"Cosas que ya no existen" una magnífica obra de Cristina Fernández Cubas
Llevaba bastante tiempo con ganas de comentarles el libro de
Cristina Fernández Cubas que lleva por título “Cosas que ya no existen”. Una
magnífica obra de relato corto de una de las maestras del género en España. Ya
he comentado aquí alguna obra de la autora, reconozco que mi afición por el
relato corto tiene mucho que ver con su presencia en el blog, pero
fundamentalmente en el motivo de mi decisión pesa mucho más la admirable calidad
literaria de Cristina Fernández Cubas, que mi afición por el cuento o el hecho
de que la conociera hace muchísimos años y fuéramos amigos y compañeros.
Cristina Fernández Cubas nació en Arenys de Mar, una población
costera de la provincia de Barcelona en el año 1945. Desde muy joven ejerció
como periodista, viajó mucho, vivió dos años en Sudamérica y también residió en
Egipto circunstancia que le permitió aprender el árabe. Es autora de siete
libros de relatos cortos: “Mi hermana Elba”, “Los altillos de Brumal”, “El ángulo del
horror”, “Con Agatha en Estambul”, “Parientes pobres del diablo”, El vendedor
de sombras. El viaje” y “La habitación de Nona” con la que ganó en el año 2016
el Premio Nacional de Narrativa. A estas obras hay que añadir tres novelas: “El
año de gracia”, “El columpio” y “La puerta entreabierta”.
Su capacidad literaria y su versatilidad le permitieron
escribir una obra de teatro “Hermanas de sangre”, una biografía de Emilia Pardo
Bazán, alguna incursión en el género infantil y la obra que hoy comentamos, un
originalísimo libro de memorias narradas, “Cosas que ya no existen”, que le
editó primero Lumen y después Tusquets Editores. La obra de Cristina Fernández
Cubas en su conjunto ha recibido un caluroso tratamiento por parte de la
crítica y del público y configuran uno de los universos literarios más
singulares de la literatura contemporánea. Su obra está traducida a diez
idiomas.
“Cosas que ya no existen”, es una narración que está a medio
camino entre la realidad y la ficción; quizás se podría decir
que es una suerte de autobiografía novelada, pero sea lo que sea lo
cierto es que fue recibida con entusiasmo por público y crítica. Quizás
a los lectores habituales de Cristina Fernández Cubas que conocen bien su universo literario pueda sorprenderles que en esta obra, en este mundo literario que se
nos propone compuesto de atmósferas tensas y extrañas, aflore una impronta
autobiográfica, pero no por ello menos inclinado a contagiarnos con la materia
de lo irreal, de lo inventado, casi al borde de la ensoñación. Esta obra
pudiera considerarse como un inventario literal, de cosas, sucesos, personajes
que pudieron existir como se nos relata o no y que en todo caso han dejado ya de
ser.
De hecho, en muchos tramos de este intenso inventario de
cosas que ya no existen, la autora se muestra vacilante a la hora de asignar lo
narrado a una realidad pasada, a los sueños o incluso a esas películas que
pudo ver entonces o en el más cercano presente. Impregna el relato una sensación
de tiempo perdido, irrecuperable pero no por ello desperdiciado. Hay momentos en que su
lectura parece teñida de esa encendida discusión entre lo que la memoria recupera,
oculta o tergiversa. Pero sea como sea que lo consideren este libro formará
parte indiscutible de la más exigente literatura española de los últimos años.
Hay que subrayar la habilidad de Cristina para crear una
unidad narrativa, mediante un relato fragmentado por definición y que utiliza
como escenario en el que desarrolla sus relatos dos mundos opuestos. Por una
parte el mundo cerrado de su vida doméstica en la casa de su infancia y
juventud y por otra el mundo abierto de sus viajes y experiencias. Las cosas
ocurrieron y siguen ocurriendo, el mundo infantil está lejos en el tiempo y sin
embargo la escritora mantiene el mismo candor y la misma capacidad de rebeldía para
ver el lado melancólico y el lado pintoresco de las cosas y también el más sórdido y el
más dramático.
La escritora hace fácil la difícil convivencia de las sombras y la
claridad, las aventuras de su memoria que hace convivir con su imaginación y su
capacidad fabuladora. Y recupera lo que hay de mágico o extraordinario en la
vida cotidiana y por el contrario, nos presenta con muchísima habilidad lo que
hay de familiar en los hechos más insólitos.
Un libro en que nos presenta el resultado de sus recuerdos,
aunque no sea un libro de memorias. Cristina Fernández Cubas, retrocede
en su experiencia vital y recupera hechos, sueños, sensaciones y comparte con
sus lectores una parte importante de la atmósfera de una vida. Sigue el ejemplo
de una narradora oral de su infancia, Antonia García Pagès, la Totó, la niñera
de su familia, de la que nos cuenta que "nos embarcaba en sus
historias, nos hacía suyas durante horas y horas, y luego, en el punto final,
se escabullía". Así la Totó, así Cristina. Así su memoria toca las
puertas de la ficción para obtener una ayuda contra el olvido.
“Cosas que ya no existen” está escrito desde la emoción,
pero también con la fuerza de quien tiene que contar lo que fue, para seguir
siendo. Y eso proporciona a su prosa una capacidad de arrastre magnífica, como
ha de tenerla la buena escritura autobiográfica cuando ha decidido hacer
prevalecer la autoconciencia sobre el testimonio, es decir, el modelo
confesional sobre el documental. La prosa de ficción de Cristina Fernández
Cubas se ha caracterizado siempre por incorporar un factor de misterio al
relato de experiencias cercanas a lo común. Así que no tiene nada de extraño
que al abordar un nuevo enfoque, el memorialístico, sus recuerdos descansen en
el poso de incertidumbre que rodea muchas de nuestras experiencias, este es el
sello distintivo de “Cosas que ya no existen”.
Cristina va a ofrecernos relatos que tienen que ver con su infancia, con la casa familiar, el reloj de la escalera, el salón para la familia, la biblioteca para los extraños, sus experiencias, malas en el colegio de monjas, pero también nos transportará a experiencia adultas en Argentina, Perú Bolivia o Ecuador que están muchas veces teñidas por la magia. Nos cuenta algo que sucedió así realmente, ese es uno de los atractivos de esta obra.
A mí
me gustó mucho quizás haya quien crea que mi amistad con la autora me hace
tener una opinión sesgada. Les puedo asegurar que esa relación de amistad con
Cristina Fernández Cubas no me resta un ápice de neutralidad. Creo que “Cosas que ya no existen”
es un magnífico ejemplo del género del relato corto, pleno de encanto, magia y de
vez en cuando de misterio. Léanla, creo que la disfrutarán.
Hasta aquí hemos llegado, espero que si Dios quiere nos volvamos a encontrar por aquí el próximo sábado. Hasta entonces cuídense mucho.
Un abrazo.
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