posible, sí quiero que a ustedes les conste esta admiración que siento por un
autor que resulta inquietante y curioso. Por una parte se aprecia en la obra de
Murakami una importante influencia de autores occidentales. Y por otro lado muchas
veces me parece que el aspecto onírico de lo que nos describe en ese empeño de
transformar una novela en una sucesión de caminos que se van bifurcando y
entrelazándose a lo largo de sus narraciones, así como las descripciones de una
serie de escenarios frecuentemente desoladores tiene una clara influencia de la
literatura japonesa,
Independientemente de esta reflexión, una de las influencias
más visibles en la obra de Murakami es la de Franz Kafka, muchos críticos
especializados están de acuerdo en que la obra de Kafka es una obra abierta.
Se han hecho multitud de interpretaciones de sus obras y probablemente todas
tengan algo de cierto, pero también creo que no han agotado las posibilidades de analizar su obra. Por eso digo que es una obra abierta, como lo es la obra
de Haruki Murakami, un admirador de Kafka. A lo largo de sus narraciones
Murakami lanza una serie de interrogantes, a los que muchas veces no da
respuesta, por tanto deja esa labor al lector y esos interrogantes en ocasiones
son la puerta que nos permite alcanzar unos mundos extraños, hasta oníricos, como les
decía hace unos momentos.
Murakami no explica, sugiere. Nos coloca ante unos mundos
extraños sujetos a la interpretación que cada uno de nosotros queramos hacer.
Tiene la capacidad bastante para sugerirnos el camino, de hecho creo yo que lo
que hace es inquietar a sus lectores y a través de esa inquietud llevarlos al terreno de la reflexión.
En “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”,
se aventura en cierta medida, en los terrenos de la ficción especulativa,
aunque más justo sería decir que introduce elementos de ciencia ficción en un
mundo muy Murakami, pletórico de referencias a la cultura occidental, de
sucesos extraños, de puertas abiertas a otras dimensiones … etc., etc.
¿Qué nos cuenta Murakami en esta novela?, pues el autor a
través del recurso literario de utilizar dos líneas narrativas que
presuntamente no tienen nada que ver y que podremos leer alternadas a lo largo
de los capítulos de su novela, nos va a enfrentar a un mundo que tiene mucho que ver con la ciencia ficción y el ciberpunk, pero también con la buena literatura. En una
de esas líneas narrativas independientes, el escenario en el que van a suceder
los hechos que componen esa narración es Tokio, un Tokio probablemente situado
en el futuro. En su subsuelo se extiende un mundo subterráneo poblado por
temibles criaturas, los tinieblos, que quizás simplemente sean pesadillas.
Mientras que en el mundo exterior viven dos grupos, el
Sistema y la Factoría, que mantienen una lucha durísima. Protagonizan un duelo
en el que unos intentan guardar en sus cerebros una serie de datos y los otros
pretenden apropiarse de ellos a cualquier precio. Aunque Murakami deja abierta
otra interpretación, no sería imposible que ambas organizaciones en lo más alto
de sus respectivas cúpulas fueran lo mismo. En ese Tokio un calculador resulta
reclamado para ejerza sus habilidades. El calculador inicia un viaje en un
ascensor que lo transporta a un lugar desconocido en el que una joven lo
conduce hasta una cascada
Allí conoce al anciano abuelo de la joven, un brillante
científico que estudia los sonidos emitidos por los cráneos en un laboratorio
secreto y a salvo tanto de los semióticos como de los tinieblos. Lo han convocado,
supuestamente, para cifrar unos datos. La disposición especial de sus
hemisferios cerebrales le permiten al calculador “lavarlos” sin que sea posible
reconstruir los originales. Al salir, recibe un regalo, el cráneo de un
unicornio.
La otra línea narrativa es la "del fin del mundo”, un
lugar que parece existir en un espacio intemporal. Un hombre que sufre de
amnesia llega a una ciudad desconocida totalmente fortificada, para entrar debe
renunciar a su sombra, que sólo podrá recuperar al abandonar la amurallada
urbe. Una vez en el interior le practican una operación en los ojos que lo
convierte en un lector de sueños. Unos sueños que están archivados en los
cráneos de los unicornios que se encuentran almacenados en una gran biblioteca.
El protagonista de “El despiadado país de las maravillas” de
vuelta a su apartamento en Tokio se siente perseguido. ¿Fue por algo que hizo el
científico? ¿Qué importancia tiene ese cráneo misterioso? ¿Quién le persigue?
¿Los semióticos? ¿O una tercera organización desconocida?
En “el fin del mundo”, el hombre intenta adaptarse a la
peculiar vida en la ciudad. El jefe del lugar parece ser un extraño guardián,
cuyo poder es incontestable. Poco a poco recibe noticias de que en los bosques
que rodean a la población viven gentes que todavía conservan el corazón. Aunque
no puede moverse con libertad porque la operación ocular le limita la visión, decide
intentar la fuga. Su cómplice en esa aventura resulta ser su sombra, que le
indica lo que debe reunir para intentar huir de la ciudad de la que nadie, ni
siquiera él, puede salir.
“El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas” es
una novela asombrosamente ambiciosa con una extraordinaria sucesión de detalles y
metáforas engarzadas que examinan, delimitan y exploran un único tema que se
divide en muchos para volver a converger al final.
Yo la recomiendo sin ningún género de dudas, van a
encontrarse con un Murakami en estado puro, la música, citas literarias, la
comida y el sexo tienen la misma importancia que en el resto de su obra. Para
los que gusten del peculiar estilo de Murakami esta novela constituirá un
auténtico regalo.
Hasta aquí hemos llegado, espero que si Dios quiere volvamos a encontrarnos por aquí el próximo martes día 19 de abril. Hasta ese momento cuídense mucho.
Un abrazo.
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